Amor eterno

~Capítulo41~

Volvió al jardín y se sentó en uno de los sillones.

Su madre, su hermana y Chloe estaban comentando sobre los últimos detalles de la fiesta ya que el fin de semana siguiente sería su boda con Frederick.

Su padre estaba enfrascado en una conversación con Frederick y Jonatan.

-Ya tengo todo listo. La luna de miel será en Italia. -Contó emocionada Lucy.

-Ay, que tiernos. -Comentó Cloe- ¿Y tú Anna, has podido hablar algo con lord Henderson sobre su boda?

-No, aún no, con todo este embrollo ni siquiera hemos podido vernos.

-Quizás hoy si puedan tocar el tema. -Aventuró Lucy.

-Quizás... -dijo Anna con la vista fija en el vacío.

Una vez que pidió que le subieran la tina y agua para bañarse, subió corriendo las escaleras para elegir que se pondría aquella noche. Eligió un vestido sencillo color blanco con detalles en beige suave.

Cuando el agua se término de enfriar, se envolvió en toallas y comenzó a secarse el pelo. Se puso la ropa interior, las enaguas y el vestido. Su doncella le cepilló el cabello y le sostuvo los bucles con horquillas.

Mientras contemplaba su imagen en el espejo, llamaron a la puerta de su habitación.

-Anni. -La llamó su hermana desde el otro lado de la puerta.

Anna agarró sus impertinentes, un abrigo y salió de su habitación. Bajó las escaleras y saludó a Robín con un beso en la mejilla.

Antes de salir se colocó su dominó.

Robín le ofreció su brazo el cual ella aceptó. Se despidieron de los padres de Anna y se marcharon.

Al llegar al carruaje Robín la ayudó a subir a Anna y luego de ubicarse en su asiento cerró la portezuela.

-¿Y a dónde iremos esta noche? -preguntó Anna con gran intriga.

-Es una sorpresa. -Dijo Robín.

-¿No queda para el otro lado el restaurante donde me sueles llevar? -preguntó ella desorientada.

-Si, pero esta noche no iremos ahí. Había pensado en un lugar más íntimo, donde no nos molesten. -Le dijo él con voz grave que hizo que Anna sintiera que se quedaba sin oxígeno en los pulmones.

Robín la tomó por la muñeca y la sentó sobre él. Le posó una mano en su cintura y la otra la dejó posada sobre su muslo. Ella le rodeó el cuello con los brazos, agachó la cabeza y le dio un dulce beso. Mientras lo besaba, sintió que habían pasado años desde la última vez que lo había hecho. Extrañaba estar así, abrazada a él como si no existiera nada más.

Al principio fueron besos inocentes, pero necesitaba más, no se conformaría con menos. Robín cambió el ángulo del besó y lo profundizó, logrando desatender una voz en su interior que le decía que se alejara. Anna sentía que le daba vueltas la cabeza y la respiración agitada. Esta era una de las veces que hubiese querido que Robín no fuese tan correcto. Se pegó un poco más, él apretó un poco más el abrazo y la mano que tenía apoyada en su muslo salto hacia su cuello. Lo recorrió en una caricia hasta el hombro y volvió a su punto de partida.

Cuando se separaron ya estaban cerca del lugar.

Ambos tenían la respiración agitada y se habían quedado con ganas de más. Por suerte para ambos, pronto serían marido y mujer.

Anna se levantó de la falda de Robín y se sentó de nuevo en el asiento frente a él.

Robín le observó los labios, aún tenía rastros de los besos que le había dado. Se inclinó hacia Anna y apoyó su frente en la de ella.

-Te amo cariño. -Le susurró.

-Te amo amor mío. -Le respondió ella dedicándole una sonrisa llena de ternura.Al llegar a Vauxhall, Robín ayudó a descender a Anna del carruaje.

Anna se acomodó bien el dominó sin apartar la vista del lugar. De día era un lugar como cualquier otro, pero de noche tomaba otro aspecto totalmente diferente. El aire parecía estar cargado de expectativa. Robín le ofreció su brazo y ella lo aceptó más que encantada.

-Ponte la capucha, no quisiera que alguien te reconozca y tengamos problemas. -Dijo Robín- Aún no estamos casados mi amor.

Anna obedeció y comenzaron a avanzar.

A medida que avanzaban por el sendero de grava, el tiempo parecía detenerse. Pasaron cerca de una fuente. Se oía música a lo lejos. Continuaron caminando hasta que tomaron el sendero que cruzaba.

Mientras avanzaban llegaron a una arcada a modo de entrada, con un pequeño camino Iluminado por velas dispuestas una al lado de la otra a lo largo del camino de ambos lados. Este conducía a una especie de caseta.

Robín abrió la puerta y dejó que Anna pasara primero y luego cerró la puerta tras él.

Era un espacio circular, el centro estaba ocupado por una mesa circular y dos sillas, una mesa auxiliar al lado. Había un hogar que se encontraba apagado y una otomana llena de almohades. Entró un mozo después de golpear con la cena y una frapera con hielo y champán.

Luego de un rato volvieron a quedar solos. Anna se quitó el dominó y se sentó a la mesa y Robín hizo lo propio.

-Nunca vi esta parte de vauxhall antes. -Dijo Anna aún sorprendida.

-Es que no es un lugar para una joven delicada e inocente como tú.-Respondió Robín simulando un aire de inocencia.

-¿Y porqué me trajiste entonces? -preguntó Anna con picardía.

-Es que todos estos días que no hemos estado juntos te extrañe y ahora quería tenerte solo para mí, sin que nadie nos interrumpa. Le contestó Robín mientras destapaba el champán.

Durante la cena charlaron animadamente. Cuando les tocó comer el postre, Robín le sugirió que se fueran a la otomana a comerlo y Anna accedió.

-Eres un ser maravilloso Robín. -Le dijo Anna. En su mirada se podía notar todo el amor que le profesaba.

-Te amo Anna, eres muy especial para mí. El conocerte hizo que quiera formar una familia. Tú me cambiaste. -Le dijo Robín dejando su plato y el de ella sobre la mesa. Se volvió hacia la joven y le tomo las manos. -Annabet Brighton, ¿Me harías el honor de casarte conmigo? -al decir esto, le soltó las manos y sacó una cajita de terciopelo color azul, la abrió y dentro contenía un cintillo de oro con un diamante engarzado.




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