Amor eterno

~Capítulo43~

A la mañana siguiente Robín se levantó, se puso unos pantalones color claro y las botas de montar y salió rumbo a los establos a montar en su alazán.

Al llegar al parque largó a su semental a galope tendido. Recordó la noche anterior con Anna. Como había reaccionado cuando le entregó la alianza. En su interior sabía que había hecho una buena elección. Tan solo unas semanas atrás ni soñaba con casarse y hoy ya quería que ese día llegara. Estaba seguro de que Anna lo amaba realmente. Era sencilla, no era pretenciosa ni ostentosa. Era perfecta.

Cuando llegó al final del recorrido, aminoró la marcha para que el caballo pudiera recuperar el aliento.

Él se sentía feliz por dentro, por fin había encontrado a su compañera de vida y esta vez estaba seguro de eso.

Volvió a encaminar al caballo y volvió a dejarlo que galopara. Que liberara la adrenalina que tenía acumulada.

Cuando entró a la casa luego de dejarle el caballo a Paul para que lo atendiese, se pegó un baño rápido y bajó a desayunar. Mientras desayunaba leía el periódico ya que aquel día estaría cargado de obligaciones. Cuando hubo terminado se dirigió a la entrada, tomó el abrigo que le tendía su mayordomo y salió a la calle rumbo al parlamento.

Anna se despertó acurrucada bajo las mantas, miró por la ventana por a través de las cortinas y vio el cielo amaneció con el sol resplandeciendo. Si bien había sol era un día fresco. Las hojas de los árboles habían comenzado a tornarse amarillas.

Se puso una camisola de batista blanca y una falda color maíz de cintura alta. Se cepilló el pelo y lo sujetó con horquillas.

Cuando llegó al comedor, saludo a su familia y se sirvió café.

-Felicitaciones Hija, tu madre me contó que te has comprometido con el señor Henderson. Me pone feliz por ti Anna y por lo que veo logró que le dieras el sí. -La felicitó su padre esbozando una sonrisa paternal.

-Gracias pa. Si, la verdad que sí. -Dijo Anna riendo. Ella estaba enterada de que su padre estaba al tanto de que hasta hacía poco Robín no había logrado que lo aceptara.

Luego de desayunar, Anna tomó del estudio de su padre, una nueva novela que le había regalado y se dirigió al jardín a sentarse bajo el manzano.

Estaba tan concentrada en lo que leía que cuando terminó el segundo capítulo largó un suspiro cerrando el libro.

-¿A donde has viajado hoy si puedo saberlo? -le preguntó Robín.
Anna dio un Respingo.

Luego de terminar la sesión en el parlamento, pasar por el despacho de su contador y asistir a varias reuniones había ido a buscar a Anna.

-Pues... Yo... -balbuceo Anna con vergüenza- no vi que estabas ahí parado.

Al examinar el rostro del hombre vio que una sonrisa bailaba en sus labios.

-Lo siento, te veías muy atractiva concentrada y no quise interrumpirte. -Le dijo Robín dibujando una sonrisa.

-Pero que cosas dices Rob. -Dijo ella poniéndose de pie y riendo.

-Solo digo lo que veo. -Dijo Robín poniendo una mano en su corazón.

-¿Hace mucho que estás ahí parado observándome? -le preguntó aún afectada.

-No, tan solo unos minutos. -Dijo Robín- He venido por qué nos ha invitado a almorzar mi madrina Lady Marshall.

-Bueno, si no te importa esperarme me iré a cambiar. -Le dijo Anna acercándose a él.

-Desde luego. -Le respondió Robín y le ofreció su brazo.

Luego de entrar, lo condujo al salón de invitados y se marchó a cambiarse, cuando apareció por la puerta quince minutos después, entro con un vestido color lavanda con manga tres cuartos bordado con flores blancas.

-Ya estoy lista, ¿vamos? -le preguntó Anna.

-Si Anna, con permiso señor y señora Brighton. -Se puso de pie, hizo una reverencia y él junto a Anna salieron rumbo a la mansión de Lady Marshall.

-Buenos días Ferdinand, nos espera Fiona. -Le dijo al mayordomo.

-Pasen por aquí, Lady Marshall los espera en el salón de invitados.

Los condujo por un pasillo hacia el fondo de la casa. Cuando llegaron, el mayordomo golpeó la puerta. Una vez que le permitieron pasar, los presentó. Ambos hicieron una reverencia.

-Pasen, pasen. Tomen siento. -Dijo Fiona señalando un sillón para dos personas.

-Gracias Lady Marshall. -Dijo Anna tomando asiento.

-Por favor, dime Fiona. Pronto seremos familia, no hace falta tanta formalidad. - Contestó la anciana con una sonrisa.

-Gracias Fiona y, por favor, llámame Anna. -Le respondió.

-Perfecto Anna, bienvenida a la familia. Robín debe haber encontrado algo valioso en ti, por qué había prometido no casarse jamás, cosa que me entristecía un poco. Él es un gran hombre. -Le contó Fiona- Gracias por hacerlo entrar en razón.

La anciana le dedicó una sonrisa cómplice.

-No era necesario que le dijeras eso a Anna. -Dijo Robín casi atragantado.

-No seas tan modesto hijo, -le respondió la anciana- ella es perfecta para ti. Es una buena joven, bien educada y tierna. No puedo estar más orgullosa de ti Robín.

-Gracias Fiona. -Le agradeció Robín algo incómodo todavía- Y gracias por invitarnos hoy a almorzar.

-¿Es broma? ¿Qué esperabas? Eres mi ahijado muchacho, sabes que te considero como a un hijo. Además, alguien le tenía que dar la bienvenida a la joven. -Le contestó.

-Es muy amable de su parte Fiona. -Agradeció Anna.

-No tienes que agradecerme.

-Tiene una casa muy linda, me encanta la decoración. -Dijo Anna.

-Gracias. Esta casa la construyó mi marido, dentro de un tiempo pasará a ser de Robín y por supuesto tuya también. Yo no pude tener hijos con mi difunto esposo. Por eso lo adopté como mío a Robín cuando era tan solo un niño. Dejé establecido en el testamento que será mi heredero.

-Sabía de tu intención, pero no que ya habías tomando la decisión.
Robín la quería demasiado, ella había sido como una madre para él y le estaba agradecido.

-Es que me pareció correcto Robín, eres mi ahijado ¿No creerás que iba a dejarte afuera? -dijo Fiona.




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