Comienzo a despertar, mis ojos se abren y miro a mi alrededor. Me encuentro en una habitación blanca. Mi temor comienza a inundarme siento que estoy otra vez atrapada, pero al mirar a mi derecha me encuentro a Marco durmiendo en el asiento y con su cabeza apoyada en mi cama. Así que respiro con tranquilidad y supongo que estoy en un hospital.
No recuerdo cómo he llegado hasta aquí, lo último que me acuerdo es entrar en la ambulancia y ver como Marco me acariciaba la tripa e instintivamente lo hago yo también.
Todo ha acabado cariño – le hablo a mi tripa – todo ha terminado y estamos a salvo, estás a salvo – sigo diciendo – no dejaré que nadie te haga daño – termino de decir acariciando mi tripa.
Me giro en dirección a Marco y sonrío tontamente, parece un ángel cuando duerme. De repente la puerta de la habitación se abre y aparece Igor que al verme sonríe ampliamente. Se acerca hasta la cama despacio al darse cuenta de que su hermano está dormido.
¿Cómo te encuentras? – me pregunta acariciando mi mejilla.
Mucho mejor – le respondo - ¿Cuánto tiempo llevo dormida? – pregunto por curiosidad.
Casi dos días – me responde – los médicos te dieron analgésicos para que durmieras, necesitabas descansar y recuperar fuerzas – dice cogiendo mi mano.
Mi mirada vuelve a Marco y le observo dormir mientras el silencio inunda la habitación.
No se ha movido de aquí – me dice Igor devolviéndome a la realidad – Ha estado aquí todo este tiempo, no te ha dejado sola ni un momento – me explica cuando le miro confusa.
Pero… ¿Y los entrenamientos y partidos? – pregunto preocupada.
El presi le ha dado día libres para que esté contigo, además tampoco iba a hacer mucho – me habla – Desde que desapareciste no ha jugado muy bien que digamos – me cuenta.
Vaya… - intento decir algo pero las palabras no me salen.
No te preocupes, ahora que estás aquí, que los dos estáis aquí volverá a ser el mismo – me dice sonriendo.
¿Lo sabes? – le digo sorprendida al escuchar sus palabras.
Sí – me responde – No se pudo contener y acabo por confesármelo – sigue diciendo mientras sonríe – No puedo sentirme más feliz porque me vais a hacer tío – me abraza al terminar – voy a avisar al médico de que estás despierta – dice separándose de mí.
Asiento con la cabeza y veo como se marcha. Me giro de nuevo a Marco y le acaricio el pelo. Poco a poco comienza a desperezarse y al sentir que le estoy acariciando levanta la cabeza con rapidez y me mira. Sus ojos se aguan y se acerca hasta mí y me coge la cara entre sus manos para besarme con anhelo.
Estoy bien amor – le digo al separarnos.
Yo… - intenta decirme – lo siento tanto amor – me mira triste.
No es tu culpa – le digo mientras acaricio su mejilla – no es tu culpa que te quede claro – insisto.
Lo sé pero… - sigue diciendo.
Pero nada – le corto – ahora tenemos que pensar en nosotros y en esta cosita – le sonrío mientras miro mi tripa.
Sí – me sonríe de vuelta y me acaricia la barriga – No sabes la ganas que tengo de ver la carita de nuestro bebé – sonríe como un tonto.
Nos quedamos un rato así quietos, sintiéndonos y disfrutando del momento, de nuestro momento, de nosotros.
¿Puede preguntarte algo María? – me pregunta Marco interrumpiendo este momento.
Claro – le respondo.
¿Qué pasó allí? – me pregunta – Si no quieres contármelo lo entenderé perfectamente, no quiero presionarte a contarlo si no quieres – dice atropelladamente.
Tranquilo – le sonrío – Estaba haciendo la maleta mientras esperaba al resultado del test. Cuando el tiempo terminó me dirigí al baño y vi que daba positivo, cuando oí los ladridos de Rome y cómo se rompía un cristal. Así que bajé las escaleras y mire por la casa cuando vi que la puerta del jardín tenía el cristal roto. Cuando me giré allí estaba Marina. No sé qué pasó después, probablemente me drogaron y me durmieron porque al despertar estaba en el sótano de esa casa. Allí aparecía muy de vez en cuando Marina para burlarse de mí, para decirme que nuca estaríamos juntos. También había dos chicos uno era bastante agradable porque era el que me daba de comer y el otro… - se me corta la voz al hablar y mis lágrimas comienzan a surcar por mis mejillas.
Si no quieres seguir cariño, no pasa nada – me dice en un tono entre preocupado y enfadado. Sé que lo está porque tiene una de sus manos en un puño.
El otro me pegaba y… intento violarme – confieso mientras lo miraba a los ojos.
Marco abre los ojos suelta mi mano y veo como sus ojos destellan furia. Se levanta como un resorte y comienza a dar vueltas por la habitación.
Joder, joder, joder – dice mientras se da golpes en la cabeza – te juro que como le pille lo mato, lo mato – dice furioso.
Marco – le llamo – Ya está, no me llegó a hacer nada, el otro chico lo apartó de mí – le explico – Estoy bien – termino mientras estiro mi mano para que se acerque.