Amor eterno

~Capítulo35~

Anna se recostó en la cama después de que todos salieron de su cuarto.

Intentó recordar que fue lo que había pasado antes de que cayera en la inconsciencia, pero al hacerlo el dolor volvió con mayor intensidad. Desistió de hacerlo, se acurrucó en la cama y volvió a dormirse.

Medía hora después fue su madre a despertara ya que el médico había llegado, la revisó y comprobó que salvo el chichón y el dolor de cabeza no tenía más síntomas.

Una de las criadas le subió una taza de té con limón con rebanadas de pan tostado para que tuviera algo en el estómago. 
Mientras el resto tomaba el té en la salita, Robín comenzó a hacer conjeturas con Frederick.

-Yo me voy a entrevistar con lord Dustin, voy a pedirle la lista de invitados. -Dijo Robín.

-Yo me encargaré de pedirle la lista de mozos que trabajaron extra ayer en la fiesta.

Luego de terminar la merienda, Robín subió a la habitación de Anna para despedirse.

-Hasta mañana cariño, mañana vendré a verte. -Dijo Robín dándole un beso en los labios.

-Hasta mañana, Rob. -Le dijo Anna dedicándole una sonrisa tierna.

Robín y Frederick se pusieron en marcha a la residencia donde había sido el evento.

-Buenas tardes señor. -Saludo Robín- Disculpe que vengamos sin anunciarnos, pero ¿Se encuentra lord Dustin? Él es Frederick Pearson y yo soy Robín Henderson. -Le tendió las tarjetas.

-Muy bien, pasen y esperen por aquí. -Dijo el mayordomo haciéndose a un lado.

-Esperen aquí, que enseguida vuelvo. -Dio media vuelta y se internó en la casa.

Al cabo de un minuto salió Stephan de su despacho.

-Buenas tardes, Robín, Frederic. -Saludó el dueño de casa- ¿En qué puedo ayudarlos?

-Buenas tardes, lord Dustin. -Saludo Robín- Necesitamos si nos puede facilitar la lista de invitados de vinieron ayer a la fiesta y la de los mozos. Es por el incidente que sufrió ayer la hija de lord Brighton. Tengo la teoría de que a ella la agredieron.

-Si, por supuesto. Ahí le avisaré a mi mayordomo que les traiga la lista del servicio.

Fue hasta su despacho cuando volvió el mayordomo ya les había alcanzado la suya.

Al cabo de un momento ambos hombres se encontraban en la calle de nuevo.

-Revisemos las listas y comencemos con las entrevistas.

Robín llegó a su casa y se dirigió a su estudio. Se acercó a la mesita auxiliar y se sirvió una copa de brandy y fue a sentarse al diván. Comenzó a revisar la larga lista, no había ningún nombre fuera de lo común, igual no podía dar nada por sentado.

Frederick por su parte, revisó la lista de los mozos que trabajaron la noche anterior. Varios de ellos eran empleados de lord Dustin. Mandaría un mensaje con la indicación de que mañana pasaría a entrevistar a los empleados.

Anna se encontraba en su alcoba, se había levantado de la cama y había ido a la ventana. Hacia dos días que había despertado, y ya estaba cansada de estar en la cama.

Sintió un golpe en la puerta, despegó si vista de la ventana.

-Pase. -Contestó Anna mientras se metía de nuevo en la cama.

-Permiso cariño, ¿puedo pasar? -preguntó Robín.

-Si, por supuesto Rob. -Contestó Anna, tapándose hasta la barbilla con las sabanas y sintiendo que le ardían las mejillas por la vergüenza.

-¿Cómo te encuentras mi amor? -preguntó preocupado.

-Bien, cansada de estar acostada, ya no me duele la cabeza. -Contestó Anna con ojos suplicantes. Lo único que quería era poder salir al aire libre.

-Tienes que descansar Anna fueron las recomendaciones del médico.

-Si lo sé, pero ya no aguanto estar en cama. -le suplicó.

-Muy bien, espera que voy a hablar con tu madre a ver que me dice.

Mientras Robín bajó, ella se comenzó a vestir despacio. Se puso una camisola blanca de mangas tres cuartos y una falda color celeste de cintura alta como se usaba en esos momentos.

A los diez minutos tocaron la puerta nuevamente.

-Anna, puedes bajar, cuando estés lista sal que te acompaño. -Sonó la voz de Robín del otro lado.

-Dame un minuto, ya termino. -Contestó Anna. Se colocó la última horquilla y salió del cuarto.

-Estás preciosa. -Le dijo Robín recorriéndola con la vista.

-Gracias. -Contestó ella dedicándole una sonrisa.

Una vez que llegaron al saloncito, tomó asiento y Robín se instaló a su lado.

-¿Pudieron averiguar algo? -preguntó Anna mirando primero a Robín y luego a Frederick.

-Si, cuando fuimos a lo de lord Dublín, le pedí al mayordomo la lista completa de los que trabajaron esa noche. Entrevisté a casi todos los mozos y casualmente encontré el que te entregó la nota. Lamentablemente a él se la entregó otro mozo. Fui a donde me dijo que lo encontraría, pero esta en Devonshire, así que esta noche me pondré en marcha. -Contestó Frederick.

-Y yo entrevisté a todos y eso que la lista era larga, a los que asistieron y los que no, pude comprobar todas las coartadas, salvo la de un hombre llamado Marcus Smith. Según varias parejas lo vieron caminando por el jardín minutos antes de que tú te desvanecieras y él dijo que había estado dentro. -Contó Robín.

-Yo estuve intentando recordar que fue lo que pasó, pero aún no he logrado nada salvo dolor de cabeza. -Dijo con resignación Anna.

-Esta bien, no debes esforzarte aún, descansa. -Le recomendó Robín tomando la mano de Anna entre las suyas.

Tomaron el té y al cabo de una hora Robín se marchó. Anna volvió a su habitación a descansar, hasta que no la diera de alta el médico tenía prohibido salir de casa.

Mientras estaba en la cama recostada se puso a leer para pasar el rato.

Robín fue a su despacho, aquella noche se quedaría en casa.

Leía las últimas notas que había tomado de las coartadas de los testigos, cuando el mayordomo le avisó de que estaba lista la cena.

-Gracias Charles, enseguida voy. -Contestó Robín. Dejó los apuntes sobre el diván, apoyó los codos en las piernas y se pasó las manos por la cara para quitarse el cansancio. Se levantó y fue al comedor. Cuando terminó de cenar se retiró a su cuarto.




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