Amor eterno.

Dando luz

Luego de empacar todo lo unico que me falta es guardar los restos de mi corazón en la maleta y decir adiós para siempre. Salgo rápido al orfanato a despedirme de Pedro y ver si por fin me dará el sí que tanto anhelo escuchar.

El camino se hace eterno y eso es porque en cada rincón veo a Vlard, me pregunto si algún día por fin podré olvidarlo para siempre. Dicen que de amor nadie se muere y que no hay dolor que dure 100 años, llego el momento de comprobar si esas palabras son de verdad.

- Hola cariño.

- Ayla si viniste.

- Por supuesto que si aunque está será la última vez, ya que me tengo que ir.

- ¿Te vas?

- Así es, llego el momento de regresar a casa. ¿Pensaste en lo que hablamos la otra vez? Me gustaría muchísimo darte este regalo antes de irme, Pedro.

- Te vas por culpa de Vlard no es así.

- No, él no tiene nada que ver con lo que yo tengo que hacer.

- Él vino el otro día y me dejó está carta para ti, digo que por favor le permitieras hablar una última vez.

Descarado como se atreve a involucrar a un niño en sus cochinadas.

- Pedro pronto tendrás una familia y vas a ser muy feliz.

- Yo no quiero a esa mujer, ella es mala.

- ¿Mala cómo?

- Me dijo que sería mi mamá, pero que solo para mantener contento a Vlard porque en realidad soy un estorbo.

- Ella de verdad te dijo esas palabras.

- Incluso ahora ya no puede venir aquí, Vlard les dijo a las monjas que era todo mentira y que esa mujer es peligrosa.

Con razón vi un móvil policial cerca de aquí, aun así si esa mujer se atrevió a ser tan cruel con Pedro no se lo voy a perdonar.

- ¿Si yo voy a ver a Vlard me dejaras curar tus ojos? Ahora más que nunca necesitas de ellos para cuidarte de esa mala persona.

- Está bien Ayla, voy a dejar que me cures mis ojos, pero no se lo digas a nadie por favor.

- Tranquilo esto va a ser un secreto entre nosotros dos.

Me siento detrás de él y coloco mis manos en sus ojos concentrando todo mi poder para quitar la niebla que los cobres, esto es un procedimiento largo y agotador, pero sin duda vale la pena por Pedro. Por favor madre tierra ayúdame a sanar a este pequeño niño, dale la bendición de ver el mundo con sus propios ojos y llena de color toda su vida.

- Ahora voy a quitar mis manos lentamente y tú tienes que abrir tus ojos de a poco, no será como la otra vez que te permití ver a través de los míos.

- Esta bien.

- Despacio y con calma, Pedro.

Luego de unos minutos por fin nos encontramos viéndonos frente a frente, Pedro desliza sus manos por mi rostro como reconociéndolo.

- Eres igual a como te imaginaba Ayla. Eres idéntica a un ángel.

- Gracias por tus lindas palabras.

Tomo sus manos y las beso, estoy mareada y muy cansada no sé como voy a hacer para llegar a casa.

- Esta es la carta de Vlard.

Querida Ayla sé que las cosas tomaron un rumbo incierto y que todo esto es mi culpa, sé que soy un descarado al pedirte que me escuches, pero te juro que siento que me muero si no te tengo cerca de mí. Por favor una última vez, dame la oportunidad de verte una última vez. Si decides aceptar te estaré esperando en la terraza del gimnasio cada día de mi vida. Vlard.

- Tú que piensas amiguito.

- Yo digo que le des una última chanse, es un tonto, pero de seguro se merece que lo escuches.

El problema es que está noche yo me voy y no puedo estar en dos lados al mismo tiempo. Si quiero verlo tendré que irme ahora mismo.

- Está bien, por ti se la daré. Cuídate y si algo pasa pide ayuda, te quiero mucho Pedro y espero verte pronto.

- Cuídate Ayla y muchas gracias por darme está nueva vida llena de color.

Nos abrazamos como si fuéramos dos piezas buscando su lugar en el rompecabezas, como me gustaría llevarlo conmigo y darle una familia, pero él ya tiene a alguien que lo espera.

- Te voy a extrañar muchísimo.

Salgo con lágrimas en los ojos, pero con el alma tranquila. Apenas y reconozco el camino hasta mi auto, no pensé que en verdad esto me afectaría tanto aun así valió la pena y lo haría mil veces sin dudarlo.

Trato de conducir despacio esforzándome al máximo para distinguir los autos y los semáforos, todo es tan confuso que casi no entiendo por donde estoy llegó, pero milagrosamente llegó al gimnasio. Reviso la hora y logró distinguir las 19 horas si Vlard no está entonces no habrá oportunidad alguna.

Subo las escaleras aferrada a la pared y al abrir la puerta puedo ver un montón de colores a mi alrededor. Unas manos grandes se apoderan de mi cintura mientras una voz ya conocida me susurra al oído. - Si viniste.

Lo aparto de mí mientras ignoro su mirada alejándome un poco más. - Que es lo que quieres decir, no tengo mucho tiempo así que habla de una buena vez.

Puedo sentir sus manos entrelazarse con las mías. - Lo siento Ayla, lo siento mucho, pensé que lo mejor era separarnos, pero fui el primero en caer y ya no sé cómo seguir viviendo sin ti.

No puedo ver su rostro aun así no me hace falta porque sus palabras están cargadas de angustia y dolor, pero eso no es motivo suficiente porque yo también sufrí por su cobardía, también senti y siento morir por sus actos.

- Como te atreves a decir eso cuando ya tienes a alguien más en tu vida, como te atreves a llamarme después de todo el daño que me causaste por tu inseguridad.

Suelto mis manos de las suyas intentando no llorar, Vlard no se merece ni una sola lágrima más de mi parte.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.