Amor eterno

~Capítulo 13~

Robín se encontraba en su estudio iluminado por las velas. 

Aquella noche, había decidido quedarse en casa ya que debía terminar trabajo atrasado.

Estaba recostado en uno de los sillones frente al hogar intentando leer unos documentos sin mucho éxito. Sintió que alguien llamaba a la puerta.

-Pase. -Anunció Robín.

-Señor, ¿Necesita algo más antes de que me retire a descansar?

-Oh, no Charles, vaya tranquilo.

-Bueno, en ese caso, buenas noches señor.

-Buenas noches, Charles.

Y sin más Robín volvió a posar la vista sobre los documentos que debía firmar. Al no entender una palabra desistió de querer concentrarse.

Se levantó, fue a servirse brandy y volvió a sentarse en el sillón con la copa en la mano.

Evocó el momento en el que bajaron al jardín. Aún recordaba el momento en que la besó, había actuado por impulso. Se había percatado de como había reaccionado ella cuando se lo quedo mirando. El momento justo donde dejó de respirar.

¿Y si el plan de Anna era que se sintiera atraído? ¿Y si no era tan inocente como él creía? No estaba seguro, pues ella no tenía experiencia en ese tipo de cosas, pero igualmente debía ser cauteloso.

Tomó otro trago, recordó los suaves que eran sus labios. ¿Y si se alejaba de una vez por todas de Anna, y dejaba que siguiera con su vida?  Al imaginar a Anna siendo cortejada por otro caballero, sintió que un músculo de la mandíbula se le tensaba. No le agradaba en lo más mínimo imaginársela en brazos de otro hombre. ¿Por qué se había tenido que tropezar con ella? Solo había querido ser amable, pero se le estaba yendo de las manos toda aquella situación. Le gustaba pasar tiempo en su compañía, pero no quería manchar su reputación y mucho menos seguirle el juego. Si seguía así iba a terminar siendo quemado por el fuego.

Apuró en dos tragos el contenido de la copa, agarró un candelabro encendido, apagó las demás velas y se dirigió a su cuarto.

Al día siguiente Anna, se encontraba sentada en el salón de invitados leyendo su libro de poesías cuando escuchó el timbre. 

Cuando Philip abrió la puerta de entrada, escuchó una voz femenina. Al cabo de unos segundos golpearon la puerta del estudio donde ella se encontraba, y sin esperar entró Chloe como un torbellino. 

-Hola, Ann, voy a la tienda de Madame Bertha, ¿me acompañas? por favor, di que sí.

Anna, despegó la vista del libro y mientras lo cerraba, puso el señalador marcando por donde iba.

-¿Tengo otra alternativa? -pregunto burlándose.

-Pues no, anda, vamos.

-Bien, espera que me ponga algo apropiado y vamos. 

-Bueno, -contestó Chloe contenta- después de ahí nos vamos a merendar.

Anna subió a su cuarto y del ropero sacó un vestido celeste. Se puso las enaguas, una camisola fina y el vestido. Se acomodó el peinado y mirándose al espejo se pellizcó los pómulos. Agarró su paraguas y bajó a toda prisa.
Una vez que estuvieron dentro del carruaje se pusieron en marcha. 

Mientras Anna observaba las telas nuevas que habían llegado, Chloe buscaba algún diseño que le gustara. Una vez que las eligieron la modista buscó las medidas en su cuaderno de anotaciones. 
-Bien niñas, apenas tenga los vestidos terminados se los mandaré a sus casas.
-Perfecto madame Bertha. -Contestaron las dos al unísono.

Al salir del local de la modista, se dirigieron al restaurante que en ese momento estaba de moda, llamado Flower's a tomar el té. 
Una vez que un mozo les llevó el pedido comenzaron a hablar.

-Dime ¿Ya pensaste lo que vas a hacer con el marqués?

-No sé, Chloe.

-¿Le vas a decir lo que sientes por él? 

-Ay, Chloe, no utilices los consejos que te doy en mi contra. - Anna esta más animada.

-Tenía que intentarlo, ¿no? -contestó Chloe riendo.

-Como sea, de ninguna manera le voy a decir de mis sentimientos hacia él, imagínate que se lo diga y él no corresponda a mis sentimientos. Sería un total escándalo. Hablando de sentimientos, ¿Qué ha pasado entre tú y Jona? 

-Nada Ann, sigue siendo el mismo bruto, no se da cuenta de que me he enamorado de él. A veces me dan las ganas de gritárselo, pero estoy en la misma posición que tú.

-Mmmm, no creo que sea muy así como tú dices.

-¿Por qué? ¿Qué sabes tú? -preguntó de pronto Chloe.

-¿Yo? Nada, solo... Solo lo dije por decir.

-Si, como sea. -Contestó su amiga con algo de desconfianza. Había algo que no le estaba contando. 

-Se hace tarde y tenemos que ir a prepararnos para esta noche, ¿Vamos yendo? -dijo y dejando la servilleta sobre la mesa se levantó de la silla, Chloe la imitó.

Una vez que subieron al carruaje, el cochero se puso en marcha.

Cuando Anna, subió por las escaleras de la entrada, Philip le abrió la puerta para que ingresara.

Ya adentro de la casa, subió a su alcoba a dejar las compras y mientras pedía que le prepararan el agua para darse un baño.




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