Amor eterno.

Ayla

Desde pequeña he sentido que tengo un don, podía aliviar a las personas o animales con tan solo tocarlos y concentrarme en ello. Mi familia es de doctores así que al principio pensé que era algo normal, pero conforme fui creciendo me di cuenta de lo equivocada que estaba.

Papá y mamá trabajaban incontables horas y no siempre podían salvar vidas mientras a mí no me hacía falta nada más que concentración para aliviar cualquier herida o enfermedad. Mi abuelita me explicó que yo había nacido con una luz especial y que era alguien especial.

Incluso llegaba a verla de vez en cuando. Una luz dorada que brillaba en mi pecho al igual que la necesidad y anhelo de alguien a quien extrañaba sin siquiera tenerlo en mi vida. Los años siguientes fueron difíciles al intentar llevar las expectativas de mis padres y la necesidad de no querer seguir sus pasos.

Era como si me sintiera extremadamente cansada de servir el deseo de alguien más, por una vez quería hacer lo que yo quisiera aunque no supiera exactamente que era. Mi único amigo siempre fue Ross quien se mantuvo a mi lado a pesar de todo y fue una de las personas que me alentó a seguir mi intuición que me decía que tenía que llegar a este lugar.

Esa noche en que me crucé con el profesor no sé como explicar lo que sentí, era como si algo que había estado roto toda mi vida de repente se volverá a reparar, como si por fin después de mucho tiempo encontrará la última pieza de un rompecabezas que nunca logre armar y solo me bastó sentir su aroma, ver sus hermosos ojos y escuchar su voz por un instante.

Pero ese instante fue suficiente para darme cuenta de que mi vida ya no era únicamente mía y quien lo diría que volveríamos a encontrarnos. Si esto no es el destino entonces no tengo otra explicación. Cuando lo vi con esa mujer era como sentir un cuchillo desgarrado mi interior, verla a ella tomada de su brazo hacía que mi sangre hirviera de rabia y me costó mucho disimular.

Me llevo días sin sueño entender por qué me ponía así de mal por un hombre al que ni siquiera conocía y al que claramente no tenía nada que reclamar y por fin lo entendí cuando me llevo a ese orfanato y conocí a ese niño. Llevaba años sin usar mi don con nadie, se suponía que era un secreto, pero no lo dude porque en ese momento entendí que yo estaba enamorada de Vlard y que ese pequeño significaba mucho para él y que yo estaba dispuesta a todo con tal de ver esa hermosa sonrisa en su rostro.

Así que me llene de valor y le dije mis sentimientos, sé que está mal, sé que se puede meter en muchos problemas por mi culpa y que aunque me vista de hombre para poder estar a su lado en algún momento todo puede salir mal, pero ya no lo podía soportar más.

Gracias al cielo Vlard siente lo mismo que yo siento y ahora ya no hay dudas de que no importa que, yo soy de él y él es únicamente mío. Ese abrazo me lo dijo todo y con eso me basta para ya no querer alejarme nunca de su lado.

- Hey niña que te tiene tan distraída.

- Perdóname Ross no te estaba prestando atención.

- Ya me di cuenta, llevo hablando solo 20 minutos. ¿Dónde te metiste anoche?

- Estaba haciendo algo muy importante.

- Ayla..

- Tranquilo sé lo que estoy haciendo. Hoy estás muy guapo. ¿Vas a ver a alguien?

- A ti tonta.

- Ja ja ja ja.

- La verdad estoy cansado de ese uniforme y cuando puedo ser yo me gusta vestir bien. ¿Te gusta?

- Te queda muy bien.

Ross es un chico guapo y de cierta forma se puede decir que nuestras familias esperan que algún día nos casemos. Él viene de una familia de abogados y la mía de doctores que mejor combinación, pero Ross a mis ojos es mi único amigo, mi hermano y confidente por más que quisiera no podría verlo con ojos de mujer y me alivia que él lo sepa.

- Vamos a caminar un poco. Ayla como te va en las prácticas.

- Muy bien aunque hay una profesora que me odia. No me cree que este es mi color natural y siempre me molesta.

- Si acaso tu papá se entera te llevará de regreso.

- Eso ni se diga, la abuela peleo mucho porque yo tenga este año libre así que puedo aguantar cualquier cosa.

- Que afortunada lo que yo daría por tener un año siendo y haciendo lo que yo quiera.

- No estás cansado de llenar las expectativas de los demás Ross, digo ellos ya tuvieron su vida porque nosotros no podemos disponer de las nuestras como queramos.

- Porque ellos tampoco tenían opción y no podemos ser mal agradecidos después de todo no todas las personas cuentan con el privilegio de asistir a buenas escuelas para crear un buen futuro.

Así es Ross, aunque no le guste algo tiene un fuerte deseo de lealtad y sigue las reglas aun sabiendo que no será feliz, antes solía querer ser un poco más como él, pero entendí que la vida es muy corta y para bien o mal es mía. Siempre que me caiga me puedo volver a levantar y aprender de mis equivocaciones.

Pero la realidad es que justo ahora estoy apostando todo a Vlard porque una vez que acabe este año me llevarán de regreso quiera o no.




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