Amor eterno

~Capítulo24~

-Anna, ¿Me harías el honor de casarte conmigo? -preguntó Robín mientras se llevaba un bocado de comida a la boca.

-Yo... Si pudiera lo haría, me encantaría darte el sí. -Anna se sintió apenada. Ojalá él de dijera lo que necesitaba oír de sus labios.

Robín sabía perfectamente que era lo que Anna quería, pero algo dentro de él no dejaba que se lo dijera. No era cuestión de orgullo, sino un simple reflejo de auto-conservación.

Temía que si le decía lo que quería oír, luego Anna desaparecería.
Se lo diría cuando estuviese listo. Decidió Cambiar de tema.

-Amor, ¿te gustaría mañana ir conmigo al parque?

-Me encantaría Rob. -Contestó Anna entusiasmada.

-Perfecto, mañana nos encontremos en el parque. -Contestó Robin tranquilamente.

Una vez que terminaron de cenar, Robín pagó la cuenta y ambos salieron a la calle y subieron al carruaje hacia la velada de aquella noche.

El coche se deslizó por las oscuras calles de Londres, iluminadas de vez en cuando por las farolas encendidas de alguna que otra casa. Lo único que los delataba era el sonido de las ruedas contra los adoquines. Anna se encontraba sentada en el pequeño asiento frente a Robín. Aún en la oscuridad del interior podía percibir la fuerte mirada de él recorriéndola. Sintió que su respiración se hacía irregular y que el pulso se aceleraba.

De pronto se dio cuenta de que tan pequeño era el espacio. Sin previo aviso, Robín la tomó por la muñeca y tiró de ella para luego sentarla en sus piernas. Con un brazo le rodeó las caderas y con la otra le sostuvo la mejilla, la acercó un poco más hacia él y apoyó sus labios en los de ella, fue un beso inocente, sus labios lograron afectarlo sobremanera, su mano se deslizó de su mejilla hacia su pelo. Al enterrarle la mano, varias horquillas salieron volando, pero a Anna no le importó, estaba concentrada en disfrutar del beso. Robín cambió de posición atrayéndola más hacia él y profundizó el beso. Podían sentir la respiración agitada de cada uno. Mientras Robín la besaba, Anna largó un suspiro y le hecho los brazos al cuello. Aquel beso le provocaba que le diera vueltas la cabeza, sentía que a sus pulmones no le llevaba oxígeno. Robín se separó de sus labios para recobrar el aliento y volvió a apoderarse de los labios de Anna.

Luego de un rato Robín finalizó el beso, pero la dejó sentada justo en donde estaba. 
Cuando estaban a pocas cuadras Anna se acomodó el pelo con las horquillas que se le habían salido.

Al llegar a la velada de Lady Ashton, Robín la ayudó a descender del carruaje y se dirigieron al atestado vestíbulo que daba al salón. Una vez que lograron entrar, se encontraron con una marea de personas.

Comenzaron a caminar en busca de la madre de Anna. La encontraron conversando con Lady Cameron.

-Buenas noches, señoras. -Saludo Robín con una reverencia.

-Buenas noches, jóvenes. -Contestó Lady Cameron.

-Buenas noches, señora Cameron. -Saludó Anna con una reverencia.

-Voy por ponche, ¿Quieres? -le preguntó Robín.

-Si, por favor Rob. -Contestó Anna con una sonrisa.

-Felicitaciones querida. -Le dijo la anciana- Tu madre me contó que lord Henderson pidió tu mano. Debes saber que triunfaste donde otras han fracasado.

-Gracias señora. -Le contestó Anna sintiéndose incomoda de pronto.

Al cabo de un minuto volvió Robín con dos copas en la mano.

-Gracias Rob. -Le sonrió Anna.

Mientras estaban observando a los invitados, se acercaron Lucy y su prometido.

-¿Vamos a dar un paseo los cuatro? -sugirió Lucy- está agradable la noche, y acá adentro hace demasiado calor.

-¿Qué dices, vamos? -le preguntó Robín, podrían caminar tranquilos y no habría murmuraciones por qué estarían acompañados.

-Si, me agrada la idea. -Dijo Anna.

Anna se puso de pie, los cuatro se despidieron y salieron al jardín.

Hacía una noche agradable, corría una leve brisa. Mientras caminaban, se dirigieron por un camino hasta llegar a un grupo de bancos dispuestos en forma circular.

Las damas tomaron asiento en uno de los bancos y los caballeros quedaron parados al lado de cada una.

-¿Ya pensaron en como será su boda? -preguntó Lucy.

-Pues... Tu hermana aún no me ha dado el sí. -Contestó Robín.

-Ay, es que mi hermana... -estaba por decir Lucy, pero Anna la cortó.

-Estoy esperando el momento indicado. -La cortó Anna.

-Admiro la paciencia de oro que tiene señor Henderson. -Dijo Lucy- No sé por qué mi hermana es tan testaruda. La verdad es que mi hermana lo ama.

-¡Lucy! -la reprendió Anna, de pronto se sintió arder de vergüenza- perdona a mi hermana Rob, no sabe lo que dice.

-Si tú lo dices... -contestó Robín agradeciendo a la hermana de Anna por el dato que le dio. Así que Anna lo amaba. Ahora más que nunca quería escuchárselo decir de sus labios.

Luego de un rato. Las parejas volvieron al salón.

 




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