Amor eterno.

Segundo adiós

Una batalla feroz se desata con Vlard comandado las tropas mientras Ayla junto a las demás damas curaban las heridas de los soldados. Fue un trabajo duro que parecía no acabar y al caer la noche Ayla cayó desmayada luego de usar todo su poder divino.

Afligida por una fuerte fiebre que la hacía delirar llamaba a Vlard entre sus sueños, pero no fue hasta la mañana siguiente que él volvió.

- Sir Vlard como le fue.

- He acabado con todos de al rededor, pero quedan muchos detrás de las colinas. ¿Cómo está la princesa?

- Ella está recibiendo una ducha para recargar energías para enfrentar el día de hoy.

- Porque la obligan a llegar al límite cada vez.

- Es su deber como la gran sacerdotisa, ella nació para ayudar a su nación, a su pueblo y a su gente.

- Ella nació para vivir, no para ser su esclava.

- Como te atreves. ¡INSOLENTE!

- Quítate de mi camino antes de que pierda la última paciencia que te tengo. Ah y Ross si algo le llega a pasar a Ayla por su estúpida ideal todos morirán.

Que le pasa a este desgraciado, como se atreve a siquiera llamar a la princesa por su nombre.. Mejor aún como es capaz de librar una batalla así de intensa y volver sin un rasguño en su cuerpo y como si nada. Esto está muy mal y por desgracia se pondrá peor.

- Princesa ya se siente mejor.

- Ross por favor vísteme con ropas cómodas para poder trabajar en total libertad, ayer fue difícil con mis faldas y el corsé no me dejaba respirar.

- Le prepararé su ropa de sacerdotisa para que la puedan identificar con facilidad. Princesa por favor recapacite, no puede seguir con esto.

- No sé dé que me hablas Ross.

- Lo sabe perfectamente, usted tiene que cumplir una misión por eso estamos aquí. Si lo que le sucede es por el miedo todo estará bien, usted vivira feliz y será dichosa entre todas las mujeres.

- Nunca he sido dichosa. Hora de trabajar por mi gente.

Antes de llegar al puesto de enfermería somos atacados por las bestias quienes nos toman con la guardia baja, en pocos minutos nos vemos rodeadas y sin escapatoria.

- Princesa tomé la espada.

- Yo te cubro Ross.

Por más que intentamos detenerlos es como si no dejarán de llegar, caen 10 y llegan 20 más a tomar su lugar mientras nosotros nos agotamos lentamente. Entre tantos gritos y sangre logró verlo.

- Ayla...

- Vlard.

Me bajo a toda prisa y la abrazo con fuerza, puedo verla cubierta de sangre, pero ella está sana. - Ayla tienes que irte de aquí, se acerca un gran ejército de bestias.

- No.. No puedo.

- Claro que puedes, corre lo más rápido que puedas y ocultarte en un lugar seguro.

- No te voy a dejar solo, si morimos será juntos.

- Ayla mi amor perdóname por dejarte sola aquella vez.

- No hay nada que perdonar. Te amo Vlard y eso suficiente.

- Te amo Ayla.

Le doy un último beso antes de que los rugidos nos alerten de la amenaza que se aproxima. La veo tomar un arco y flecha mientras toma postura para la pelea.

- Ve mi amor yo voy a cuidar de tu espalda.

- Te prometo que cuando todo esto acabe escaparemos juntos sin miedo a nada. Te lo juro por mi vida Ayla.

- Aquí te estaré esperando Vlard.

Maldición el número es demasiado grande, todos están luchando con todas sus fuerzas aun así no somos oponentes para estas bestias sedientas de sangres.

Por estar descuidado una de esas bestias me tira del caballo, pero la flecha de Ayla llega en el momento justo para salvar mi vida.

- Capitán tengo noticias.

- Ahora no es el momento para eso soldado.

- ¡Capitán!

Otra flecha pasa rozando mi mejilla y puedo ver como Ayla... Mi Ayla es atravesada por una espada desde su espalda.

- ¡AYLAAA!

Corro con desesperación para sostenerla. ¿Quién?

- Te amo Vlard.

- No hables, no digas nada puedo curarte.

- Te estaré esperando amor mío.

- Ayla... Ayla por favor no me dejes.

Veo como su mano cae luego de acariciar mi rostro por última vez y un sin fin de recuerdos comienzan a invadir mi mente. Estas son mis memorias pasadas, una vida diferente de la cual no sabía nada está pasando por mi cabeza y lo único constante es el rostro de Ayla..

Una luz roja se apodera de todo el cielo despejado y este se llena de nubes densas en un abrir y cerrar de ojos. Aquel soldado con el que yo conviví por meses se transforma delante de mí y el terror invade mí cuerpo cuando lo veo caminar hasta llegar a mi lado.

- Porque... Porque la tenías que matar.

- ¿Tú eres?

- El emperador dragón, ese que tanto deseabas encontrar, la salvación para tu patética raza si me entregabas a mi esposa de regreso. Así que dime por qué la mataste delante de mi sin piedad otra vez.

- Yo... Yo no lo sabía. Perdóneme por favor.

Aprieto su cuello con fuerza. - Quien te ordenó quitármela nuevamente.

- Su.. Su majestad el rey.

- El rey porque mandaría a matar a su propia hija.

- Se enteró de lo sucedido, usted la denigro manchando su cuerpo.

- Te contaré algo antes de matarte Ross. Su historia está incompleta, cuando yo perdí a mi esposa en aquella época los dioses me maldijeron quitándole la memoria a mí también. Según ellos era para controlar mí ira y no destruir todo a mi paso por el dolor de perderla, también para poner nuestro amor a prueba y ver si a pesar de todo nos seguiríamos encontrando. Ahora antes de volver a iniciar el ciclo acabaré con cada persona que abuso de mi querida Ayla y los mandaré al infierno.

La degolló en ese mismo lugar y les ordenó a mis bestias no dejar a nadie con vida mientras me llevo el cuerpo de mi amada de regreso a nuestra casa. Después de eso hago un viaje al reino y acabo con todo en una llama eterna que les recuerde quien soy yo y de lo que soy capaz de hacer por mi amor.

- Ayla mi amor lamentó tanto no darme cuenta antes de que eras tú. No importa si pasan 1000 años más te seguiré esperando como siempre lo hago.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.