Aquella noche irían a la velada de Lady Bincent, era la segunda fiesta que hacía en lo que arrancaba la temporada propiamente dicha.
Mientras Anna conversaba con Chloe y su hermana, un mozo se acercó a donde se encontraban las tres damas reunidas.
Tome Lady Brighton, esto es para usted. Le entregó una nota breve.
Anna abrió el papel solamente una vez que se hubo ido el mozo.
Al leer la nota, vio la caligrafía perfecta de Robín, sintió que se le aceleraba el corazón de alegría.
Te espero en el jardín.
Rob.
-Es de Robín. Enseguida regreso.
Chloe y Lucy se la quedaron mirando, mientras Anna desaparecía entre las parejas que bailaban.
Anna al llegar al ventanal, descorrió la cortina con una mano y salió a la terraza iluminada por la luna llena, hacía una noche agradable con una brisa suave, se dirigió al borde de la terraza y al asomarse por el barandal, vio que al pie de una de las escaleras que daban al jardín se encontraba Robín con las manos a los costados.
Se acercó a la escalera y bajó sin prisa los peldaños. Al llegar al lado de Robín hizo una reverencia.
-Buenas noches, Anna. -Le tembló la voz, no por el frío sino por los nervios.
-Buenas noches, Rob.
-¿Te parece si caminamos? -preguntó Robín sin poder despegar la vista de los azules ojos de Anna. Sintiendo como cada fibra de su cuerpo cobraba vida.
-Si, vamos. -Contestó mientras le sostenía la mirada e iba quedándose sin aliento.
Robín, le tomo una mano entre la suya y la apoyó en su brazo cubriéndosela. Comenzaron a caminar y pronto los envolvió el silencio débilmente interrumpido por el susurro del viento en los árboles y el ruido de la música.
Mientras caminaban, llegaron a un claro donde se ubicaba una fuente y varios bancos.
Se quedaron parados uno junto al otro y hasta ellos flotó un sutil aroma a rosas mezclado con fresias.
-Anna, te llamé por qué quiero pedirte una disculpa, por el beso de ayer. No fue mi intención faltarte el respeto.
-Oh, la que se disculpa soy yo, no debí comportarme de esa manera, y mucho menos despedirme como lo hice. Te suplico que no lo divulgues.
-Quédate tranquila que no era mi intención arruinar tu reputación. Sé que no deberíamos estar en este momento acá tampoco sin una carabina, pero debía hablar en privado contigo.
Mientras Anna lo observa con detenimiento, el aroma que se percibía en el aire le embriagó los sentidos, de pronto le costaba respirar, en un intento por recuperar el aliento, apartó la vista de él y la bajó al piso.
Robín percibía lo afectada que estaba, él se sentía igual, se reprendió internamente por no haber hablado con ella en el salón, por lo menos allí sería algo recatado. Sin previo aviso, levantó su mano y levantó su mentón.
-Yo... -Intentó decir Anna.
Su cerebro se quedó en blanco, ¿qué quería decirle? ¿Qué la tomara en sus brazos? ¿Qué la besara? Una voz interna le decía que se alejase de allí, pero se sintió pegada al banco de piedra
Anna fijo su vista en los labios de Robín, los recordaba, firmes.
De pronto solo quiso qué la besara.
Robín, se sentía atraído hacia ella, pero nunca pensó que hasta aquel punto de necesitar probar sus labios una vez más.
Agachó su cabeza y suavemente le apoyó sus labios. Era un beso sin prisa, bajó su mano del mentón de Anna y le rodeó su cintura atrayéndola hacia él, mientras que con la otra le sostenía la cabeza.
Dentro de Robín comenzaron a sonar alarmas, pero las ignoró, no podía pensar en otra cosa que no fuera lo que estaba sucediendo en ese momento. Sentía como todas sus defensas caían como una torre de naipes, el solo hecho de tenerla tan cerca hacía que perdiera la cordura.
A Anna se le derritió el corazón, todas las preocupaciones que tenía se esfumaron por un rato.
El beso se prolongó más de lo debido, pero a ninguno le importó.
Robín cambió de posición acercándola más y volviéndola a besar.
Anna se sentía flotar en el aire cuando Robín puso fin al beso.
-Este... Debemos regresar, no quiero que empiecen a sospechar de tu ausencia. -Dijo Rob aún afectado por el momento. No había querido separarse, pero era lo correcto.
-Si, vamos, mi hermana y mi madre se deben estar preguntando donde estoy. -Contestó algo molesta.
Anna entró sola al salón sintiéndose diferente.
Robín entró unos minutos después, no quería que medio Londres se enterase que había estado con Anna a solas.
La buscó con la vista y se quedó tranquilo al ver que no había una corte de caballeros a su alrededor. Sin duda aquella muchacha de ojos azules estaba logrando despertar sentimientos olvidados desde hacía tiempo.
Anna sintió la vista de Robín posada en ella y le sostuvo la mirada. Por dentro sentía como aquellos ojos castaños la quemaban por dentro y de pronto sintió que hacía demasiado calor en el salón.
Lucy se percató de lo que ocurría y se inclinó hacia su hermana.
-¿Por qué no vas y le decís lo que sientes por él?
-¿Qué?, no, ¿estás loca? -preguntó Anna sorprendida.
-Se nota que él se siente atraído hacia ti, solo que no lo admite.
-No seas ridícula Lu, él jamás se fijaría en mí de ese modo.
-Hasta un ciego lo ve Anni. Mira ahí viene.
-¿Qué? -Anna se giró como un resorte y vio que efectivamente Robín se acercaba.
-Buenas noches señoritas. -Dijo Rob haciendo una reverencia.
-Buenas noches mi Lord. -Respondieron las tres levantándose de su asiento y haciendo una reverencia.
-¿Anna me permites esta pieza?
-Por supuesto señor. -Contestó tomándose del brazo de Rob.
-No se preocupen, enseguida se las devuelvo.
Y se encaminaron donde estaban por comenzar a bailar.
-Creo que el marqués de winchester está interesado realmente en mi hermana. ¿Tu qué crees Chloe?