Dos días después de que Andrea dio a luz, comenzó a trabajar en su emprendimiento. Las primeras ventas fueron al lado del restaurante de su tía Madelyn, donde se encontraba una tienda de ropa.
Andrea preparó un enorme regalo que incluía un peluche, chucherías, accesorios y una tarjeta.
—¿Tía, puedes acompañarme a entregar el regalo que me encargaron? —le preguntó Madelyn.
—Si claro sobrina,—sonrió Madelyn.
Andrea subió a la habitación, le cambió la ropa a su bebé, le puso un hermoso vestido con sus zapatillas, su gorrito y sus manoplas.
Después, Andrea se vistió: se puso un vestido, rizó sus cabellos y se aplicó un poco de maquillaje en los labios y en los ojos.
Posteriormente, Andrea bajó con su niña junto al regalo y se fue con Madelyn, quien le ayudó a cargarlo mientras Andrea llevaba a su hija en brazos.
Al llegar a la tienda, la dueña nos recibe con una enorme sonrisa.
—Buenas noches, Andrea. Te estuve aguardando —contestó Mariana con tono suave.
—Buenas noches, señora Mariana. Disculpe la tardanza, le traje su regalo —contestó Andrea, y le entregó el regalo.
—Gracias, no te preocupes. ¡Felicidades por tu niña! —dijo Mariana, mientras miraba con ternura a mi hija.
—Gracias, señora Mariana—sonrió Andrea, se despidió.
La señora Mariana le entregó el dinero; antes de que saliera de la tienda, Andrea se encontró con su compañera Jennifer
—Hola, buenos días,—dijo Jenifer, le dio un beso en el cachete.
—Hola, buenos días,—dijo Andrea, y abrazó a Jenifer.
—¿Te puedo encargar un regalo para mi hermano Diego Armando?— le preguntó Jeniffer amable.
—¡Diego Armando es tu hermano!—sorprendida, Andrea.
—Sí, es mi hermano: te contaré la historia —comentó Jeniffer, y nos llevó a tomar un café.
Poco después, salimos de la tienda a tomar un café. Al llegar, la mesera nos recibió como a todos los clientes.
—Buenos días, ¿desean algo de tomar?—preguntó la mesera de forma cortés.
—Por favor, tres cafés: un café con leche para Andrea, uno negro, para Madelyn, y el otro café para mí —ordenó Jeniffer.
—Ya regresó con sus órdenes—contestó la mesera.
—Diego Armando es mi hermano. Ambos estábamos en el mismo liceo, pero a él lo sacaron porque sufría bullying. Después de tantas veces que sus compañeros le hicieron daño, mi hermano intentó suicidarse. Sin embargo, gracias a Dios, contaba con el apoyo de mi tía Amanda, quien lo ayudó a cambiar de liceo —reveló Jenifer, sin poder contener las lágrimas.
—¿Cómo estás Diego Armando?—le preguntó Andrea.
—Mi hermano está mejor, se encuentra con mi mamá de paseo y yo aproveché para buscar un regalo para él. —contestó Jennifer.
—Andrea se encargará de preparar el regalo; yo me ocuparé de hacer un delicioso almuerzo. Evita a Diego Armando y a su mamá —indicó Madelyn.
—Me parece bien—dijo Jennifer.
—Por eso no celebras tu cumpleaños, por lo que le pasó a tu hermano Diego Armando —dijo Andrea.
—Si, Andrea— dijo Jennifer.
—Disculpe la tardanza, ya llegué con sus órdenes —interrumpió la mesera. Dejó los cafés encima de la mesa de retiro.
Después de tomar café, Madelyn se levantó, fue a la caja, pagó la cuenta y nos dirigimos a casa.
Al llegar a la casa, Jennifer subió con Andrea a la habitación para hacer el regalo, mientras Madelyn estaba cocinando el almuerzo. Andrea le dio a su hija para que la cuidara Jennifer, mientras ella preparaba una caja que incluía varias fotos, chucherías y un reloj.
Después de terminar el regalo, lo envolvió en una bolsita de regalo. En ese momento, llamó Esteban y Jeniffer atendió la llamada.
—¿Aló? Buenos días, Esteban —contestó nerviosa Jeniffer.
—Buenos días, mi amada Jeniffer, ¿cómo estás? Andrea, ¿cómo has estado? Ya nació mi sobrina—dijo Esteban.
—Bien, Esteban, ¿tú cómo estás? Andrea está en la casa. Ya nació tu sobrina, se llama Evelyn Naomi —respondió Jennifer.
—Bien, mi amada Jeniffer, estoy estudiando mucho, te extraño, espero ir a verte—dijo cariñoso Esteban.
—Qué bueno saberlo, Esteban. Yo igual terminé de estudiar, aprobé el proyecto con Andrea—comentó Jennifer.
—Te voy a pasar a tu hermana Andrea para que hables con ella: —mencionó Jennifer.
—Si está bien,—dijo Esteban se despidió de Jeniffer.
—Hola, buenos días, hermano. ¿Cómo estás?—dijo Andrea, preguntándole.
—Bien, hermana, felicidades por la llegada de mi sobrina Evelyn Naomi—alegré Esteban.
—Gracias, hermano. ¿Cuándo me ibas a decir que Jeniffer y tú ya andaban?—expresó Andrea.
—¡Oh! No sabía que te habías dado cuenta tan pronto —respondió él un poco nervioso—. La verdad es que empezó como una amistad y... Bueno, ya sabes cómo son las cosas. ¿Qué piensas de eso?
—No me molesta que sean novios, me parece bien. Me alegro mucho por ustedes. Recuerda lo que hablamos en nuestra última conversación—agregó Andrea.
—Está bien, hermana, lo tengo presente. No sé, me olvido cuando salga de la universidad, iré por Jennifer —comentó Esteban.
—Debes hablar con los padres de Jennifer, dejarla que termine sus estudios, buscar un lugar donde vivirán los dos—pensó Andrea.
—Está bien, hermana, gracias por tus consejos. Para los meses que me den de mis vacaciones, iré a hablar con sus padres y quiero que me acompañen—dijo Esteban.
—Me parece bien, hermano. Nos veremos pronto. Te quiero mucho. Cuídate, un abrazo—dijo Andrea, y se despidió.
Andrea terminó de hablar con su hermano, bajó a la sala junto al regaló, la tía de Andrea ya había preparado el almuerzo.
Jeniffer llamó a Diego Armando para avisarle.
—Hola hermano, ¿cómo estás? Quiero invitarte a la casa de Andrea, ella nos invitó a un almuerzo; trae a mi mamá—, le comentó Jeniffer.
—Bien hermana, está bien; ya vamos para allá. —respondió Diego Armando.
—Los espero aquí—dijo Jennifer.
Andrea subió a la habitación, le cambió la ropa a su niña, le dio su alimento, se arregló un poco el cabello y se puso un poquito de maquillaje en los labios.