Amor Eterno #3 - Incendios

Capítulo 7 - RESPIRACIÓN

Ha pasado un mes y medio y aún no tengo noticias de María y eso me está consumiendo por dentro. Ojalá poder hacer algo más pero… no puedo, no puedo. Encima la pretemporada ha comenzado y yo no tengo fuerzas para nada, a pesar de que los chicos no me han dejado solo ni un instante. Lo único que quiero hacer es encerrarme en mi habitación y llorar. La quiero a ella, la necesito conmigo, en mi vida.

Entro en mi habitación y me dirijo al baño. Coloco las dos manos sobre la encimera del lavamanos y respiro con fuerza mientras me miro al espejo. Bajo la mirada y me encuentro con el test. No he sido capaz de moverlo de allí, de donde lo encontré. Está embarazada, al menos eso es lo que pone aquí, aunque mi subconsciente me dice que lo más probable es que no lo esté. A saber qué es lo que le ha pasado, solo espero que esté bien.

No – digo en voz alta – lo quiero es tenerla aquí conmigo – sigo hablando solo mientras me miro al espejo.

Vuelvo a mi habitación y me tumbo en la cama, dejando volar mi mente como siempre hago. Es la única manera que tengo ahora de verla, de imaginármela a mi lado, de recordar todo de ella, hasta su olor.

La melodía del móvil me despierta agitado, me había quedado dormido. Voy en busca de mi teléfono y descuelgo la llamada sin ni siquiera mirar quien es, me imagino que es mi padre o mi hermano, últimamente me llaman cada dos por tres.

Sí – contesto al descolgar la llamada.

Hola, ¿eres Marco Asensio? – me pregunta la voz de un hombre al otro lado de la línea.

Así es, ¿quién eres? – pregunto esta vez yo intentando averiguar para qué me llaman.

Verás, soy el inspector Fernández – se identifica y yo sobresaltado me incorporo de la cama.

Se sabe algo – digo rápidamente sin dejarle decir nada - ¿Habéis encontrado a María? ¿Está bien? – sigo preguntando como un loco.

Respira y déjeme hablar – me corta el inspector y le hago caso mientras intento calmar mi respiración – tenemos noticias de María, hemos encontrado una pista que nos puede llevar hasta ella – me explica.

¿De verdad? ¿Estáis seguros al 100%? – pregunto esperanzado y con mi corazón a mil.

No tenemos la certeza, solo que alguien nos ha dado un chivatazo y la chica coincide con María. Vamos a ir esta tarde a por ella – me informa de los planes.

Está bien, ¿a dónde tengo que ir? – pregunto mientras me levanto de la cama apresurado y comienzo a calzarme.

Lo siento Marco, va a ser mejor que no vengas – me responde tranquilamente el inspector Fernández.

¡Una mierda! – exclamo – no pienso quedarme aquí más tiempo de brazos cruzados, pienso ir, así que dígame a donde tengo que ir – le respondo algo borde pero ya estoy desesperado por encontrarla.

El inspector me dice el lugar para quedar y mientras recojo las cosas para salir pitando de casa, llamo a los chicos con una llamada grupal.

¿Qué pasa bro? – saluda Isco al otro lado de la línea.

Eso que pasa – habla ahora Lucas.

Creo que han encontrado a María – digo agitado mientras corro hasta el coche.

¡¿Qué?! – exclaman varias voces de los chicos al otro lado, aunque soy incapaz de reconocer quienes son.

Me ha llamado el inspector Fernández, voy de camino al lugar – respondo rápidamente – no saben si es ella o no, pero por la descripción tiene que ser ella – digo cerrando la puerta del coche.

¿Estás tú solo? – me pregunta Nacho.

Sí, estoy en el coche y me voy ya – respondo agitado.

No vas a ir tu solo – dice ahora Sergio – dinos donde es, iremos para ya – sigue diciendo.

Está bien aunque no hace falta – respondo – os paso la dirección por mensaje, nos vemos allí – termino la conversación.

Rápidamente envío el mensaje con la dirección, bueno al menos lo más rápido que mis dedos pueden, ya que no dejo de temblar de los nervios. Comienzo a conducir y mi mente comienza a pesar todo tipo de situaciones, y la verdad, no es que sean con un final muy feliz.

 

Al llegar veo a Sergio, Nacho, Lucas e Isco allí junto con el resto de policías. Voy hasta ellos y los chicos me abrazan.

¿Dónde está? – pregunto a los inspectores que se encuentran ante mí.

En esa casa – me responde y es el momento en el que me centro en lo que tengo a mí alrededor.

La casa que tengo frente a mí está medio abandonada, es bastante grande, pero su aspecto la hace pasar desapercibida. Se encuentra a las afueras de Madrid, rodeada de árboles que la tapan.

¿La habéis…? – intento decir pero se me seca la boca.

Ha entrado a la casa una unidad, el resto están rodeando la casa – me responde el inspector Harrinton.

De repente unos disparos comienzan a oírse y me comienza a temblar todo el cuerpo. Instintivamente comienzo a caminar hacia la entrada de la casa, sin importarme nada, solo con una cosa en mi mente, ella.

¡Alto! – me grita el inspector Fernández.




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