Después que Andrea habló con su amiga, bajaron a cenar, en ese momento llegaron los padres de Andrea.
De una reunión, muy importante para ellos, podría cambiar la situación económica que tenía y mejorarla.
—¡Hola hija! ¡Hola Natacha!—dijeron los padres de Andrea.
—Hola mamá y papá bendición,—dijo Andrea asustada.
—¡Hola señora Diana, Hola señor Daniel!—Dijo Natacha.
—Tenemos buenas noticias hija—dijeron alegres.
—¡Qué celebramos!—,sorprendida.
—Tu padre consiguió un trabajo fuera del país—contestó Diana emocionada.
—¡Felicidades papá!—sonrió Andrea
—Hija, se aproxima las vacaciones, ya me dieron tu boleta… ¡Cómo, pásate de año, no te gustaría ir con tu tía Madelyn de vacaciones!—comentó Diana.
—Sí Mamá, me agrada la propuesta, sólo haré unas cosas antes de irme—pensó.
—Me parece bien hija, necesitas unas vacaciones fuera de casa,—dijo Diana.
El ama de llaves trajo la cena, se sentaron a comer.
Luego de la cena Andrea se despidió de Natacha, la acompañó hasta la puerta… Ella se retiró en su auto, Andrea subió a su habitación para descansar, ya que mañana sería un día muy largo.
Aquella vacaciones, sería un escape para Andrea, evitar que su padres se molestaran con ella; porque salió embarazada antes de tiempo.
Andrea debía comunicarse con su tía, para darle la información, contarle de su estado de embarazo.
Ella sabía que Madelyn no la juzgaría y la entendería.
Aunque era una decisión un poco fuerte, lo hacía por el bienestar de su hijo.
Al día siguiente Andrea se despertó con unas enormes náuseas y fue al baño, a vomitar.
Al salir, sé limpio con un pañuelo, busco en su agenda un número de un hospital para hacerse un chequeo médico.
—¡Buenos días! Por favor, para reservar una cita con la doctora Roxana.—dijo Andrea retorciéndose del dolor.
—Buenos días, señorita ¿me indica su nombre por favor?—preguntó amable la secretaria.
—Soy Andrea.
—Señorita Andrea, su cita es a las 10am con la doctora—informó la secretaría.
—Gracias señorita—se despidió Andrea.
Andrea tomó una ducha, se arregló para la cita.
Bajo de la escalera, se sirvió un poco de café; no probó la comida porque tenía aún el estómago revuelto por las náuseas.
Se llevó la llave de la casa y se fue un taxi que pidió.
Posteriormente, llegó al hospital.
Andrea entró y la secretaria la recibió como a todos los pacientes.
—¡Buenos días! Señorita Andrea—cortésmente.
—Buenos días, señorita. Vengo a mi cita—dijo Andrea adormecida por el dolor.
—Antes de su cita, debo hacerle la historia para que la doctora lo tenga.—comunicó.
—Está bien, señorita—no muy convencida.
Historial 123
Nombres Andrea Sophia
Apellidos: Martinez Sandoval
Edad: 16 años.
CI 3******
Estudiante si.
Listo señorita, venga conmigo, se levantó y me llevó para el consultorio.
Al entrar la señorita, le dejo la carpeta de mi historia, a la doctora se retiró.
—¡Buenos días! Señorita Andrea, un placer conocerla, soy la doctora Roxana Díaz.—cariñosa.
—Buenos días, doctora Roxana. Me llamo Andrea Martinez—contesté.
—¿En qué puedo ayudarla?—indaga la doctora.
—Doctora, quiero hacerme un chequeo, me he sentido muy mal y tengo ganas de vomitar—mareada, Andrea.
Andrea perdió el conocimiento y cayó desmayada al suelo.
La doctora Roxana, al verla, llamó a la enfermera para que le ayudará a llevarla. La dejaron en una habitación donde le administraron suero
Unos minutos después Andrea fue recobrando el conocimiento y se despertó asustada.
—¿Señorita, se encuentra bien?—preguntó preocupada la enfermera.
—Estoy mareada, todo me da vueltas—dijo Andrea descompensada.
—Voy a llamar a la doctora, para que venga a verla. Ya le pusimos un suero; pronto estará bien—contestó la enfermera.
—Gracias, —respondí congelada por el frío.
Posteriormente llegó la doctora Roxana, y, al verla, le hizo un chequeo médico, midió sus signos vitales para ver si estaba todo en orden; al terminar su chequeo pudo observar que tenía la tensión muy baja.
La enfermera, llegó, le trajo los exámenes y continúo con sus rondas.
—Mi niña, tengo buenas noticias; ya se, porque tienes esos mareos y náuseas—informó con una sonrisa la doctora.
—¡Qué ocurre, doctora!—Sorprendida Andrea.
—¡Estás embarazada, muchas felicidades!—sonriendo.
—¿Cuántas semanas, tengo doctora?—nerviosa.
“—Tiene dos semanas de gestación, me mostró eco la doctora”.
—Gracias, doctora— dije con los ojos llenos de lágrimas.
La doctora buscó en el teléfono de Andrea. Un número de su familia apareció: fue el número de Natacha, le marcó para que viniera por ella.
—Buenos días, por favor, con Natacha—dijo la doctora.
“—Buenos días, si ella habla—, nerviosa.”
—Señorita Natacha, su amiga Andrea se encuentran en el hospital.—comunicó
—¿Qué le ocurrió a mi amiga?—asustada Natacha.
—Su amiga sufrió un desmayo, ya se encuentra estable.—informó.
—Gracias doctora, por la información—se despidió.
"Natacha salió en su auto al hospital, estaba muy preocupada por su amiga Andrea; pensaba lo peor, más en su estado de embarazo."
Poco después llegó Natacha al hospital, la enfermera la llevó para la habitación donde se encontraba Andrea.
La enfermera, dejó a Natacha con Andrea y se retiró.
—¿Amiga, te encuentres bien?—agarrando la mano de Andrea.
—Tranquila, amiga, mi bebé y yo estamos bien, gracias por preocuparte—contestó Andrea.
—¡Gracias a Dios estás bien, estaba asustada!—expresó.
En ese momento llegó la doctora, le firmó el acta de retiro a Andrea para que se pudiera ir, le mando unas vitaminas, reposo, y venir para la próxima consulta.
“Natacha ayudó a Andrea subirse en el auto, se fueron para un restaurante a comer, porque recordó que no había probado bocado de comida.”