La camilla comienza a rodar, los pasillos se me hacen interminables y las contracciones no me dejan un minuto para respirar tranquila. Los nervios se apoderan de mí y aunque sienta la mano firme de Sara agarrando la mía, siento que me falta algo, siento que para hacer esto, necesito que esté Marco conmigo.
Las contracciones son más fuertes y desisto, ya no puedo esperarle más, no puedo, por mi bien y por el del bebé.
Sara me mira y asiente, apretándome con más fuerza la mano. Me ha entendido perfectamente y me alegro tanto de tenerla aquí conmigo…
De repente se oyen unos pasos corriendo por el pasillo, todos miran hacia la persona que está corriendo, ya que mis padres y mi hermano estaban en el pasillo para verme marchar.
Los pasos se detienen y la respiración agitada de una persona se cuela por mis oídos.
Marco me mira con una cara aterrada, está asustado, pero a la vez le brillan los ojos de la emoción. Sonrío como puedo ya que las contracciones hacen mella en mí.
Sara se aparta y ahora es Marco quien ocupa su lugar. Me agarra de la mano y pasa la otra por mi pelo, acariciándolo y sin dejar de sonréir.
Llegamos a la sala del paritorio y le dan a Marco las vestimentas adecuadas para poder entrar. Cuando termina se coloca a mí lado, sujetando mi mano.
Marco se acerco hasta mi altura, me acaricia la mejilla y el pelo.
Se acerca aún más y me besa en los labios. Al separarnos los médicos me terminan de preparar y me colocan para empezar a empujar.
Miro a Marco que tiene la mirada fija en el doctor y lo noto nervioso. Al sentir que lo estoy mirando me mira y me sonríe, enfundándome ánimos.
Este sonríe y me preparo para empujar.
El dolor es insoportable, sobre todo cuando llevas media hora empujando y no tu bebé no nace.
Hago caso de lo que me dice, doy un último empujón y oigo el llanto de mi bebé. Caigo de espaldas cansada y no puedo evitar llorar y reír a la vez. Me incorporo como puedo y busco con la mirada a mi bebé. La enfermera que ha estado durante todo el parto me ve y con cuidado deja a mi bebé sobre mi pecho, piel contra piel.
El sentimiento que me envuelve es indescriptible. Miro la carita de niño y mis ojos se aguan. Es tan bonito… tan perfecto…
Miro al lado y veo que Marco se inclinado para ver mejor a nuestro hijo y no deja de llorar emocionado, contagiándome a mí también.
Marco se acerca a mí y me besa con dulzura para después depositar un beso delicado en la cabeza de nuestro pequeñín.
Ambos nos quedamos callados y nos miramos. Sobre todo Marco después se dirige al médico para hablar pero le doy en el brazo. Me mira extrañado pero se calla.
Sonrío mirando a nuestro hijo y me dispongo a decir el nombre.