Evelyn Naomi, la hija de Andrea, cumplía dos meses; ¡cómo pasa el tiempo! Andrea decidió no celebrar su cumpleaños este año, ya que no se sentía bien para festejar.
Desde la última conversación que tuve con mi hermana Ana Karina, nuestra relación cambió. Ahora, apenas hablamos y solo me dice "hola" de vez en cuando.
Mi abuela Mónica se estaba enfermando; las pastillas que tomaba para el corazón ya no le estaban haciendo efecto y su salud empeoró. Un día, le pedí a Ana Karina que me ayudara a llevarla al hospital porque se encontraba muy mal.
—¿Qué le ocurre a mi abuela? —preguntó Ana Karina al llegar del trabajo.
—Ayúdame a llevarla al médico, nuestra abuela se siente mal —contestó Andrea, sin poder evitar las lágrimas.
—Llama a un taxi para que venga a buscarnos —dijo Ana Karina.
Andrea llamó a su teléfono, al número de un taxi.
—¡Buenas noches! Por favor, necesito un taxi en la calle 5, Los Ruices. Es una emergencia —pidió Andrea.
—Buenas noches, en un momento le atenderé—respondió el conductor.
—Por favor, venga rápido —insistió Andrea, llorando.
—Ya voy para allá—dijo el conductor y colgó el teléfono.
El taxi había llegado. Andrea abrió la puerta, subió a su abuela, luego se montó Ana Karina y, después, salió Andrea, cerró la puerta de su casa, se subió al carro y se fueron inmediatamente para el hospital.
Al llegar al hospital, Ana Karina ayudó a bajar a su abuela. Entraron al hospital y tomaron asiento, mientras Andrea se dirigía a recepción para pedir ayuda.
—Buenas noches, necesito ayuda porque mi abuela está enferma y presenta dificultades para respirar —dijo Andrea, nerviosa.
—Buenas noches. Trate de calmarse un poco. Voy a llamar a un doctor que esté de guardia para que la atienda—dijo la recepcionista mientras marcaba el teléfono.
Andrea tomó asiento junto a su abuela, y Ana Karina presentía que a su abuela no le quedaba mucho tiempo de vida.
—¡Buenas noches! Necesito un doctor disponible, tenemos una emergencia —dijo la recepcionista, mirando a Andrea con preocupación.
En la otra línea:
—Buenas noches. ¿Qué ocurre? —preguntó el doctor Diego.
—Buenas noches, doctor Diego. Tenemos una paciente que está en muy mal estado—le informó la recepcionista.
—Voy en camino; los otros doctores están de guardia —dijo el doctor.
Posteriormente, llegó el doctor, que usaba su uniforme y dejaba ver sus hermosos ojos, y se acercó a donde estaba Andrea.
—Buenas noches. La secretaria Susana me comentó que había un paciente enfermo. ¿De quién se trata? —dijo el doctor Diego.
—Buenas noches, doctor. Diego, es mi abuela Mónica; está enferma y tiene dificultad para respirar. ¡Por favor, ayúdame! —dijo Ana Karina llorando.
—Voy a llevar a tu abuela para revisarla. Espera aquí, por favor —indicó el doctor. Buscó a la enfermera para que le asistiera en llevarla.
La enfermera llevó a la abuela de Ana Karina y de Andrea, mientras ella esperaba sentada.
Ana rogaba a Dios que su abuelita saliera bien; no quería perderla.
Poco después, salió la enfermera.
—Señorita, el doctor me mandó a llevarla al consultorio; necesita hablar con ustedes —le comentó la enfermera.
—Está bien, señorita—respondieron Ana Karina y Andrea.
Andrea llegó con Ana Karina, al consultorio y tomaron asiento.
—No les traigo buenas noticias, lo siento mucho, chicas. Lamento ser portador de malas noticias —les comunicó el doctor mientras revisaba los exámenes.
—¿Qué ocurre con mi abuela?—le preguntó Ana Karina, preocupada.
—El oxígeno no está llegando al corazón de su abuela; no le quedan muchas horas de vida—dijo el doctor.
—Mi abuela no puede morir, ¡dígame que no! —expresó con negación.
—Señorita, por favor intente calmarse. Sé que esto es muy duro para usted. Su abuela nos pidió que la lleváramos a su habitación; desea despedirse—respondió el doctor.
—¿Cómo me dice que me calme? Es mi abuela la que está muriendo—espetó Ana Karina.
—Por favor, cálmate, hermana—dijo Andrea, mientras le sostenía la mano.
Ana Karina se levantó de la silla y salió del consultorio.
—Disculpe, doctor, la noticia sobre mi abuela le afectó mucho —respondió Andrea. ¿Dónde está mi abuela?
—No se preocupe, señorita Andrea; yo también he pasado por eso. Ese momento requiere tiempo para procesar la noticia —comentó el doctor, con cierta tristeza.
—¿Dónde se encuentra mi abuela?—le preguntó Andrea.
—La enfermera la llevará para la habitación de su abuela —contestó el doctor.
Andrea salió del consultorio y no pudo evitar sentir una profunda tristeza en su corazón al ver a su hermana Ana destrozada. No poder acercarse para ayudarla la ponía mal.
Poco después, llegó la enfermera y llevó a Andrea y Ana Karina a la habitación donde estaba su abuela.
Al llegar a la habitación, la abuela de Ana, Karina y Andrea estaba conectada a un respirador que le permitía respirar.
Al ver a su abuela acostada, Ana Karina le dio un beso en la frente con cuidado y no pudo evitar llorar. —Abuelita, por favor, no me dejes; te necesito mucho.
—Mi pequeña, todo estará bien; están en buenas manos. Me voy tranquila. Cuida de Evelyn y de tu hermana Andrea, por favor, no discutan más —dijo la abuela, mientras cerraba los ojos con el poco aire que le quedaba.
—Abuelita, por favor, no me dejes—dijo Ana Karina, aferrándose a su abuela mientras las lágrimas rodaban por su rostro.
Lo siento muchas señoritas su abuela ha muerto—le informó la enfermera.
—¡No puede ser! Por favor, abuela, despierta —expresó Ana Karina con negación.
—Hermana, intenta calmarte, por favor. Te necesito fuerte; todo va a salir bien—dijo Andrea, dándole ánimos.
Andrea salió de la habitación para permitir que Ana Karina finalizara su despedida. Tras la pérdida de su abuela, se había olvidado de que hoy también era su cumpleaños; solo quería agradecer a Dios por tener a su niña en sus brazos.