Amor eterno.

Nuevamente adiós

Paso cada día al lado de Ayla, ella se aferra con todas sus fuerzas a la vida aunque su condición no mejora. Al menos ahora por lo menos come a pesar de estar vendada en su totalidad puedo tocar sus manos que se mantienen cálidas.

- Mi señor su madre pide clemencia para su esposa.

- Esa mujer no es mi esposa y como tal pasará el resto de su vida confinada a esa torre hasta que muera.

- Mi señor la familia de la señora pide audiencia con usted.

Luego de salir del calabozo ordene que a Brisa se la confiscara a una torre abandonada sin lujos ni comodidades, mi madre intervino aunque no lo suficiente para aplacar mi ira. Quería matarla en ese mismo momento, pero sabía que no podía hacerlo aun así no la dejaría escapar después de lo que hizo. Desde ese día no he tenido paz lo que me está llevando al límite.

- Mmmm.

- Ayla.. Mi amor quieres agua.

- Mmmm mmm.

- No te esfuerces aquí estoy a tu lado y no me voy a ir.

Era tan difícil verla en ese estado, yo tenía pensado divorciarme de Brisa alegando que era infértil para hacer a Ayla mi única esposa, pero esas malditas actuaron antes de poder protegerla y ahora la tengo que ver sufrir sin poder hacer nada por ayudarla.

- Tienes que resistir amor mío, tienes que ser fuerte para poder estar justos y está vez ya nada nos va a separar.

A pesar de que los médicos me dicen que ella evoluciona increíblemente, yo no puedo esperar para volver a ver su hermosa sonrisa. Ayla es mágica, lo que puede matar a cualquier persona a ella no la derriba aunque si la lástima.

Estaba tan sumergido en ella que no me di cuenta lo que se planeaba a mis espaldas. Una tarde con Ayla más recuperada me llega la alerta de una posible invasión, tropas de otro territorio se movilizaban hacia mi dominio y su capitán al mando un hombre del oriente.

- Dicen que es el prometido de la joven dama que viene por ella.

- Si quieren pelea pues les voy a dar pelea.

- Señor la gente está comenzando a hablar, dicen que ha perdido el juicio, que esa mujer es una bruja que lo ha hechizado para acabar con todo nuestro imperio.

- Que piensas tú de todo esto.

- Yo opino que tienen razón, ningún hombre puede llegar tan lejos por una simple mujer.

- Ella no es una simple mujer, Ayla es mi mundo entero y si por estar a su lado lo tengo que prender fuego lo voy a hacer sin dudarlo. Ahora dime si estás conmigo o en mi contra.

- Lo siento mi señor, no creo que una sola vida valga más que la de cientos fieles creyentes.

Coloco mi espada en su cuello y siento la mano de Ayla sujetarme. - No lo hagas, ya no quiero ver más sangre por favor.

- Ayla..

- Por favor ya para, ese hombre dice la verdad una vida no vale más que otra y yo no quiero cargar con ese peso en mi memoria. Apenas y si puedo vivir con el dolor de la pérdida de mi hijo, no me obligues a ver a madres sufrir mi mismo dolor.

- Que quieres que haga Ayla, dime que deseas que haga.

- Vámonos lejos de todo esto, lejos de aquí en donde podamos vivir tranquilos únicamente nosotros dos.

- Bien.

- Mi señor no puede abandonar su puesto.

- Es eso o que me quedé aquí y destruya todo a mi paso.

Ayla le escribe una carta a su padre explicando todo y pidiendo volver a casa sin hacer ningún daño mandando a su amiga a entregarla.

- Mi señorita de verdad quiere hacer esto.

- Es la única solución para que ya no corra más sangre. Cuídate y vive feliz, gracias por toda tu ayuda y amistad.

- La voy a extrañar mucho mi señorita.

Mientras esa muchacha se va yo preparo todo para nuestro viaje, por fin vamos a poder vivir una vida pacífica y lejos de toda ambición o mal. Solo ella y yo siendo felices.

Esa noche mientras partimos en la oscuridad únicamente iluminada por la luna nos vamos tomados de la mano soñando en que nos deparará el futuro cuando llegando a las afuera de la tierra del reinado nos vemos rodeados.

- Que mal agradecido resultaste ser Vlard. Te di una vida envidiable con la que cualquiera soñaría, te ofrecí el estatus más alto y el poder de gobernar y así me pagas.

- Que haces aquí madre.

- Impidiendo que todo mi esfuerzo se vaya por un agujero todo por tu egoísmo. Sabes Vlard yo te encontré entre la maleza una tarde de verano, un pequeño niño huérfano que se moría de hambre y mira hasta donde llegaste gracias a mí y ahora como si nada te vas por una mujer.

- No hagas esto más difícil.

- Esto lo has provocado tu hijo mío no me culpes a mí por tratar de salvarte. Agárrenlos.

- NOO AYLA...

- Vlard...

- Tanto alboroto por una simple y ordinaria mujer. Que patético resultó ser el corazón de mi querido Vlard y todo por ti bruja, ahora arrancaré tu corazón.

- No lo hagas por favor.

Veo como esa mujer entierra una daga en el corazón de Ayla y luego la empuja por el risco, en ese momento todo a mi alrededor comienza a arder quemando a los hombres que me sostenían e incluso el suelo bajo mis pies comienza a temblar.

- Que.. Que es todo esto.

- Me acabas de robar a la mujer de mi vida, esa misma que llevo vidas esperando. Ahora verás con tus propios ojos como todo lo que amas se quema.

- Vlard..

Con un solo movimiento de mis dedos todo comienza a arder sin parar llegando hasta el castillo, la tomo del cabello y la llevo a ver como todo su imperio arde hasta los cimientos.

- Demonio... Eres un demonio.

- Y tú eres una pecadora que está a punto de pagar todos sus crímenes.

La llevo a la torre en donde estaba Brisa y la dejo juntas esperando su final. Trabó todas las puertas y desde abajo prendo fuego todo. Nuevamente otro imperio ha caído, nuevamente he perdido contra el destino y este se ha llevado a mi amada Ayla. ¿Cuánto más podré soportar verla morir sin poder hacer nada?

¿Cuántas veces más la vida me dejará disfrutar de su amor antes de quitármela miserablemente?




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