Al terminar de almorzar pasaron al salón de visitas a seguir conversando. Mientras los hombres tomaban una copa de brandy, la señora Snick, les llevó el servicio del té.
-Señora Brighton, ¿Haría los honores? -preguntó Robín señalando la bandeja que había traído la cocinera- Debo admitir que en ese sentido no soy muy buen anfitrión sirviendo el té. -Bromeó Robín.
-Encantada señor. -Dijo Constance encargándose de servir el té.
Mas tardé, la familia de Anna salia de la casa de Robín para prepararse para otra noche movida.
Antes de dejarla marchar, Robín la llamó aparte a Anna.
-Esta noche espérame a las dose en la galería de Lady Bronson. Necesito decirte algo importante.
-Bueno Rob. Te veo más tarde. -Accedió Anna, le plantó un beso en la mejilla y salió tras su madre.
Anna, se pasó aquella tarde en un rincón del saloncito, acurrucada con las piernas encogidas bajo el vestido en un sillón leyendo poesía. Afuera hacía una hora que caía una lluvia intensa. Levantó la vista del libro, y miró por a través del vidrio como caía la lluvia. Se preguntó que sería lo que tendría que decirle más tarde esa noche.
De pronto se le vino a la mente el recuerdo de la charla de Clair en lo de la modista, ¿Y si había ido? ¿Y si había hablado con Clair y Robín había decidió volver con ella? Sintió un vacío en el estómago.
Estaba profundamente metida en sus pensamientos que no escuchó los golpes a la puerta.
-¡Anni!, ¡Anni! -la llamó Lucy.
-Oh, perdón, ¿qué sucede? -contestó Anna saliendo de sus pensamientos.
-¿Qué te sucede?
-Nada, nada. -Respondió mientras eludía su mirada.
-Dime que te sucede Anni.
-Nada solo estaba pensando en la historia que estoy leyendo.
-Bueno. ¿Me ayudas a elegir que me pongo esta noche? Cada vez que tenemos que salir siento que no tengo nada que ponerme.
-¿Bromeas? Lucy, en tu ropero tienes el doble de vestidos que yo, es imposible que no encuentres nada.
-Vamos, de paso quiero que te pruebes algunos de ellos.
-¿Qué? ¿Te has vuelto loca? Amas esos vestidos.
-Descuida, cuando me case iré a vivir con Fredy, y allí no podré llevármelos todos. Necesitaré lugar.
Lucy y Anna se llevaban un año de diferencia y sus contexturas corporales eran similares.
Una vez que entraron en el cuarto, Lucy abrió las puertas del ropero, fue sacando los vestidos y provando uno a uno. Hasta que Anna le dio el visto bueno a uno color esmeralda, hacia que resaltara su cabello castaño claro y su piel pálida.
-Bueno, ahora te toca a ti. -Le dijo Lucy mientras se ponía un vestido sencillo para estar de entre casa.
-¿Qué tal este? -preguntó Anna después de ponerse un vestido azul oscuro.
-Mmm no. -Le respondió Lucy.
Anna, se lo sacó y lo cambió por uno color bordó.
-¿Y este? -le preguntó mientras giraba
-si, ese te resalta el cabello rubio, pruébate otro.
Anna se lo quitó y rebuscó. Encontró uno color beige y se lo puso.
-Ese te queda espléndido hermanita, pruébate este.
tendió uno en color blanco con pimpollos color rosa pálido. Anna se lo puso y se lo mostró.
-¿Qué tal? -le preguntó mientras admiraba la tela.
-Ay, Anni te queda hermoso. -Le contestó su hermana.
Luego de acomodar los vestidos de vuelta en el ropero, Anna fue hasta su cuarto a llevar los vestidos que le había regalado su hermana.
Robín, aquella tarde, después de que Anna y su familia se fueran se dirigió a su estudio a repasar los libros contables, antes de comenzar con la tarea, se aproximó a la mesita auxiliar y se sirvió una copa de brandy, luego se encaminó al escritorio y se concentró en los libros. Estaba tan concentrado en lo que estaba haciendo que cuándo se hicieron las siete pm. Charles lo fue a llamar para que se empezara a preparar.
-Gracias Charles, no me di cuenta de que se había hecho tan tarde.
-El agua esta lista en la tina, señor. -Informó el mayordomo- el traje esta sobre la cama.
-Gracias, ahí subo. -Contestó cerrando el libro.
Salió del despacho y se dirigió a su cuarto.
Luego de bañarse y vestirse salió a la calle donde su carruaje lo esperaba.
Cuando Robín llegó ya había bastantes invitados deambulando por el lugar. Aun así se podía ver con comodidad, Anna y su familia no habían llegado aún. Sintió que se ponía nervioso, debía contarle a Anna toda la verdad, sino quizás Frederick le contaría todo a Anna por un intento de preservar a Lucy del escándalo.
Tragó saliva sintiendo como le costaba tragar. Estaba haciendo un paneo con la vista, cuando la vio ingresar acompañada de su hermana y su futuro cuñado. Ella también lo estaba buscando hasta que sus miradas se encontraron.
Anna le dedicó una sonrisa afectuosa y él sintió que se le aceleraba el pulso.
Cuando se reunió con ella ejecutó una reverencia a modo de saludo en general.
-¿Bailamos? -le preguntó Robín a Anna ofreciéndole el brazo.
-Vamos Rob. -Contestó Anna- ¿Te sucede algo?
-Después tengo que hablar contigo. -Contestó serio.
-¿He hecho o dicho algo que te molestara? Si es así te pido una disculpa, no fue mi intención. -Dijo Anna mientras giraban en la pista.
-Ven, vayamos a hablar en algún lugar donde estemos tranquilos.
La guió con una mano apoyada en la cintura, hacía la puerta que daba al vestíbulo y de ahí a la larga galería iluminadas por velas. Probó de abrir una puerta pero estaba cerrada con llave, siguió unos pasos más adelante hacia la puerta siguiente y con algo de suerte la encontró sin traba. Entraron a una biblioteca repleta de libros y giro la llave para que nadie los sorprendiera. El mobiliario era escaso, constaba con un escritorio, un sillón, una otomana y un hogar.
Robín le hizo señas para que se sentara en la otomana y luego tomó asiento a su lado.
Luego de esto él se giró un poco, le tomó el rostro entre las manos, agachó la cabeza y le rozó sus labios en los de ella.