Amor Eterno #3 - Incendios

Capítulo 17 - TIEMPO

Termino de arreglarme y salgo del baño para ir hacia el salón. Allí, sentada en el sofá, se encuentra la persona más maravillosa del mundo. Me acerco hasta ella lentamente y me inclino para llegar hasta su cuello y depositar un beso en esa zona.

  • Me voy ya amor – le susurro al oído.
  • Espero que tengas un buen partido – me dice girándose y sonriéndome.
  • ¿Seguro que estarás bien? – pregunto preocupado mientras acaricio su barriga ya enorme – el bebé está a punto de llegar ¿no es mejor que me quede contigo? – sigo diciendo preocupado.
  • Claro que no amor – me dice acariciando mi mejilla -  vamos a estar bien, ya lo verás – me sonríe – además… Seguro que Sara aparece por casa para ver el partido juntas. No te preocupes, no estaré sola – coloca su mano sobre la mía que descansa en su barriga.
  • Está bien amor – digo resignado.

Doy la vuelta al sofá y me agacho para estar a su altura.

  • Te amo – le digo para después besarla en los labios – no nazcas hasta que yo esté presente pequeñín – susurro en la barriga provocando que de una patadita y que María me sonría enternecida.
  • Estaremos bien – me dice – te amo – termina de decir mientras acaricia mi mejilla.

Salgo de la casa algo preocupado pero en cuanto entro en el coche rumbo al campo, despejo la mente y me concentro en el partido. Al llegar allí, todos los chicos me preguntan por María y el bebé y yo solo puede decir que todo está bien y que tenemos ganas de verle la cara ya.

El partido comienza y aunque no salgo de titular animo al equipo desde el banquillo. Es normal que no salga, después de todo el tiempo que he estado sin jugar, tengo que volver poco a poco y ganarme la confianza del míster.

La segunda parte del partido comienza y con ella mi entrada. Estoy muy contento porque el míster me dé minutos para jugar, así que salgo al campo con muchas ganas. En uno de los contras, me pasan el balón, corro por toda la banda camino hacia la portería. Miro al frente buscando un punto flaco y lo encuentro por lo que no dudo en chutar y el balón choca contra la red.

No puedo creérmelo así que corro hasta la esquina para celebrarlo con la grada. Mis compañeros vienen hacia mí y se tiran encima, dándome la enhorabuena.

Cuando todo vuelve a su cauce, el partido no se reanuda porque se va a llevar un cambio en el equipo. Voy tranquilamente hasta mi posición cuando me fijo en el número de la persona que sale del campo.

  • ¡Qué! – exclamo en voz baja al ver mi número en la pantalla.

No entiendo nada. ¿Por qué me cambian a mí? Si acabo de salir, además acabo de meter un gol, no estoy haciendo nada mal. No lo entiendo.

Me voy comiendo la cabeza mientras llego al límite del campo, choco las manos con Bale y miro extrañado a Zidane para que me explique el por qué de este cambio.

  • ¿Entrenador qué…? – intento preguntarle pero me corta.
  • Ahora no, no tenemos tiempo – me dice agarrándome por los hombros – Tienes que irte ya – me dice.
  • ¿Qué? – digo sin entender nada.
  • María está de camino al hospital, se ha puesto de parto. Tienes que irte ya Marco. Tu hermano te está esperando en el aparcamiento – me habla pero yo me quedó en shock - ¡Corre, vete! – me apremia Zidane.

Reacciono y echo a correr en dirección al vestuario. Tras bajar las escaleras sigo corriendo y no me detengo hasta que llego al aparcamiento y veo a mi hermano esperándome fuera del coche.

  • ¡Vamos corre! – le grito a mi hermano.

Entramos los dos en el coche y mi hermano conduce lo más deprisa que puede.

Ahora mismo no me importa nada, nada más que María y mi pequeño. Lo único que me importa es estar junto a María, acompañarla y ver nacer a nuestro hijo juntos.

Solo pido llegar a tiempo, necesito llegar a tiempo.

No puedo perdérmelo. No puedo.




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