Meses después.
María había salido a dar una vuelta con las chicas, con Sara, Maca y María y yo cada vez estaba más nervioso. No sabía cómo iba a reaccionar, solo espero que le guste. Termino de colocar el último cojín y voy hasta la puerta para echar un vistazo y ver que todo está en orden.
Sonrío y voy escaleras abajo para terminar de sacar la cena del horno. Miro la mesa puesta y termino de colocar las servilletas. Me apoyo en la encimera cruzándome de brazos esperando a que María llegue a casa.
Al cabo de unos minutos la puerta de casa se abre y Rome sale al encuentro de la persona que ha llegado a casa.
Hola pequeñín – oigo que dice María – Me encantaría agacharme pero el pequeñajo no me deja – dice y me río ante la situación.
Oigo unos pasos y la chica más preciosa del mundo aparece ante mis ojos. Sonrío al verla así de radiante, con la barriga de embarazada y solo pienso en la hora de ver la carita de mi hijo.
María alza la mirada y me ve apoyado en la encimera, me sonríe y después mira la mesa preparada para la cena y se queda sorprendida.
Hola amor – me dice acercándose a mí.
Hola cariño – le respondo y la atraigo hacia mí agarrando mis manos en su cintura.
¿Y todo esto? – me pregunta sorprendida pasando sus brazos sobre mis hombros.
¿No puedo prepararle la cena a mi futura mami? – la pregunto mientras acaricio la mejilla.
Claro amor – me dice sonriendo – solo que me parece extraño – me dice.
Me acerco a ella y la beso con calma, disfrutando de la sensación de tenerla, de sentirla.
Vamos a cenar – le digo al separarnos.
Sí, vamos – me dice sonriendo.
Pasamos la cena entre risas y besos, compartiendo lo que hemos hecho durante el día. Terminamos el postre y veo su cara, su satisfacción al terminar con el pastel de chocolate, todo lo que tenga que ver con él, le encanta y eso que ahora con el embarazo no puede tomar mucho.
¿Vas a decirme ahora el motivo de esta cena? – me pregunta alzando las cejas.
¿Por qué tiene que haber un motivo? – le respondo con otra pregunta.
Porque estás nervioso, no paras de mover la pierna – me dice riéndose.
Vale, me has pillado – dejo de fingir porque sé que ya no sirve de nada – Tiene un motivo, es una sorpresa – le explico - ¿Me acompañas? – le pregunto mientras me levanto de la mesa y le tiendo la mano.
María asiente y se levanta, juntos subimos las escaleras y antes de llegar a la puerta la paro, tapándole los ojos con mis manos. Cuando llegamos me paro y la coloco delante de mí para después quitar mis manos y esperar a su reacción.
¡Dios mío Marco! – exclama abriendo la boca de la sorpresa – Esto es precioso – me dice ahora mirándome – Me encanta. ¿Cuándo…? – me pregunta.
Llevo organizándolo desde hace un mes, durante el tiempo que no estás en casa, para que no te dieras cuenta de nada – explico - ¿Te ha gustado? – le pregunto esperanzado.
Me encanta amor – me dice acercándose y besándome.
No quería te preocuparas por la habitación del bebé – le explico – Bastantes emociones durante el embarazo – río nervioso.
Sí – me responde – te quiero – me responde para después besarme de nuevo.
Noviembre
El frío me congela las orejas mientras me encamino hacia la puerta de casa. Hoy durante el entrenamiento lo he pasado hasta mal con el frío que hacía. Entro en casa y el calor me inunda así como el olor a comida recién hecha. Nada como sentirse en casa. Voy en busca de mi preciosa futura mamá y me la encuentro recostada en el sofá y acariciando a Rome.
Hola amor – saludo por la espalda mientras me agacho para abrazarla y depositar un beso en su mejilla - ¿Cómo estás preciosa? – pregunto interesado.
Estamos muy bien – me dice para tranquilizarme.
Me alegro, yo he pasado un frío de narices – le digo recostándome a su lado.
Ven aquí – me dice abriendo sus brazos.
No me lo pienso dos veces para ir a refugiarme en sus brazos y entrar en calor. María me acaricia el pelo mientras yo disfruto mirando su tripa.
He estado pensando – me dice María y yo miro hacia arriba para mirarla a los ojos – Sobre qué nombre poner a nuestro bebé – sigue diciendo.
¿En qué has pensado? – pregunto interesado incorporándome un poco.
Tengo varios nombres en mente – me dice – Aunque supongo que tú también has pensado ¿o me equivoco? – me sonríe tierna.
Así es – digo sonriendo – Quiero que nuestro hijo se llame Marco Junior – digo seguro de que le va a gustar.
¿Marco Junior? – dice quedándose pensativa – No me convence mucho la verdad, me gusta más el nombre de Álvaro – sigue hablando – Poner el nombre del padre no es que me haga mucha gracia y no porque no me guste el nombre de Marco pero no sé… - me dice y yo me entristezco al oírla.