Amor eterno.

¿Quién eres?

- Quien eres..

Veo un auto negro pasar y a varios hombres de negro caminando por la vereda, cuando estos se alejan ella por fin se separa de mí.

- Lo lamentó mucho si no hacía eso me habrían llevado de regreso.

- ¿Estás en problemas?

- Gracias a usted ya no. Adiós.

Así como si nada la veo irse, su cabello plateado es lo último que recuerdo y esa dulce voz no sale de mi cabeza. Esto es como un veja bu, siento que ya lo he vivido antes. No sé su nombre o de donde viene, pero tengo cada momento grabado en mi memoria como una película que se repite una y otra vez.

Así pasó todo el fin de semana encerrado en estas cuatro paredes queriendo salir corriendo sin rumbo alguno persiguiendo a alguien a quien no conozco. Por fin llega el lunes y como ya ea habitual en mí soy el primero en llegar Betty se me queda observando más tiempo del común incomodándome inmensamente.

- Ya solo dilo.

- Tienes algo extraño, te ves diferente como más hermoso de lo normal. ¿Pasó algo bueno este fin de semana?

- Que tonterías dices.

- Como sea tengo que entrenar a esos pequeños bastardos.

- Buena suerte.

Ni siquiera puedo concentrarme de lo que tengo en frente, no sé que me está pasando siento todo mi cuerpo arder. ¿Tal vez estoy enfermo? Camino por los pasillos intentando centrar mi mente en algo cuando la vuelvo a ver a través del cristal, ella sonriendo es la cosa más hermosa que jamás mis ojos vieron.

- Bueno, chicas ya estuvo bueno a trabajar ahora mismo.

- Si señorita Betty.

Ella comienza a estirar para comenzar su rutina y es simplemente como ver un hada, mi corazón no deja de palpitar, mis manos sudan y mis pies se mueven sin permiso.

- Oh Vlard que haces aquí.

- Estoy revisando todo. ¿Quién es ella?

- Es la chica perdida, llego el sábado en la noche. Es muy buena no lo crees.

- Increíble.

Luego de la rutina todos se forman para brindar su saludo. - Chicos él es el profesor Vlard Moors, sé que todos ya lo conocen, pero una persona todavía no. Ayla Capaldi da un paso adelante.

- Muy buenos días, profesor Moors, le pido disculpas por llegar tarde y le agradezco la oportunidad de no darme de baja.

- Ven conmigo a mi oficina.

Veo como los demás jóvenes se estremecen ante mi voz gruesa, sé que acabo de sonar enojado, pero la verdad es que estoy muy nervioso y las palabras salieron sin pensar. Ayla entra detrás de mí y agacha la cabeza esperando un regaño.

- Yo lo lamentó mucho.

- Porque te estás disculpado.

- Por atrasar el programa, por no llegar a tiempo.

¡No llegar a tiempo! Esas palabras hacen que algo dentro de mí reaccione como si estuviera esperando esas palabras por mucho tiempo, camino hasta ella, la quiero abrazar con fuerza, pero me detengo al verla cerrar sus ojos.

- Porque no llegaste con el grupo Ayla.

- Tenía problemas personales.

- Eres la misma mujer que vi esa noche no es cierto.

Ella levanta esos impactantes ojos y me ve directo a los míos. - ¿Era usted el de esa noche?

- Era yo.

- Cuanto lo siento, de verdad no tenía otra opción si quería llegar aquí.

- Puedes contarme que está pasando.

- Es que mi familia se opone a que yo sea atleta, ellos quieren que sea una doctora y por eso escape de casa.

- Ya veo...

- Lo lamentó mucho yo no quería ocasionar problemas profesor.

- Puedes irte ahora, luego hablaremos.

La veo irse apresurada y es que no quería dejarla ir, pero si no lo hacía me volvía loco y cometería un error muy grave. Me siento y comienzo a leer su expediente.

Ayla Capaldi de 23 años de edad, viene de una escuela muy buena ellos la recomendaron por su buen desempeño y habilidad... Ayla Capaldi porque me haces sentir de esta manera tan extraña.

Luego de un largo día pasó a revisar que todo este cerrado cuando me la vuelvo a encontrar, pero esta vez está siendo regañada por otro profesor.

- Esto no es un desfile de modas para que lleves tu cabello de ese color así que mañana mismo te lo quitas. Aquí hay reglas que seguir niñita.

- Profesora esto no es decoloración así nací.

- Ja ja Que escusa más patética, o te lo quitas o te vas de regreso a casa.

Puedo ver como aguanta las lágrimas mientras esa mujer pincha su frente y no lo resisto más, la tomo de la muñeca y la alejo de ella.

- Profesor Moors que cree que está haciendo.

- Eso le pregunto a usted, con que derecho golpea a una estudiante.

- Esta insolente se atreve a llegar una semana tarde y encima llega con su cabello de ese color.

- Yo.. Yo prometo que no he hecho nada con mi cabello, es de este color desde que nací.

- Ya cállate mentirosa.

- Profesora acompáñame a mi oficina ahora mismo.

Me la llevo de la muñeca hasta mi oficina y le enseñó el archivo de Ayla. - Esa chica no está mintiendo aquí se ve en las fotos que ella siempre ha tenido el cabello de ese color.

- No te dejes engañar Vlard estas pequeñas zorras son astutas.

- Ya deja está estupidez de lado y deja de molestar a las estudiantes o te reportaré con el director, lo que haces es abuso de poder y maltrato.

- Tch Yo hago lo que nadie más quiere y es poner orden.

Luego de eso esa mujer se va azotando la puerta, tal parece que Ayla no la va a tener nada fácil aunque admito que su color de cabello es muy peculiar y difícilmente alguien va a creer que es real.

Para cuando llegó al estacionamiento ella me está esperando sentada en una banca.

- ¿Ayla?

- Le quería agradecer por lo de recién, Aquí tiene es un chocolate.

- No hace falta.

- Nadie cree que este sea mi color natural, pero si lo es y me gusta así, no seria yo misma si lo cambio solo para encajar aun así muchas gracias otra vez me ha salvado. Adiós profesor.

Odio cuando dice adiós de esa manera.




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