Amor Eterno

Capitulo 1º Fontana de Trevi.

Sofí está paseando por la Toscana, es un día soleado, acompañada por su abuela, quien la ha criado, después de que sus padres se separaran, y Sofí se quedó con su abuela.

Ella la crió, es una mujer luchadora, y con mucho coraje pudo sacar adelante a Sofí, ella sola.

A Sofí le quedan solo seis meses para terminar de estudiar arte; después le gustaría encontrar trabajo en un museo, es su sueño.

Le gusta dar largos paseos pensando… Todavía cree en el amor de los cuentos de hadas.

Su abuela le dice que deje de soñar, que los príncipes no existen, que eso solo ocurre en los cuentos, pero que la vida es muy diferente.

Sofí se resiste a pensar eso...

Mi maravillosa Toscana, al llegar aquí desde una de las estrechas calles que se abren a la plaza, será recibido por el suave sonido característico de las aguas que fluyen sobre el complejo de mármol y se fusionan en la cuenca. La vista repentina de la fuente construida en la parte trasera del edificio llamado Palazzo Poli es asombrosa. No importa las calles que decidas caminar para llegar aquí, la belleza inmensa de la fuente solo se revelará una vez que estés en la plaza.

A primera vista, parece que la plaza de Trevi es demasiado estrecha para contener esa belleza del monumento, pero, una vez que te detengas aquí durante unos minutos, que parecen segundos, disfrutarás plenamente del ambiente maravilloso, casi íntimo de este lugar mágico y tan especial.

Un sábado se marchó hasta Roma, cogió el tren, y sin pensarlo se fue, tenía mucha ilusión de verla, su Profesora de arte se la había recomendado, ir a la Piazza di Spagna, y como no la Fontana de Trevi.

Se puso un vestido blanco largo, estrecho, con unos volantes en la parte de abajo y en las mangas unos pequeños volantes, y unas sandalias para estar más cómoda.

Sofí tiene el cabello castaño claro, unos ojos alargados marrones, una nariz bien perfilada, unos labios sugerentes; es una chica hermosa, con carácter como su abuela, cariñosa y muy soñadora.

Mientras estaba en la Fontana de Trevi, mirando y sacando fotos, sin darse cuenta tropezó con un turista.

—¡Perdone, soy un poco patosa! —Le contestó Sofí.

Sin mirarle, se le había caído la cámara de fotos, y no le prestó atención.

Él se agacho a recogerle la cámara de fotos como un caballero.

—¡No se preocupe!, ¿Señora o señorita? —Le pregunto Estefan.

A Sofí le pareció un poco atrevido, pero le sonrió...

Al alzar la cabeza, sus miradas se cruzaron; ella se quedó sin palabras, mirándolo embelesada...

—¿Estás bien? ¿Te ocurre algo? ¡Perdona! Por lo de la cámara de fotos, se te ha roto, te daré el dinero de la cámara—dice Estefan.

—¡Estoy bien, gracias! —Solo era por las fotos que hice —dice Sofí.

—¡Supongo que serían fotos importantes! En eso no puedo hacer nada, pero ahora mismo compramos otra cámara—contesto Estefan.

—¡No pasa nada! No hace falta, era bastante vieja ya, me tenía que haber comprado otra hace tiempo. —¡Lo que pasa es que era de mi abuelo! —contestó Sofí.

—Ahora lo entiendo, es algo sentimental. De todas maneras, de alguna manera te tengo que pagar; podemos tomarnos algo por aquí, ¿aceptas? ¿O te espera tu novio?

—Te acepto la invitación —contestó ella.

—¡Sentémonos! —Es esa terraza, tiene buenas vistas —dice Estefan.

Desde allí se podía ver toda la fontana llena de turistas haciendo fotos; son unas vistas maravillosas.

—¡Bueno, cuéntame! ¿Cómo te llamas, señorita? Todavía no te has presentado. Yo me llamo Estefan; pareces un poco tímida.

Sofí se encontraba más tímida de lo normal; ella no era así. Tenía las mejillas coloradas, sentía un calor por todo su cuerpo, era la primera vez que le pasaba, tartamudeó un poco.

—Bueno, yo... —Soy Sofí.

—Tranquila, mujer, no te voy a comer todavía, jaja, es una broma.

—¿Y qué haces por aquí? —Aparte de hacer fotos —preguntó Estefan.

—Soy estudiante de arte, bueno, estoy terminando ya, vine a pasar el día, y ¿tú qué haces por aquí? —preguntó Sofí.

—Pues yo estoy de vacaciones por unas semanas; soy italiano, pero vivo en Mónaco y me gusta, siempre que puedo volver a mi tierra —contestó Estefan.

—No, me respondiste a la pregunta, o sea que tienes novio. ¿Y cómo se llama el afortunado? ¡Si se puede saber!

—No tengo novio —respondió Sofí.

Estaba muy nerviosa le temblaban las piernas, parezco una niña estúpida se dijo para ella misma.

—Supongo que tú tendrás novia, ¿no? —preguntó ella.

—No, señorita, no he encontrado mi alma gemela; por ahora soy un alma libre, como el viento, jaja —dice Estefan.




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