Amor eterno.

Otra vez al borde de la muerte

- Hemos escuchado que el señor te visita seguido y que te trata muy bien. ¿Cuál es tu secreto?

- El señor me trata igual que a ustedes, después de todo yo también soy solo una cortesana más.

- Ja ja por favor no finjas, incluso te peleo a tu padre. Yo llegué aquí porque así mi familia lo dispuso.

- Yo igual, no tuve opción.

- Yo tampoco la tuve señoritas, nunca quise quedarme aquí.

- Entonces porque no escapas.

- No sé cómo hacerlo, las paredes son muy altas y no sé me permite salir de mi residencia.

- ¿Si te ayudamos escaparías?

Antes no lo habría dudado ni un momento, pero ahora no quiero irme de aquí, aunque tampoco sé cómo explicarle esto a estas mujeres que claramente aunque parezcan amables por fuera tienen malas intenciones por dentro.

- Agradezco su propuesta, pero estoy custodiada y será imposible, tampoco quiero meter a nadie en problemas por mi culpa.

- Ahora somos amigas así que no te preocupes, tenemos que estar unidas para sobrevivir a la furia de la esposa.

Respiro profundo mientras observo a las nubes moverse por el cielo, que lindo sería poder ser tan libre como ellas y simplemente dejarme llevar por la brisa a nuevos horizontes sin preocupaciones. Luego de que la fiesta acaba nos toca ir cada quien a su carruaje para volver a casa, en el mío hay una caja en particular y al voltear veo la sonrisa amigable de una concubina mientras se marcha.

- De seguro es un obsequio para ganar mi amistad u confianza.

- O veneno, aquí nunca se sabe con qué pueden salir estos demonios con piel de mujer.

Inocentemente, abro la caja finamente tallada de la cual sale un polvo blanco que se esparce rápidamente por todos lados y de repente mi piel comienza a arder de una manera inexplicable.

- ¡AYLA!

- Me está quemando.

Las puertas están cerradas por fuera y aunque mi otra acompañante pide a gritos ayuda desde afuera nadie nos viene a ayudar.

Horas después Vlard está en un estado de catarsis incontrolable al ver el estado de Ayla en la cama.

- Como fue que esto pasó. Exijo una explicación.

- Es un polvo muy difícil de conseguir aquí, muy nocivo para la piel, ya que se la come al contacto con el aire. Lamentablemente, la otra mujer murió por la gravedad de las heridas y apenas la joven se mantiene con vida. Mi señor lo siento mucho, no creo que pase la noche.

Lo sujeto del cuello lleno de furia. - Me estás diciendo que ella va a morir.

- No.. Hay nada que se pueda hacer, el bebé...

No puede ser verdad, mi hijo no pudo dejarnos cuando su vida comenzaba a formarse dentro de Ayla. Salgo tirando todo a mi paso hasta llegar junto a la otra chica.

- Que paso.

- Yo estaba cargando unas cosas en la parte posterior, pero alcance a escuchar que había una caja en el asiento del carruaje, pude ver a una de las consortes sonreír y luego al volver las puertas ya estaban cerradas.. Nadie de los presentes me quiso ayudar señor.

Puedo ver sus manos lastimadas mientras llora por todo lo sucedido, ella hizo hasta lo imposible por intentar abrir esas puertas. Por intentar salvarlas mientras todos mis guardias no hicieron nada.

- Quiero que vengas conmigo un momento por favor.

La llevo al centro de mi palacio personal en donde están todas las personas que se suponen debían custodiar, también está Brisa, mi madre y las otras dos consortes. Tomo mi espada y comienzo a degollar a todos y a cada uno de ellos sin darles la oportunidad de decir nada.

Llego a una empleada y con mi rostro lleno de sangre le doy la oportunidad de salvar su vida.
- Tienes algo que decir o te llevaras el secreto a la muerte como los demás.

- Piedad mi señor...

- ¿Nada?

- Fue... Fue la consorte del palacio de rubí.

- BLASFEMIA....

- Sujétenla y llévenla al calabozo, yo mismo la voy a interrogar

- Hijo estás llevando esto muy lejos. Acaso sabes los problemas que esto nos va a traer.

- Ayla estaba esperando a mi hijo, mi primogénito madre y fue asesinado sin piedad. ¿Qué castigo es digno por lastimar al futuro heredero?

- Que acabas de decir... Esto no puede ser verdad, como esa salvaje podía llevar a tu hijo en su cuero.

- Esa salvaje como la llamas es la única mujer digna de llevar a mi descendencia. Ninguna otra podrá ocupar su lugar jamás.

Brisa se estremece al escuchar mis palabras dirigidas a ella porque yo sé que fue ella la que planeó todo esto y una vez que está zorra suelte la lengua sabe que vendré por ella.

Me voy dejando la orden de matar a todos los involucrados, no me importa si son nobles o simples sirvientes nadie se salvara de mi ira.

- Que vamos a hacer ahora su majestad, si Vlard se entera me matara a mí también.

- No tengas miedo Brisa.

- Como no tenerlo si incluso esa mujer llevaba a su hijo en su asqueroso cuerpo.

- Mi hijo aunque ahora te odie no puede tocarte así que no tienes que volverte loca por cosas así.

Aunque debo de admitir que ni siquiera yo reconozco a mi hijo, es como una bestia salvaje sedienta de sangre y todo debido a esa maldita mujer.

En el sótano Vlard desvistió por completo a la mujer y la encadenó de pies y manos.

- Quien te ordenó lastimar a Ayla.

- Por favor mi señor tenga piedad.

Un latigazo se escucha seguido de un fuerte grito que se escuchó hasta la planta alta.

- Seguiré así hasta que contestes con la verdad.

- Clemencia.

Otro latigazo más y la sangre comienza a salpicar las paredes, mientras se comienza a ver la carne desprenderse del delicado cuerpo de la mujer.

- Sabes esto no se compara en nada a lo que le hiciste a mi amada así que no esperes piedad cuando no la tuviste con Ayla y mi hijo.

Tomo un hierro al rojo vivo y la marco en la panza. - AHHHHHHH.

- Habla o lo próximo será tu rostro.

- Fue... Fue.. La señora Brisa, ellas nos ordenó desaceranos de esa mujer a cambio de un mejor trato.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.