Amor Eterno #3 - Incendios

Capítulo 6 - NO OLVIDAR

Un mes y medio después…

 

Los días han pasado, no sé en qué día vivo pero he ido contando como he podido todo el tiempo que he pasado aquí y creo que llevo ya un mes y medio. Un mes y medio. Madre mía no puedo creérmelo, ya me he hecho a la idea que no voy a salir de aquí, que nadie va a venir a buscarme, pero lo que no sé es que va a pasar cuando se enteren que estoy embarazada, ahora lo he intentado esconder como he podido pero… Todos los días vomito, las nauseas incrementan, otras veces los mareos… Pero lo peor no es eso.

No llevo una buena alimentación y eso que me como todo aquello que me traen aunque sea poco y este asqueroso, tengo que hacerlo por los dos, pero siento que si sigo así puedo llegar a perderlo y no podría soportarlo, no podría.

El miedo se arraiga a cada minuto del día, es un miedo constante que me cala los huesos, que no me deja respirar y que me encoje el corazón. Ya no recuerdo como se sienten los rayos del sol sobre la piel, ni el aroma de las flores o el sonido de los pájaros. Ya no recuerdo nada de eso y temo que si paso mucho tiempo aquí se me olvide el aroma de Marco, su rostro, su sonrisa, su mirada… Tengo miedo de olvidarme de él.

Pero ahora mismo no puedo hacer nada, no puedo, simplemente tengo que mantener vivo mi recuerdo de él, de lo que teníamos, pero no es nada fácil cuando no tengo nada que me recuerde a él, nada que me haga sentir viva entre estas cuatro paredes oscuras y frías. Pero debo hacerlo para seguir con vida, para mantenerme despierta y cuerda, porque creo que me estoy volviendo loca. ¿Pero es normal no? ¿Quién no lo estaría?

De repente unos ruidos me sacan de mis pensamientos, me ponen alerta y me crispo, como si mi cuerpo me advirtiera de que algo malo estaba ocurriendo. Oigo ruidos de pasos corriendo, gente gritando cosas pero no logro entender nada de lo que dicen. ¿Qué estará pasando? ¿Qué ocurre? Siento como el suelo tiembla y comienzo a temblar del miedo que tengo. Unos pasos se acercan cada vez más hasta donde estoy por lo que me alejo todo lo posible de la puerta y me acurruco en el suelo.

Que no sea el chico ese, que no sea, por favor.

La puerta se abre y entran en la habitación dos chicos a los que nunca había visto. Mi cuerpo tiembla cuando les veo acercarse a mí. Me cogen del brazo y empiezan a arrastrarme por la habitación.

No, parar, soltarme, dejarme en paz – les grito como puedo ejerciendo fuerza para que me suelten.

Cállate – me dice uno de ellos mientras aprieta con fuerza mi brazo.

Por favor – pide pero no me escuchan.

Me sacan de la habitación a lo que parece ser un pasillo largo, ya que la luz me deslumbra y me hace daño en los ojos. Otra persona aparece en el pasillo.

Tener más cuidado – dice la voz de otro chico – la quiere sana y salva – dice otra vez y reconozco la voz, la del chico que me salvo hace un mes y medio.

Instintivamente me tranquilizo un poco, ya que siento que si está él cerca de mí no me va a pasar nada, me ha estado cuidando en cierta manera desde que estoy aquí.

¿A dónde me lleváis? – me atrevo a preguntar.

Te llevamos a otro lugar, aquí ya no estás segura – me responde.

Me quedo ensimismada con lo que acaba de decir, eso quiere decir que… Me están moviendo porque me saben que estoy aquí, no creo que Marina se arriesgue a que me encuentren porque acabaría en la cárcel. Me están buscando, Marco me está buscando.

Mi corazón se llena de alegría, sonrío como nunca antes lo había hecho, ya hasta se me había olvidado esa sensación. Me están buscando.

¡Socorro! ¡Estoy aquí! – grito con fuerza por si hay alguien que me pueda oír y que me saque de aquí - ¡Por favor! – sigo gritando y removiéndome entre los brazos del chico que me sujeta.

¡Cállate! – me gritan y me pegan un bofetón haciéndome terminar en el suelo del pasillo – Nadie va a venir a buscarte – me vuelve a decir mientras se ríe.

El sonido de un disparo me congela la sangre. Abro los ojos y comienzo a respirar con dificultad. Intento tranquilizarme por el bien de los dos y tras varios intentos lo consigo. Siempre que me imagino su cara, su rostro, mi cuerpo se calma inmediatamente, recordándome ese sentimiento de paz que sentía entre sus brazos.

No quiero saber qué es lo que está pasando en el exterior, no quiero saberlo. Las manos de los chicos de antes vuelven a tirar de mí y recorren tirando de mí todo el pasillo. Llegamos a unas escaleras y comenzamos a subir, a pesar de que me retuerzo constantemente, intentando escaparme de sus brazos, dificultando su tarea de sacarme.

No me rendiré, como no he querido olvidarle.



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Editado: 28.01.2020

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