Amor Eterno #3 - Incendios

Capítulo 20 - UN NOSOTROS EXISTE

5 años después…

 

La vida es como tú la quieras hacer, ya que nada es fácil y siempre podremos encontrarnos con nuevos retos que asumir. Cada día puede llegar a ser una aventura.

La vida muchas veces nos golpea tan fuertemente que hasta nos cuesta abrir los ojos por la mañana. Hubo años en los que me sentí así, cuando un muro se interponía sobre nosotros, cuando tomamos caminos diferentes. Pero en nosotros está el poder hacer de nuestra vida algo bonito u optar por no revertir las cosas que nos salen mal. Siempre hay cosas por las que vale la pena seguir soñando. Y eso hice, seguí soñando por una vida junto a Marco.

A pesar de todo lo malo, lo bueno es mucho mejor, mejor de lo que había soñado, nada se compara, no hay nada.

 

Miro a mi alrededor y observo la vida que tengo. Siempre había imaginado que esto ocurriría pero con el paso de los años, lo veía casi imposible. Pero aquí estoy, aun habiendo pasado por todos los obstáculos.

Ahora me doy cuenta de que todo tenía que ocurrir por alguna razón y que estábamos destinados a estar juntos. Marco y yo. Porque un nosotros existe. Solo tengo que mirarlos.

Los rayos de sol pegan fuerte en pleno julio mientras el mar ondea tranquilo. Junto a la orilla Marco Junior juega con la arena mientras su padre intenta hacer un castillo de arena.

Marco levanta la cabeza y mira en mí dirección, al verme que le miro, sonríe como solo él lo sabe hacer y mi corazón late con fuerza, como la primera vez que miró así.

  • Mami, mami – dice Marco Junior corriendo a mi encuentro – mira el castillo que hemos construido – me dice todo orgulloso.
  • Ya lo veo mi hombrecito – le digo achuchándole.
  • Ya soy muy mayor – me dice – tengo cinco años – me suelta sacándome la lengua.

Corre hasta volver con su padre y se centra en su tarea de hacer hoyos y castillos.

Marco se acerca lentamente hasta mí y se coloca detrás, pasando por mi cintura uno de sus brazos y pegando mi espalda contra su pecho. Deposita un beso sobre la base de mi cuello haciéndome estremecer y otro sobre el pelo.

Me giro para mirarle, para contemplar lo perfecto que es.

  • ¿En qué piensas amor? – me pregunta Marco.
  • En la suerte que tengo de tenerte en mi vida, de teneros en mí vida – le respondo sonriéndole.
  • Yo sí que tengo suerte – me responde para besarme en los labios con dulzura.

Me abraza nuevamente y me recuesto contra él, disfrutando del calor y de sus caricias.

  • ¿Sabes una cosa? – me pregunta Marco y yo me giro para verle negando – Todos los días me pregunto en la suerte que tuve de que me perdonarás – me dice ahora más serio.
  • Te amaba, te amo y te amaré siempre Marco, no lo olvides – le digo recordándoselo – Éramos unos niños cobardes que no querían afrontar lo que sentíamos por miedo a perder – le explico.
  • Y al final perdí – me dice – te perdí a ti – me abraza con fuerza.
  • Pero el destino aun tenía escrito para nosotros un gran capítulo – le digo – y ahora… ahora has ganado mucho más o eso creo – le respondo riendo.
  • La verdad es que sí – me responde sonriendo, volviendo esa luz a sus ojos – fui muy afortunado cuando decidiste que sería el hombre de tu vida y me dieses el sí quiero – me dice haciendo girar el anillo de casados de mi dedo mientras lo contempla.
  • Mírame – le digo mientras que con mi mano lo obligo hacerlo – Te diría si quiero un millón de veces más – le digo.
  • Y me has dado lo más maravilloso del mundo – me dice mirando al frente viendo a nuestros hijos.
  • Nuestros hijos tienen al mejor padre del mundo – le respondo sonriendo – Los tres lo tienen, Marco Junior, María… - hablo rápidamente pero Marco me interrumpe.
  • Espera, espera – me dice agitado - ¿Los tres? ¿Cómo que los tres? – me pregunta sorprendido.
  • Lo que has oído amor – le digo sonriendo – Vas a ser padre – le vuelvo a decir.
  • ¡No puede ser! – alza la voz emocionado – Te amo – me dice con lágrimas en los ojos.
  • Y yo a ti – le respondo para después besarnos.

Marco acaricia mi barriga y deja un beso en mi pelo. Cojo sus manos entre las mías y observo feliz a mis hijos corriendo sobre la arena.

Sonrío por la vida que tengo, por la vida que tenemos juntos, por la familia que hemos formado. Por una vida juntos que después de tanto tiempo soñando, ahora existe.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.