Amor Eterno #3 - Incendios

Capítulo 12 - OXÍGENO QUE RESPIRO

Comienzo a temblar y el sudor hace acto de presencia, nunca había estado tan nervioso y ansioso por conocer la respuesta. Agarro con fuerza la mano de María y espero a que el doctor diga algo, mientras miro absorto la pantalla de la ecografía donde aparece mi hijo o hija.

Felicidades, es un niño – nos dice el doctor.

Me quedo absolutamente mudo y comienzo a llorar de felicidad. Es un niño, voy a tener un niño.

Cuando lo asimilo me giro para mirar a María que me mira emocionada también y la sonrío.

Vamos a tener un niño – le digo como puedo sin dejar de sonréir.

Sí, mi amor, es un niño – me responde acariciando mi mejilla.

Me acerco hasta ella y la beso con dulzura para después abrazarla. Al separarnos el médico nos hace una serie de recomendaciones para mejorar la salud tanto de María como del bebé. Después nos entrega varias copias de la ecografía y sale de la habitación.

No puedo creérmelo, aún no puedo – suelto y María me observa.

¿No es lo que siempre habías querido tener? ¿Un niño no? – me pregunta sonriendo.

La verdad es que sí, pero después de todo lo que ha pasado, me daba igual el sexo mientras estuviera sano – respondo con sinceridad mientras apoyo mi cabeza en la almohada junto a ella.

Está bien, sano y dentro de seis meses podremos verle la carita – me responde feliz.

María me acaricia la mejilla y de manera inconsciente cierro los ojos, disfrutando de este gesto tan simple pero que consigue erizarme la piel. Echaba de menos sentirme así, sentirme vivo.

Abro los ojos y la miro.

Te amo María – le digo y ella me sonríe.

Me acerco y la beso, primero despacio, sintiéndonos y después profundizando, reavivando ese fuego que llevamos dentro.

 

3 días después.

 

Termino de cerrar la maleta y me pongo la sudadera. Miro hacia atrás y veo como mi preciosa futura mami termina de guardar las cosas en el bolso.

¿Vas a quedarte ahí mirándome? – me pregunta sonriendo y yo me sonrojo porque me haya pillado observándola.

Te miraría toda la vida – suelto sin más dejándola con la boca abierta – Estás absolutamente preciosa – le digo sinceramente acercándome a ella.

Eso solo lo dices porque me miras con buenos ojos – me responde colocando sus brazos alrededor de mi cuello.

Yo siempre digo la verdad – le digo pegándome a ella – Eres preciosa y ahora aún más – termino de decir apoyando mi mano en su tripa.

Calla anda – me dice sonrojándose.

Estás adorable – sonrío y me acerco un poco más para besarla – Vámonos a casa – le digo agarrando su mano.

Sí, vamos – me responde.

Con la otra mano cojo la maleta y juntos salimos de la habitación del hospital para poner rumbo a casa, a nuestra casa.

 

Bajamos del coche y voy hasta el maletero para coger la maleta. Al cerrar el maletero me doy cuenta de que María se encuentra parada en la entrada de la casa.

¿Qué pasa amor? – le pregunto al llegar hasta ella.

La última vez que estuve aquí… - empieza a decir.

Lo sé cariño, pero ahora estoy yo aquí, no te voy a dejar sola en ningún momento – le digo.

Abro la puerta de nuestra casa y agarro la mano de María para pasar juntos. Tras pasar, cierro la puerta y unos ladridos comienzan a oírse cada vez más cerca hasta que aparece en nuestro campo de visión Rome. María sonríe al verle y yo también al ver como Rome va hasta a ella para jugar con ella y lamerle la cara. Se echaban de menos.

Después de jugar unos minutos con Rome, María me vuelve a dar la mano y caminamos juntos hasta llegar al salón cuando de repente…

¡SORPRESA! – gritan nuestros amigos.

¿Qué? – dice María emocionada sin creérselo.

Bienvenida a casa – dice Sara acercándose para abrazar a María.

Los chicos y las chicas, junto con nuestros padres y hermanos han organizado una fiesta de bienvenida a María. Y aunque suene que es demasiado precipitado y que necesita descansar, ver esa sonrisa en su cara disipa cualquier duda.

Nos pasamos el día en familia, comiendo, riendo y disfrutando de la familia y los amigos. La hora de marcharse llegaba a su fin.

Creo qué… - me dice María algo nerviosa.

¿Qué mi vida? – pregunto curioso.

Creo que es hora de contarles – me dice.

Lo de… - corto la frase y miro hacia su tripa.

Sí y lo del sexo – me confirma mis sospechas – se lo merecen después de todo lo que han organizado y pasado estos meses – me explica.

Me parece bien – le respondo sonriendo.

Me acerco hasta ella y la beso. Al terminar me levanto del sofá en el que nos encontramos dispuesto a hablar y anunciar algo que realmente me hace feliz.

Silencio por favor – alzo algo la voz para que se callen.

A ver este – dice Lucas – seguro que dice alguna tontería – suelta y los chicos del equipo se ríen con él.



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Editado: 28.01.2020

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