La vida está llena de momentos, unos más agradables que otros, unos más memorables que otros y unos más pasajeros que otros…
Algunos de esos momentos alcanzan la inmortalidad, pues son momentos que han sido grabados en nuestros corazones con el pincel de la incertidumbre, la duda, el remordimiento, el arrepentimiento, el dolor o incluso la rebosante felicidad.
Todos los momentos vividos son parte de nuestra vida, está para vivirlos, aceptarlos, recordarlos y también olvidarlos.
Todo comenzó con un:
“Muchas veces nos preguntamos que nos deparará el futuro. Quienes seremos en unos años, pero la verdad es que todo lo que nos ocurre cuando somos más pequeños nos cambia. Nos deja huella y nos transforma. Todo lo que vivimos, todo lo que sentimos, sufrimos, reímos... Todo aquello que nos pasó nos hace ser quienes somos ahora. Nos hace convertirnos en lo que somos ahora, y lo que nos suceda en este momento, nos hará ser en un futuro.
La vida nos cambia, las personas nos cambian, sobre todo aquellas que dejan huella en nuestras vidas. Unas llegan para quedarse y otras... Otras se marchan cuando menos nos lo esperamos. Pero las más duras... Son aquellas que desaparecen de tu vida después de hacerte daño, después de ver cómo pasan de ser alguien importante en tu vida, a no ser nada.
Nunca nadie me dijo que la vida podía cambiarme tanto, que iba a vivir y a sentir todo aquello, pero así fue, así transcurrió todo, de una manera en la que no decidí que fuese así.
Se dice que todos los caminos llevan a Roma, que si tenemos un destino acabaremos cumpliéndolo. Aunque lo cierto es que no sé si mi destino es volver a cruzarme contigo, sólo sé que escoja el camino que escoja, el fantasma de aquel día me acompañará siempre. Tú recuerdo me acompañará a cada paso que dé en este camino que es la vida. Así que sí, creo que todos los caminos llevan a Roma, todos mis caminos me llevan hasta ti. De una manera u otra, lo hacen.”
Pasando por un adiós que ninguno de los dos quiso:
“Me obligaste a aprender a nunca más volver. Yo no quería irme, pero no tenía motivos para quedarme. Bueno sí, tenía uno: lo bonito que podía haber sido nuestra historia.
Te tenía a ti pero ya solo podía conjugarte en pasado. Porque es eso, una bonita historia del pasado.
No te imaginas lo pronto que se hace demasiado tarde, demasiado tarde para arreglar lo que ya estaba roto.”
Porque ambos nos amábamos:
“Y es que no sé cómo decirte adiós sin que me duela el alma… Y es que nunca creí que el destino nos separaría tan de repente; y es que vivir sin ti será como morir lentamente… Solo quiero que sepas una cosa: más allá de todo tiempo y distancia, mi corazón te amara por siempre.”
Y yo lo sabía, estaba segura de ello, sabía que: todos los caminos me llevarían a ti.
Y aunque un año pasó de largo, aún nos queríamos, pero la distancia hacía estragos en nosotros:
“Duele tanto mirarte de lejos y hacerme a la idea de que voy a tener que acostumbrarme, a convivir contigo solo de esa manera, en la distancia. En tu corazón no hay espacio para mí pero tú sigues como una espina clavada en el mío. Quiero sacarte de aquí dentro, pero no encuentro la manera de hacerlo sin que te metas a sitios más profundos y me sigas lastimando. ¿En qué estaba pensando cuando me fijé en ti a los 12 años? ¿Qué vi en ti a los 15 cuando todo ocurrió? ¿Qué vi con 20? Ahora con 22 aún me sigo haciendo la misma pregunta, pero no mandas en el corazón.
No puedo vivir sabiendo que jamás me verás cómo alguien a quien puedas amar, pero tampoco puedo hacerlo siendo consciente de que tengo que olvidarme de ti. Pero no puedo y respirar se ha vuelto algo tan difícil.
Sigo pensando que debí tomar mis preocupaciones y asegurarme de que no pudieras herir mis sentimientos. Pero la verdad es que te entregué mi corazón por completo porque lo sentía correcto y a pesar de que sé que nunca serás para mí, sigo pensando que jamás podría amar con tal intensidad a alguien más. Es algo extraño y que me frustra todos los días, pero que tampoco pueda evitar.
Hoy te he vuelto a ver a lo lejos y traté de mantenerme en la distancia, pero como suelo decir, todos los caminos inevitablemente me arrastran hasta ti.”
Volvimos a enamorarnos, cómo cuando teníamos 15 años. Retomando aquello que ninguno de los dos quiso ser valiente para decir, pero que al final, cuando lo que sientes es fuerte, nada puede separarlo, o eso creíamos cuando todo ocurrió:
“La necesito como el aire para respirar, porque nuestra historia es como el ave fénix, una y otra vez resurge de sus cenizas, vuelve otra vez a nacer porque nunca ha muerto. Si todos los caminos me llevan hasta ti, si mi destino es estar junto a ti…”
Y solo nos quedó hacer una cosa, luchar por el amor, por nuestro amor y… RESURGIR.