Amor Eterno

Capitulo 8º Recuerdos del Pasado

Sofí estaba cuidando a su abuela, tenía que permanecer en reposo, para poder recuperarse bien.

Estaba en el patio de la casa tendiendo ropa cuando sonó el teléfono.

—¡Hola buenos días! ¿Te acuerdas de mí? —Soy tu ex profesora.

—¡Hola buenos días! sí claro ¿Cómo estás? —Contesto Sofí.

—¡Bien gracias! Te llamaba porque hay una plaza, para trabajar en un museo, aquí en Florencia, es de un conocido mío.

—Me encantaría, lo que pasa es que mi abuela precisa ahora reposo y cuidados, —dice Sofí.

—¡Vaya siento lo de tu abuela! Pero no te preocupes, hable de ti a mi amigo, y le gustaría conocerte, le explicare, tu problema, y seguro que lo entiende, como te dije está interesado, busca alguien como tu—contesto la profesora.

—¡Muchas gracias, espero noticias tuyas entonces ¡Chao!

—Estamos en contacto, dale recuerdos a tu abuela ¡Chao Sofí!

Estefan estaba intentando vender su apartamento, no era nada fácil, está ubicado en una buena zona, pero las cosas de vender propiedades no están en auge, y por ahora las ofertas eran pocas y malas, se retrasaría más de lo que él había pensado, necesitaba el dinero para su nuevo proyecto, que guardaba en silencio, para darle una sorpresa a Sofí, que para nada se lo esperaba.

Habían hablado de casarse, alguna vez, y bromeando Estefan le decía de tener muchos hijos, como unos nueve, un equipo de futbol, ambos eran hijos únicos, de ahí que les gustaría tener algún hijo.

Estefan hizo una video llamada a Sofí.

—¡Hola preciosa! ¿Cómo está la chica más hermosa del mundo? ¿Cómo está Paola? ¿Se encuentra mejor? —Dice Estefan.

—¡Hola cariño! Te ves muy guapo, con un poco de barba, estoy bien amor, mi abuela está mejorando, despacio pero bien, ¿Qué es lo que pasa amor? Te noto la voz como decaída—dice Sofí.

—¡No pasa nada princesa! Todo está bien, tenía ganas de verte, me muero por abrazarte, y poder sentirte, poder besarte cada mañana ...

—¡Bueno amor!  Todo llega, ya hemos hablado de casarnos, ahora no es el momento, yo estoy sin trabajo, y nos hace falta tener medios económicos para vivir. —Dice Sofí.

—Lo sé…—Contesto Estefan.

—Bueno está bien, perdona me están llamando por teléfono, dale recuerdos a tu abuela, ¡Te amo, preciosa, chao! —Dice Estefan.

—¡Está bien amor! Le daré a mi abuela recuerdos tuyos, y ¡anímate cielo! Yo también te amo ¡Chao! —Contesto Sofí.

Estefan no le dijo la verdad, no le habían llamado por teléfono, estaba desanimado, y triste, se preguntaba qué demonios hacía en Mónaco, que se le había perdido a él allí, fue un error grande el estar ahora aquí, no había conseguido nada desde que vivía en Mónaco.

Le invadió un pesar muy grande, sentía como si le clavasen unas agujas en el estómago, no era tan difícil, quería estar cerca de Sofí para siempre, la amaba y la necesitaba a su lado...

Estefan todos los días, le escribía un poema de amor...

Desde que conoció a Sofí, muchas cosas habían cambiado, nunca pensó que tendría ese don para escribir esos poemas, que le salían de lo más profundo de su ser, había cambiado tanto que ni siquiera se reconocía a sí mismo.

—¿Sofí hija, donde estas? Suena la puerta, ve a ver quién es—dice Paola.

—¡Si abuela voy! Un momento.

—¡Hola buenas! ¿La señora de la casa?

—¿Por quién pregunta? Señor—contesto Sofí.

—Por una señora, me han dicho que vive aquí, se llama Paola—contesto el hombre.

—Si vive aquí, ¿Quién es usted? — Pregunto Sofí.

—Perdón me llamo Fabio Martini Russo, me encontré a la señora tendida en el suelo y llamé a la ambulancia, solo quería saber cómo se encuentra—dice Fabio.

—¡Es usted!¡ Le quería dar las gracias! Por ayudar a mi abuela, pase no se quede ahí, mi abuela se alegrará de conocerle—dice Sofí.

—¿Es usted su nieta? ¡Mucho gusto!

—¡Si claro! el gusto es mío Fabio, tráteme de tú a tú, no me trate de usted ¡Por favor! —Dice Sofí.

—¡Abuela aquí hay alguien que quiere verte! Es el hombre que llamo a la ambulancia—dice Sofí.

—¡Hola señora! me llamo Fabio Martini Russo, encantado ¿Cómo se encuentra señora? —Dice Fabio.

—Un placer Fabio, yo me llamo Paola Caruso Mancini, estoy mucho mejor, muchas gracias por ayudarme. —Dice Paola.

—¿Es usted, familia de Ángelo Caruso Rinaldi? —Dice Fabio.

—¡Si claro! Era mi padre ¿Por qué? —Contesto Paola.

—Yo trabaje para su padre, cuando era un joven, hace muchísimos años —dice Fabio.

—¿Usted es el rubio? —Pregunto sorprendida Paola.

—¡Si soy yo! Que pequeño es el mundo no cree...—Dice Fabio.




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