Amor eterno.

Sufrimiento sin limite

Cuando ese hombre venía de visita todos actuaban de manera diferente, las empleadas limpiaban y hasta colocaban flores y traían bocadillos, pero lo mejor de todo era que él solía pasar el rato simplemente hablando conmigo. Contándome su vida, sus aspiraciones y metas, preguntaba por mí aunque nunca le respondía con el pasar de los días comencé a bajar mi guarda.

Hasta que una tarde mientras caminaba por el jardín una empleada me volcó una tetera de té hirviendo en mis piernas, podía sentir como mi vestido se pegaba a mi piel y todo ardía de una manera que no se puede explicar en palabras. Mientras ella se reía para sí misma sin siquiera intentar ayudarme.

- Que mala suerte y yo que apunte a tu rostro, perra con suerte.

Mis amigas llegan corriendo al escuchar mi grito de dolor y una de ellas golpea de manera violeta a esa mujer mientras la otra me ayuda a romper el vestido para ver la gravedad de mi situación.

Luego de eso nos vemos rodeadas de soldados armados quienes nos gritan por golpear a la empleada. No importa de quien sea la culpa siempre seremos nosotras las que vamos a pagar.

- Acaso son ciegos miren el estado de mi señorita.

- Cállate bruja.

Uno de esos soldados me toma del brazo y me obliga a levantar. - Ya deja de fingir perra salvaje y pide perdón ahora mismo si no quieres perder tu lengua.

- Ahhh duele..

¿Ayla? Algo malo le ha pasado a Ayla. Salgo corriendo abandonando a los diputados y voy a su residencia en donde veo una escena desgarradora. Mi mujer está siendo maltratada como si nada frente a mí.

- QUE ESTÁ OCURRIENDO AQUÍ. SUÉLTALA AHORA MISMO.

- Mi lord esto no es lo que parece.

La veo con sus vestidos rasgados y su piel al rojo vivo, también un moreton en el brazo que este soldado estaba sosteniendo y ella intentando aguantar las lágrimas. No lo resisto y saco mi espada cortando el brazo del desgraciado que se atrevió a ponerle las manos encima.

- Que pasó aquí, hablen ahora o los siguientes serán ustedes.

Veo a una empleada intentando huir, pero una de las chicas que ayuda a Ayla la sujeto de los cabellos arrojándola al piso.

- Esta mujer vertió té hirviendo en mi señorita, Luego se burló de ella y después estos monstruos llegaron para intimidarnos.

Me quito la chaqueta y la tapó con ella poniendo toda mi atención en esa mujer que llora a mares a mis pies.

- Lo siento su majestad fue un simple error mío. Perdóneme la vida por favor se lo suplico.

- Te atreviste a lastimar a mi más hermosa flor y aun así súplicas piedad miserable rata.

Levanto mi espada y le cortó la cabeza en ese mismo lugar. - Que esto les sirva de lección a todos los presentes, quien se atreva a invadir este palacio correrá con la misma suerte.

La levanto y llevo de regreso adentro en donde yo mismo curo sus heridas mientras Ayla intenta resistir el dolor.

- Puedes llorar si así lo deseas.

- No voy a llorar por esto.

- Porque no.

- Todavía faltan cosas peores y todo es su culpa, que yo viva de esta manera tan miserable es todo por su culpa. Yo tenía una vida feliz en mi hogar y usted me trajo a este infierno. Con que cara pretende que le crea que está preocupado por mí si mi desgracia lleva su nombre.

- Sé que soy egoísta contigo Ayla, pero te juro que por más que intento dejarte ir no lo puedo hacer. Te juro que esto no volverá a pasar.

- No jure en vano.

Maldición pensé que todo estaba bien, creí que la estaba cuidando, pero la verdad es que todo este tiempo Ayla ha estado sufriendo por mi culpa y descuido. Esto no se va a quedar así.

- Traere a un doctor ahora mismo para curar tus heridas.

- No hace falta, una mascota como yo no merece tales servicios.

- Ayla...

Ella se da la vuelta dándome la espalda mientas se cubre, nunca en mi vida me sentí tan miserable e inútil. Salgo y les entregó una pomada a las dos mujeres que están con ella.

- Desde ahora nadie tiene permitido entrar en este lugar, yo mismo seré quien traiga los suministros y si ven a un intruso no duden en matarlo.

- ¿Señor?

- Mátenlos sin misericordia, no les pasará nada, ya que yo mismo les estoy dando la orden de proteger a su señorita a cualquier precio.

- Gracias.

- Otra cosa, quiero que me cuenten como han sido estas semanas aquí. Quiero la verdad.

Ellas me cuentan con lujo de detalles todo lo que han vivido en manos de la servidumbre del palacio. La comida en mal estado, las aguas contaminadas, sin suministros para pasar las noches frías. Totalmente aisladas y maltratadas por todos.

Me inclino ante ellas y les suplico perdón, sé que esto no corrige nada, pero desde ahora todo cambiará. Voy directo a ver a mi esposa quien toma el té animada junto a otras damas de la corte.

- Oh que sorpresa, es el joven amo.

- Muy buenas tardes, señoras. Esposa puedes venir un momento conmigo.

- Aww es tan encantador ver como los dos se llevan tan bien que incluso el joven amo abandona su trabajo por ver a su esposa.

- Brisa.

- Es... Estoy ocupada ahora, que tal si más tarde pasó por su oficina mi señor.

- Tienes 20 minutos.

Trago grueso ante esa amenaza disfrazada de bondad, de seguro ya averiguo lo que he estado haciendo y ahora voy a estar en problemas. Las señoras no dejan de adularme por la buena relación que tenemos y tampoco dejan de insistir cuando llegará el primer bebé de ambos, pero la realidad es muy distinta a la que se ve a simple vista.

Del hombre gentil y bondadoso con el que yo me casé no queda nada y todo eso ocurrió debido a que esa maldita mujer invadió mis dominios arruinando todo. Me tengo que deshacer de ella como sea, no voy a dejar que me quite lo que es mío y eso lo incluye a Vlard.

Por suerte si ya descubrió a las sirvientas ahora puedo usar a las otras concubinas, no hay necesidad de ensuciar mis delicadas manos con algo tan sucio como una campesina.




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