“De camino a la heladería, Andrea pensaba, cómo decirle la verdad a su mejor amigo Santiago.”
—¿Qué piensa Andrea?—le preguntó Santiago.
—En nada— contestó Andrea.
—¿Qué ocurre no me engañes?—se mostró preocupado.
—Quiero contarte algo pero no sé cómo decirte—su voz sonó entrecortada.
“Poco después llegamos a la heladería, Santiago ayudó a Andrea a bajarse del carro.”
Al entrar, Andrea y Santiago tomaron asiento; vino la mesera para atenderlos.
—Buenos días, ¿desean
ordenar?—respondió la mesera amable.
—Si, por favor, un helado de chocolate con vainilla y nueces—dijo Andrea antojada.
—¿Para el caballero?—preguntó la mesera.
—Un helado de chocolate, por favor—dijo Santiago.
—Enseguida vengo, con sus órdenes—se retiró.
—¿Que quería contarme?—mencionó Santiago.
“—Será nuestro secreto—tartamudeo Andrea.”
—¡Tan grave es!,—sorprendido.
—Si…—Triste.
—Cuénteme, preocupado.
—Estoy embarazada, tengo dos meses de embarazo —reveló Andrea.
—¡Embarazada!—gritó asombrado.
—Si, disculpa por no decirte nada antes—, avergonzada.
—¿Tus padres ya lo saben?—comentó.
—No mis padres, no saben de mi embarazo; no le he dicho nada aún,—entristecida.
—El embarazo te sentó bien, estás muy hermosa—, la halaga Santiago.
—Gracias, Santiago—sonrojada.
“Posteriormente llegó la mesera con las órdenes de los helados, los sirvió en la mesa, y se retiró.”
—Gracias por el helado que se ve rico,—agradecida Andrea.
—De nada, Andrea, quiero contarte algo— cariñoso.
—Si, claro, dime—agarre su mano.
—¡Me enamoré de ti, te amo demasiado!—expresó Santiago.
—¿No se que decirte?—asombrada.
—No puedo seguir callando, lo siento,—rozó sus labios con los de ella.
Andrea se dejó llevar por el beso que le dió Santiago. Sentía que su corazón estaba acelerado, y quería irse.
—Disculpa, Andrea—intentó separarse Santiago.
—Perdón, Santiago—sonrojada Andrea.
Santiago pagó la cuenta. Se retiraron.
De camino a la casa.
—Disculpa por verte besado,—triste Santiago.
—Tranquilo, ambos nos besamos, no pasa nada—contestó tranquila Andrea.
Al llegar a la casa, Andrea se despidió de Santiago. Pero antes de que se bajara, Andrea, Santiago le dio un beso en su mejilla.
“Poco después, Andrea entró a su casa, subió a su habitación, preparó todo para su primer día en el liceo, estaba nerviosa y al mismo tiempo muy emocionada. Tenía muchas expectativas por su nuevo año escolar.”
Andrea guardó en su corazón el recuerdo del beso que se dio con Santiago, no podía explicar lo que le transmitía, pero una bonita sensación se estaba apoderando de ella, cargada de nuevas emociones.
En casa de Santiago:
—¿Porque la bese ¡Qué idiota soy!—molesto Santiago.
—Hijo, ¿qué son esos ruidos?¿Qué pasa?—dijo la madre de Santiago al asomarse al cuarto.
—Perdón, mamá, se me había olvidado que tú estabas en la casa, lo siento—se disculpó Santiago.
—¿Qué ocurre, hijo?—preguntó la madre de Santiago, preocupada.
—besé a Andrea, le confesé lo que siento.—contestó con dolor.
—Calma, hijo,—le abrazó su mamá.
Poco después, la madre de Santiago se fue acostar a su cuarto. Santiago se quedó un rato más despierto; luego se acostó a dormir. Se despertaron al día siguiente…
Al día siguiente, Andrea se despertó temprano, tomó una ducha, bajó a desayunar, para luego ir al liceo; hoy sería su bienvenida.
La tía de Andrea se fue a trabajar en el restaurante, se quedó su primo Anderson, ya que tenía libre en su trabajo.
—Hola, prima. Buenos días—contestó Anderson.
—Hola, primo, buenos días—dijo Andrea apresurada.
Andrea se sentó a desayunar, y después que terminó de comer, se fue al liceo.
El liceo, quedaba a unas cuadras de la casa.
Al llegar, la directora Lorena recibe a Andrea y a todos sus nuevos compañeros. Les da la bienvenida al liceo y le muestra las instalaciones de casa espacio.
Poco después, le presenta a todos sus nuevos profesores de clases.
—¡Buenos días! Soy la maestra Virginia Rodríguez, seré su nueva maestra—contestó de forma cariñosa.
—¡Buenos días!—dijeron los alumnos.
A medida que los profesores se fueron presentando, se escuchó una voz del pasillo.
—Disculpe, directora Lorena, por llegar tarde—dijo Ana Karina corriendo para llegar.
—Señorita Ana Karina, cálmense por favor— dijo la directora molesta.
La compañera se incorporó a su puesto, para continuar con la bienvenida.
“Andrea volteo para atrás, vio a su compañera; lo más sorprendente fue que se parecían iguales casi gemelas.”
—Alumnos, mañana inician las clases; no voy a permitir la llegada tarde—ordenó la directora molesta.
Luego del recorrido, Andrea se fue para la casa.
De camino a la casa, Andrea se quedó pensando en el parecido que tenía con su compañera Ana Karina.