Cuando Anna se apartó poniéndole fin al beso le acarició una mejilla con la punta de su nariz.
-Iré a buscar el servicio del té, y vuelvo. -Le dijo Anna poniéndose de pie. Se giró, pero no pudo avanzar, al darse vuelta para ver que la retenía, se encontró con que Rob la+ sostenía de la cintura, se agachó y le dio un beso fugaz en los labios y se dirigió a la casa.
Un rato después salió al jardín seguidas por Lucy, su madre y Frederick.
-Señora Brighton, ¿me permite llevar a Anna a cenar? Después la llevo a la velada de esta noche.
-Si señor Henderson, eso si, deben de estas a las doce en punto.
-Por supuesto, como usted mande.
Luego de tomar el té, Robín se marchó a su casa para terminar de preparar el plan que pondrían en marcha las dos parejas.
Se bañó y cambió de ropa. Se puso unos pantalones de montar y las botas. Un minuto después salió al patrio y se dirigió al establo.
Subió a su alazán que ya estaba listo para salir a dar un paseo por el parque.
Anna, después de que se fuera Robín, subió las escaleras a toda velocidad hacia su cuarto. Buscó entre los vestidos y sacó el vestido blanco con pimpollos color rosa pálido bordados que le había regalado Lucy. Tenía escote recto y le acentuaba la figura a la altura de su cintura.
La doncella le sostuvo el cabello en forma de cascada. Se sentía nerviosa, ya quería poner en marcha el plan para poder salir de ese angustioso momento.
Una vez que estuvo lista bajó al saloncito donde se encontraba su madre.
-¡Oh, Anna, estás preciosa hija! -Le dijo su madre.
-Gracias Ma, Lucy me lo regaló. -Contestó Anna sonriéndole a su hermana.
Mientras las tres conversaban, entró Philip al saloncito seguido de Robín. Las damas se pusieron de pie y realizaron una reverencia a la par que Robín hacia la suya.
-Buenas noches. Anna ¿Estás lista? -preguntó Robín mirándola detenidamente.
-Si, vamos Rob. -Se adelantó y aceptó el brazo que él le tendió.
El carruaje comenzó a deslizarse por las calles. A medida que el coche avanzaba, Anna iba siendo más consiente de la cercanía de Robín. Cuando se dio cuenta de lo que hacía, ya se encontraba sentada a su lado. A pesar de la oscuridad que había dentro del coche, podía notar la expresión seria de Robín.
Sin pensarlo, la joven levantó una mano y la apoyó en la mejilla del marqués y acercó sus labios a los de él para darle un beso. No sabía que la había impulsado a hacer eso, solo sabía que quería besarlo. Quería que la besara como la primera vez que salió a solas con él, sabía de sobra que era escandaloso, que una dama de su posición no debía anhelarlo, pero era más fuerte que ella. Se reprendió mentalmente, pero enseguida olvidó todo auto reproche.
Mientras lo besaba, sintió que una mano le rodeaba la cintura, sentía que la quemaba por a través de la tela y la otra se apoyaba en su nuca. Notó que el vestido le limitaba poder respirar con normalidad. Oyó su respiración agitada y un gruñido, no supo si fue de ella o fue de él, igual no le importó. Robín se apartó de golpe poniéndole fin al beso.
-No soy de piedra cariño. -Dijo robín con la voz ronca, alejándose un poco, pero sin soltarla- No quiero hacerte daño.
-Lo si... Siento, no fue mi intención... -Dijo Anna sintiéndose avergonzada.
-Oh, no... no... No es eso, es que te amo demasiado y haces que sienta cosas que tu aún no entiendes, y es que quiero esperar a estar casados para enseñártelas. -Dijo Robín, maldiciéndose por dentro. Si bien no practicaba el celibato, con Anna quería que fuese especial para ella puesto que sabía que aún era virgen.
-Si, por supuesto. -Contestó Anna sintiendo que las mejillas le ardían de la vergüenza. Pensar en su noche de bodas le provocó un sofoco. De pronto hacía mucho calor allí dentro.
Al llegar al restaurante que la llevó la primera vez, Robín la ayudó a descender y entraron en el acogedor lugar.
El mozo les trajo la carta y al rato volvió con los pedidos.
-Gracias. -Le dijo Anna a Robín con una sonrisa en los labios.
-Esto forma parte de mi cortejo. -Respondió Robín sin apartar la vista.
-Es muy lindo de tu parte. -Le dijo sonriendo una vez más, pero esta vez con ternura.
-Estaba pensando en difundir el rumor de que tú y yo nos peleamos, sé que esto va a llegar a los oídos de que Clair. Estoy seguro de que va a volver.
-Tengo miedo Rob. -Le dijo Anna mostrando su preocupación.
-Tranquila cariño, vas a ver que todo se va a resolver.
Una hora después estaban de camino a la velada de esa moche. Lady Margiori era una de las anfitrionas que más invitados convocaba en sus veladas.
Cuando llegaron dieron las doce en punto, buscaron a la madre de Anna y se quedaron un rato con ella conversando.
-Debemos poner en marcha el plan. -Dijo Robín un rato después- ¿Anna, me concedes esta pieza?
-Si Rob, por supuesto. -Contestó Anna amablemente.
Se levantó del asiento y Robín la condujo con una mano en la cintura hacia la pista.
Mientras bailaban, comenzaron a simular que discutían. Varias parejas los comenzaron a observar hasta que Robín la sacó a la rastra de la pista y la llevaba al jardín.
-Creo que con eso bastará. -Dijo Robín satisfecho- Ahora no nos deben ver juntos. Entra tu primero disgustada y ve en busca de tu hermana y cuéntale de la pelea.
Anna fue en busca de Lucy y realizó lo que le había pedido Robín.
-Acabo de terminar con Robín. -dijo Anna simulando estar furiosa.
-¿Y puedo saber por qué? -contestó Lucy sabiendo la mentira, Frederick le había contado en plan de esa noche.
-Es que Clair, ha aparecido de nuevo. Y quiere volver con Robín y él la ha aceptado de nuevo.
-Cuéntame. -Dijo su hermana simulando sorpresa.
-Pues me contó que ayer lo sorprendió en la terraza y que estuvieron hablando. Me dijo también que hoy estuvo todo el día recapacitando sobre la charla y se dio cuenta de que aún la ama después de todos estos años.