Amor eterno.

El precio a pagar

Al regresar a casa todo está igual que aquel día, todavía puedo ver la sangre de Ayla en el piso y su aroma aún permanece intacto en mis sábanas. Esa noche fue perfecta, solo los dos amándonos como tantos años atrás y ahora ni siquiera sé donde se encuentra, pero tengo la esperanza puesta en que esta a salvo y sobre todo viva.

Mientras me acuesto y me aferro a la almohada que tiene su esencia me pregunto si es correcto buscarla. Todavía tengo miedo de ser su desgracia y quizás ella esté mucho mejor sin mí, pero la extraño tanto que no sé si resista la tentación de salir corriendo a buscarla.

Ayla mi amor donde estás, estás bien, te acuerdas siquiera de mí. Mis hermanos dijeron que tenía que pagar un precio, me pregunto cuál fue. Espero que no sea mantenernos alejados, nosotros no cometimos ningún pecado simplemente nos amamos sin lastimar a nadie, no merecemos ser castigados por amar.

Esa noche sueño con ella, la veo tan hermosa como la primera vez en aquel prado en donde la encontré llorando. Siempre me pregunté si en realidad no fue ella la que me encontró ese día, después de todo yo estaba desesperado queriendo escapar y fue entonces que Ayla apareció con su inmensa luz iluminando mi mundo oscuro.

A la mañana siguiente paso al instituto a recoger mis cosas y puedo notar como todos me observan, intento acercarme a una de sus amigas, pero estás se alejan rápidamente de mí. Luego de recoger todo voy al orfanato solo para encontrarme con más malas noticias.

- Vlard mi niño lo lamento mucho, pero ya no puedes acercarte a los niños.

- No soy un criminal y la corte me declaró inocente. ¿Qué pasará con Pedro?

- Si antes era casi imposible ahora eso no pasará de ninguna forma. Yo sé que eres inocente, yo misma declare que esa lunática estuvo aquí, pero ya sabes como funciona esto.

- Lo entiendo por favor dele esta carta a Pedro para que sepa que no lo abandone, no quiero que me odie pensando que lo he dejado solo cuando no es así.

- No te preocupes yo se la voy a dar y ya he hablado con él explicando todo lo sucedido. Cuídate mucho Vlard.

- Usted también.

Brisa al final lo lograste, me quitaste todo lo que un día ame y me has convertido en el hombre más miserable sobre la tierra. Ahora estoy solo sin nadie que me consuele en mi peor momento.

Empaco todas mis cosas y me voy de lo que un día considere un hogar, busque por todas partes alguna novedad o noticia de Ayla, pero era como buscar una aguja en un pajar. Me mantuve alejado de todos en una casa rural tal como cuando todo inicio. Este sería mi castillo y cada día salía a caminar por los prados intentando tener la misma suerte que aquella vez.

Pero los días se convirtieron en semanas y luego en meses y más tarde en años y yo me mantenía solitario pensando que fue eso que hice tan mal como para merecer este castigo divino. Perdí a la única mujer que he amado y ni siquiera le pude cumplir la promesa de cuidar a nuestro hijo creo que al final de cada día entiendo más que jo merezco el amor.

Desde aquella tarde pude sentir que algo en mi pecho cambió. Tal parece que he recuperado mi corazón eso significa que ya nada me ata a Ayla solo este amor que nunca morirá. Mientras camino con un sin fin de pensamientos en mi cabeza choco con una mujer.

- Perdóname estaba caminando sin mirar por donde. ¿Eres de aquí?

Esa mirada tan penetrante, ese aroma tan familiar. Dudo de que esto sea una realidad, pero es ella... Es mi Ayla.

- ¿Ayla?

- Acaso nos conocemos, señor.

- Yo... Mi nombre es Vlard y si yo vivo en la casa que se ve a la distancia.

- Que bonita, debe de ser muy tranquilo vivir aquí. Por casualidad no ha visto a un niño corriendo por estos lados.

- No. ¿Buscas a tu hermanito?

- Mi hijo de hecho.

Claro ya pasaron años de seguro Ayla siguió con su vida se casó y formo una bonita familia, no entiendo por qué estoy llorando cuando debería de estar feliz por ella.

- Estás bien.. Porque lloras.

- Estoy bien. ¿Quieres que te ayude a encontrar a tu hijo? Yo conozco todo este lugar como la palma de mi mano.

- Te lo agradezco, ese niño no se a quien salió tan travieso.

- Estás de vacaciones o piensas mudarte por estos lados.

- En realidad es extraño simplemente estoy aquí porque tenía que estar aquí.

- Ya veo. ¿Tu hijo que edad tiene? ¿No estará paseando con su padre?

- Solo somos nosotros dos y mi Pedro tiene 14 años ya es todo un hombrecito.

- ¿Cómo dijiste que se llamaba?

A nuestras espaladas escuchamos una voz que ya conocía a la perfección. - Mamá... Mamá por fin te encuentro.

- Hay estas, Pedro meteníass muy preocupada.

- ¿Tú eres?

Niego con la cabeza ahora entendiendo todo. Este era el precio a pagar por la vida de Ayla, ella al regresarme mi corazón olvidaría todo incluyéndome a mí y nuestro amor. Ella ya no sentiría esa colección conmigo porque nuestras vidas ya no estarían entrelazadas.

- Hola Pedro mi nombre es Vlard y estaba ayudando a tu mamá a buscarte.

- Señor me puede ofrecer un vaso con agua por favor.

- ¡Pedro!

- Está bien además está haciendo mucho frío.

- Gracias.

Mientras Ayla va al baño, Pedro salta a mis brazos emocionado. - Vlard te extrañé muchísimo.

- Yo también a ti mi pequeño revoltoso aunque ahora que lo veo bien ya no eres un niño.

- Porque nunca volviste por mí.

- No podía hacerlo, me prohibieron acercarme al orfanato. Ayla no me recuerda.

- Dicen que sufrió pérdida de memoria, pero yo era especial así que me visito hasta que un día me llevo con ella. ¿La vas a volver a conquistar?

- Tengo alguna chance.

- Jamás ha salido con nadie y ahora es independiente, se alejó de su familia y solo somos nosotros dos.

- Gracias amiguito.

- La voy a convencer de quedarnos esta noche contigo, espero y lo aproveches bien.

- Es un trato.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.