Robín entró a su cuarto furioso con él mismo. ¿Cómo había sido tan bruto de creer que Anna fuese interesada? Sabía que ella no era así. En su desesperación por qué aceptara su proposición, lo había llevado a juzgarla mal. Tenía que pedirle una disculpa y para eso tendría que verla en el parque.
Nunca se había arrepentido tanto de decir algo como se estaba arrepintiendo en este momento. Anna era distinta a otras mujeres, desde que la conoció, siempre se había comportado de la misma manera y jamás le había demostrado ser alguien interesada. Esperaba que una vez que arreglara el malentendido con ella, volvieran a ser como antes.
Anna se encontraba yendo y viniendo de un lado a otro por su cuarto, mientras Lucy la observaba.
-Es increíble. -Dijo Anna.
-¿Qué pasó Anni? -preguntó intrigada Lucy.
-¿Podes creer que Rob me dijo que si lo que quería era un título nobiliario y su protección él me lo brindaba? -contestó Anna furiosa- ¿Tan ciego puede ser que no se dé cuenta que quiero oírle decir que me ama?
-No puedo creer que te haya dicho eso. -Contestó su hermana sorprendida.
-Pues si, lo hizo. -Le dijo Anna mientras se tendía en la cama junto a su hermana.
Aquella tarde Robín fue al parque en busca de Anna, necesitaba arreglar las cosas, brindarle una disculpa.
A medida que avanzaba entre las personas que deambulan por allí, la encontró sentada al lado de su madre y su mejor amiga.
Anna vio que Robín se acercaba, de pronto se quedó estupefacta.
Cuando Robín llegó al encuentro con el grupo de damas, hizo una reverencia.
-Buenas tarde, señoras, señoritas. -Saludó cortésmente Robín.
-Buenas tardes, mi lord. -Contestaron las tres al unísono.
-Disculpen que interrumpa su charla, pero quería pedirle permiso señora Brighton para dar un paseo con su hija por el parque si no les molesta. -Mientras decía esto advirtió lo nervioso que estaba.
-si, señor Henderson, no veo ningún drama. -Dijo su madre con una sonrisa en los labios.
-Muchas gracias, ¿Me permites? -se dirigió Robín a Anna.
-Oh, si... Por supuesto. -Contestó Anna saliendo del trance.
Robín tomó su mano y la colocó sobre su brazo.
Mientras comenzaban con su paseo, Robín esperó a estar un poco apartados para poder hablar tranquilos. Eran conscientes de su cercanía, Anna estaba tensionada, por el solo hecho de tenerlo cerca, provocaba que todos sus sentidos cobraran vida. Mientras que Robín por su parte, cada vez que estaba cerca de ella, sentía como sus defensas iban resquebrajándose poco a poco, cada vez se le hacía más difícil permanecer lejos de ella, ver como otros caballeros intentaban cortejarla. Sin siquiera pensarlo, Robín levantó su mado libre y la apoyó sobre la mano de ella cubriéndola.
Robín al notarla algo triste se le partió el corazón, realmente la había lastimado.
-¿Qué sucede? Te noto algo distante. -Dijo preocupado- Si es por lo que dije, yo...
-No, no es por eso, es solo que estoy algo cansada nada más. -mintió Anna.
-Oh, bueno. Yo solo... Yo solo quería pedirte una disculpa, no fue mi intención ofenderte. Es solo... que me deje llevar por el impulso.
-Ya está, déjalo así. -Dijo desanimada.
-No, Anna. Realmente te debo una disculpa, me comporté como un tonto. No mereces que te haya dicho lo que te dije, tu siempre te has comportado educadamente y jamás me demostraste ser alguien interesada. ¿Me perdonas?
Anna evaluó lo que le acababa de decirle, realmente sonaba arrepentido.
-Si, te perdono. -Respondió Anna con una sonrisa.
Robín se sintió de pronto aliviado. Al fin podían volver a ser como antes.
Cuando la condujo de vuelta a donde se encontraba su madre y Chloe, Robín tomó la mano de Anna entre las suyas y le dio un beso en el dorso a modo de despedida. A Anna se le acelero el corazón. Constance se quedó boquiabierta al igual que la amiga de su hija.
-Adiós, Anna, ¿Esta noche te veré en lo de Lady Alison? -preguntó Robín sin quitarle los ojos de encima a la joven.
-Por supuesto Señor Henderson. -Contestó Prudence por Anna.
-Te veré allí a las once. -Le dijo Robín, hizo una reverencia a las tres mujeres y se marchó por donde había venido.
-Oh, Anna, que maravilloso. -le dijo su madre- Creo que ya sabemos quién te ha estado mandando los presentes.
-¿Los presentes? -preguntó Chloe sin entender.
-No he podido contarte, hace tres días que me están llegando presentes durante el desayuno. Primero fue una pulsera de perlas, ayer un arreglo floral y hoy tres rosas blancas.
-¿Y suponen que fue el señor Henderson?
-Si, suponemos que si.
-Ay, Ann, que tierno. Lograste que el soltero más codiciado de todo Londres se fije en ti. -Dijo Chloe, aunque ella ya sabía de su relación con el marqués.
Cuando volvió a su casa Anna subió a su habitación para tomar un baño y comenzar a prepararse para la fiesta de aquella noche.
Cuando estuvo vestida y peinada, salió de su cuarto, luciendo un vestido color verde agua de mangas cortas y escote en forma de corazón.
Al llegar al vestíbulo, tomó su dominó y junto a sus padres y su hermana se pusieron en marcha.
Mientras Anna esperaba que su familia terminara de descender del carruaje, vio que Robín se acercaba a ellos.
-Buenas noches señor y señora Brighton. Buenas noches señoritas. -Robín saludó educadamente.
-Buenas noches señor Henderson. -Contestaron haciendo una reverencia.
-¿Me permites acompañarte hasta la entrada? -le preguntó a Anna mientras le ofrecía el brazo.
Anna lo aceptó de buena gana y se pusieron en marcha. Frederic se les sumó en el camino y los seis entraron al salón con sus respectivas parejas.
-Todo el mundo nos está mirando. -se fijó Anna mirando alrededor.
-Lo sé, eso forma parte de mi cortejo. -Le informó Robín.
Anna lo miró de reojo.
-Cásate conmigo. -Le pidió una vez más.
-No. Hasta que no me des lo que quiero.