Antes de entrar, Robín y Anna se pararon en el borde de la terraza.
-Adelántense, nosotros entraremos en un minuto. -Le dijo Robín a la pareja.
-Bueno, no se tarden o mamá se pondrá histérica. -Le avisó Lucy a Anna.
Una vez que quedaron solos, Robín se volvió hacia Anna.
-Explícame, ¿qué fue lo que dijo tu hermana Anna? -la enfrentó. Necesitaba escuchar esa palabra.
-Pues... Yo... -Anna sintió que estaba atrapada, mataría a su hermana, ahora tendría que decirle lo que sentía por él.
-¿Me amas?, es sencilla la respuesta es sí o no. - La ultimó Robín.
Anna soltó un suspiro de resignación.
-S... si, te a... amo. -Tartamudeó Anna. Sentía que las piernas se le estaban por aflojar y no sabía cuánto más la sostendrían.
Robín se acercó a ella sosteniéndola de la cintura, como si supiera que estaba por desmayarse.
-Pues entonces cásate conmigo. -Le insistió Robín.
-No hasta que me des lo que necesito. -Dijo Anna firmemente.
-No des más vueltas, vivamos esto que sentimos. -Dijo Robín.
-¿Y qué es lo que sientes? -preguntó Anna aprovechando el momento en que Robín bajó la guardia.
-Yo... -ahora era el turno de él sentirse incómodo, ya había caído en su propia trampa, ahora no podía echarse atrás- Te amo Anna, te amo con locura desde que te conocí el día de tú presentación, cuando chocaste conmigo.
A Anna le dio un vuelco el corazón, esperaba cualquier respuesta menos la que le acababa de dar.
-No juegues conmigo Robín, sé que te han roto el corazón, pero por favor, no me lastimes. -Le rogó.
-Tranquila amor mío que no estoy jugando contigo. Te amo. -Le aseguró, acercándose, tomando su rostro entre las manos y dándole un beso breve.
-Te vuelvo a preguntar, ¿Te casarías conmigo? -preguntó Robin, esperando a que Anna aceptara.
-¡Sí! -respondió Anna con lágrima en los ojos.
Robín soltó el aire de los pulmones que no sabía que había estado reteniendo.
Luego de procesar y asimilar aquella información, entraron al salón sintiendo una alegría contenida en su interior.
Robín la guió por entre los invitados y la llevó junto a sus padres y su hermana.
Cuando el baile llegó a su fin, Robin se despidió de Anna y su familia.
-Mañana, te veo en el parque un rato si quieres.
-Si, por mí está bien. -Respondió Anna con una sonrisa tierna.
-Perfecto. -Y haciendo una reverencia desapareció entre los invitados.
-Lucy, cuando lleguemos a casa, tenemos que hablar. -Le dijo Anna seriamente.
-Como digas hermanita. -Contestó Lucy.
Veinte minutos más tarde Anna se encontraba en su cuarto hablando con Lucy.
-¿Te has vuelto loca? ¿Cómo me vas a exponer de esa forma? -le preguntó Anna tratando de estar tranquila.
-¿De qué hablaron cuando me fui con Fredy? -preguntó Lucy.
-Me preguntó si realmente lo amaba, y no me quedó otra opción que contarle la verdad.
-¿Él qué te dijo?
-Que el también me ama. Que me ama desde que tropecé con él el día de mi presentación en sociedad.
-¡Viste!, todos te dijimos que él te amaba. -Le dijo Lucy emocionada.
-Si, gracias a Dios, si, pero podría haber sido un completo desastre.
-Pero no fue así. Ahora relájate Anni. -Le dijo Lucy.
-Es de lo más tierno. -Recordó Anna lo ocurrido durante esos días.
-Se nota que te ama de en serio. -Le sonrió su hermana.
Luego de un rato, Anna se quedaba dormida con una sonrisa en los labios.
Robín había llegado hacia casi una hora, estaba tendido en su cama con las manos detrás de la nuca, pensando en lo que había sucedido aquel día y como había terminado.
Al fin Anna le había revelado que lo amaba y por consiguiente él le tuvo que contarle lo que sentía por ella. Si bien suponía que ella lo amaba no había creído posible que realmente fuese así.
Se dio vuelta y de la mesa de luz fue sacó una cajita de terciopelo, dentro había un cintillo. Se lo daría a Anna cuando anunciaran su compromiso.
Se quedó pensando en ella hasta que se quedó dormido.
A la mañana siguiente en vez de salir a cabalgar, desayunó temprano y comenzó con sus obligaciones.
Anna despertó aquel día sintiéndose como una mujer nueva. Recordó la noche anterior, gracias a su hermana y a su empujón, había logrado que Robín le declarara su amor por ella.
Los días pasados le había enviado presentes cada mañana, ayer la había llevado a cenar. No importaba lo que le regalara o hiciera. Ella lo amaba sin condiciones. Lo amaba por lo tierno y gentil que era.
Se levantó, se vistió y se fue a desayunar. Aquella mañana iría con Chloe a encargar un nuevo vestido a Madame Bertha.
Al terminar de desayunar salió de su casa en el carruaje, pasó a buscar a su amiga y de ahí se dirigieron al negocio de la modista.
-Debo contarte algo. -Le contó Anna.
-Dime. -Quiso saber su amiga.
-Acepté el pedido de matrimonio de Robín.
-¿En serio? ¿Lograste que te diga "te amo"? -preguntó sorprendida Chloe.
-Si, pero antes tuve que decírselo yo. Es que Lucy metió la pata.
-Y menos mal que lo hizo, así por lo menos puedes disfrutar de la dicha y resguardarte de las habladurías.
-¿Has escuchado algo? -preguntó preocupada.
-No Anna, quédate tranquila que no.
-Mejor así, sería lo último que nos faltara.
Mientras conversaban llegaron al negocio de la modista, bajaron del carruaje y entraron al espacioso local. Ese día estaba excepcionalmente lleno de clientas. Mientras algunas se probaban modelos otras elegían telas o cintas para adornar sus vestidos.
Anna y Cloe comenzaron a recorrer el atestado lugar.