Robín luego de entrar al salón, se colocó en un rincón a observar que entrara Anna por el ventanal. Algo no anda bien se dijo para sí mismo.
-Voy a ver que sucede. -Dijo Robín en voz baja.
Buscó a Frederick y le contó que había estado esperando que entrara de vuelta, pero hacía rato que no había vuelto.
Ambos, seguidos por Lucy, salieron a la terraza, pero no la encontraron allí. Bajaron al jardín y comenzaron a buscarla por el jardín.
-¡Aquí esta! -Gritó Lucy un minuto después.
La había encontrado tirada en el suelo, inconsciente.
Robín sintió que se le detenía el corazón al sentir el grito angustiado de Lucy.
Los dos hombres acudieron corriendo a socorrerla, Robín la revisó mientras Frederic iba a avisarles a los padres de Anna.
-¿Qué le sucedió? ¿Va a ponerse bien? -preguntó Lucy llorando.
-Tranquila Lucy, tu hermana solo está inconsciente. -Le contestó luego de comprobar que no hubiera sufrido daño alguno al caer.
Al rato llegó el prometido de Lucy junto a su familia.
-Hay que llevarla a casa, pronto. -Dijo Constance.
Robín la tomó en sus brazos y la llevó a su carruaje.
-Vayan yendo yo la llevaré en mi carruaje atrás, para que valla recostada lo más cómoda posible. Frederick por favor, ve a buscar al médico de la familia. Nos encontramos allá.
Y sin perder un minuto más la cargó en su carruaje y se dirigieron a toda velocidad a la residencia de los Brighton.
Cuando Robín salía del cuarto de Anna seguido por su madre, el médico subía las escaleras.
-Buenas noches, Constance. ¿Me permites revisar a tu hija?
-Por supuesto. -Contestó la madre de Anna.
Ella y el doctor entraron en el cuarto y cerraron la puerta. Robín bajo las escaleras y fue al saloncito donde Mini, estaba sirviendo a todos una taza de té. Robín aceptó la taza que ella le extendió.
Al cabo de cinco minutos se reunieron con ellos el médico y Constance.
-Aún sigue inconsciente, tiene un golpe en la cabeza, hay que ver como evoluciona, dejénla descansar.
-Gracias doctor. -Respondió Constance al borde de la histeria.
-Mi trabajo aquí por hoy ha terminado, cuando despierte me mandan a llamar.
-Si, por supuesto. -Contestó Arthur.
-Quisiera subir a verla antes de retirarme si no le molesta señora Brighton. -Dijo Robín.
-Ve hijo, pero solo unos minutos. -Concedió la madre.
-Por supuesto. -Contestó Robín.
Salió del salón y se encaminó una vez más al cuarto de Anna. Una vez que entró se dirigió a la cama de dos plazas donde ella se hallaba y la encontró tendida en su cama, con el cutis pálido, le dio un casto beso en la frente y le acarició las mejillas.
Luego de un rato, salió de la habitación cerrándola puerta detrás de si con mucho cuidado de no hacer ruido. Bajó las escaleras y se despidió de la familia.
-Mañana a la tarde pasaré a visitarla, si no es molestia. -Dijo Robín reticente a marcharse.
-Si, por supuesto, usted es más que bienvenido señor Henderson. Y gracias por socorrer a mi hija.
-No ha sido nada, haría cualquier cosa por ella.
Salió de la casa luego de despedirse y se encaminó a su casa.
Intentó abrir los ojos, pero al querer hacerlo la acometió un fuerte dolor de cabeza y sintió que toda la habitación daba vueltas. obligándola a cerrarlos de vuelta. Se quedó un momento esperando que el dolor mermara. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué sentía como si miles de carruajes le hubiesen pasado por encima?
Cuándo el dolor disminuyó, volvió a abrir los ojos, trató de enfocar la vista, pero el dolor de cabeza se lo impedía. Cuando al fin logró enfocarla, recorrió la vista por el cuarto hasta que la posó en un montículo sentado en una silla con los ojos cerrados. Era su lobo de ojos castaños y parecía estar dormido.
-Ro... Robín. -Tartamudeo tragando saliva.
Robín reaccionó como si fuera un resorte. Había llegado a pensar que la había perdido.
Abrió la puerta y salió de la habitación. Un minuto después regresó y se dirigió a la cama donde se hallaba Anna.
-Por fin despertaste. -Dijo Robín recobrando la tranquilidad-¿Cómo te sientes?
-Me duele demasiado la cabeza, ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente ? -quiso saber Anna.
Antes de que Robín pudiera contestar entraron a su cuarto Lucy y su madre llorando de alegría.
-Estuviste tres días inconsciente. Tienes un golpe en la cabeza. -Contestó Robín soltando el aire de sus pulmones.
Anna se tocó la parte de la cabeza donde le martillaba y soltó un quejido dé dolor, tenia un chichón en la parte de atrás.
-¿Que fué lo que te pasó hija?- le preguntó su madre.
-Lo único que recuerdo es que estaba en la terraza tomando aire, y que después de que Rob entró, un mozo se acercó con una nota.
Supuse que era de él -dijo señalándolo-, pues el mozo no me dijo quien se la dio.
Luego me dirigí a la fuente como lo requería la nota, pero no había nadie. Después escuché unos pasos.
-¿De quién era? ¿sabes? -preguntó Robín.
-No lo recuerdo, perdón. -Respondió Anna.
-Está bien cariño. -Le dijo Robín- Ahora descansa. En breve vendrá el médico a revisarte.