Amor Eterno #3 - Incendios

Capítulo 18 - EL REGALO MÁS MARAVILLOSO

La camilla comienza a rodar, los pasillos se me hacen interminables y las contracciones no me dejan un minuto para respirar tranquila. Los nervios se apoderan de mí y aunque sienta la mano firme de Sara agarrando la mía, siento que me falta algo, siento que para hacer esto, necesito que esté Marco conmigo.

Las contracciones son más fuertes y desisto, ya no puedo esperarle más, no puedo, por mi bien y por el del bebé.

  • Estoy lista – le digo a Sara.

Sara me mira y asiente, apretándome con más fuerza la mano. Me ha entendido perfectamente y me alegro tanto de tenerla aquí conmigo…

De repente se oyen unos pasos corriendo por el pasillo, todos miran hacia la persona que está corriendo, ya que mis padres y mi hermano estaban en el pasillo para verme marchar.

Los pasos se detienen y la respiración agitada de una persona se cuela por mis oídos.

  • Lo siento mucho, ya estoy aquí mi amor – me dice la persona que ha venido corriendo – Ya estoy – sigue diciendo mientras me giro para mirarle.

Marco me mira con una cara aterrada, está asustado, pero a la vez le brillan los ojos de la emoción. Sonrío como puedo ya que las contracciones hacen mella en mí.

Sara se aparta y ahora es Marco quien ocupa su lugar. Me agarra de la mano y pasa la otra por mi pelo, acariciándolo y sin dejar de sonréir.

  • ¿Estás bien amor? ¿Todo está bien? – pregunta atropelladamente.
  • Va todo bien pero las contracciones me duelen mucho, quiero que esto acabe ya – le digo aguantando el dolor de una contracción nueva.

Llegamos a la sala del paritorio y le dan a Marco las vestimentas adecuadas para poder entrar. Cuando termina se coloca a mí lado, sujetando mi mano.

  • Todo va a salir bien – me dice – no voy a soltar tu mano, estamos juntos en esto – me dice.
  • Te quiero – le digo mirándole a los ojos.

Marco se acerco hasta mi altura, me acaricia la mejilla y el pelo.

  • Yo también te quiero amor – me dice sonriéndome.

Se acerca aún más y me besa en los labios. Al separarnos los médicos me terminan de preparar y me colocan para empezar a empujar.

  • Muy bien María – me dice el doctor – Ha llegado el momento, ¿estás preparada? – me pregunta.

Miro a Marco que tiene la mirada fija en el doctor y lo noto nervioso. Al sentir que lo estoy mirando me mira y me sonríe, enfundándome ánimos.

  • Estamos listos para conocer a nuestro hijo – le digo al médico.

Este sonríe y me preparo para empujar.

 

El dolor es insoportable, sobre todo cuando llevas media hora empujando y no tu bebé no nace.

  • Un último empujón María que ya está aquí – me dice el médico.

Hago caso de lo que me dice, doy un último empujón y oigo el llanto de mi bebé. Caigo de espaldas cansada y no puedo evitar llorar y reír a la vez. Me incorporo como puedo y busco con la mirada a mi bebé. La enfermera que ha estado durante todo el parto me ve y con cuidado deja a mi bebé sobre mi pecho, piel contra piel.

El sentimiento que me envuelve es indescriptible. Miro la carita de niño y mis ojos se aguan. Es tan bonito… tan perfecto…

Miro al lado y veo que Marco se inclinado para ver mejor a nuestro hijo y no deja de llorar emocionado, contagiándome a mí también.

  • Es precioso – me dice – gracias y mil veces gracias – me mira ahora.
  • ¿Por qué? – le pregunto cómo puedo.
  • Porque me has dado el regalo más maravilloso del mundo, nuestro hijo – me dice emocionado.
  • Te quiero – le respondo.

Marco se acerca a mí y me besa con dulzura para después depositar un beso delicado en la cabeza de nuestro pequeñín.

  • ¿Cómo vamos a llamar a este pequeñín? – nos pregunta el médico.

Ambos nos quedamos callados y nos miramos. Sobre todo Marco después se dirige al médico para hablar pero le doy en el brazo. Me mira extrañado pero se calla.

Sonrío mirando a nuestro hijo y me dispongo a decir el nombre.




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