Al salir del salón de invitados, ambas damas aceptaron el brazo que les ofrecía Robín.
Entraron al comedor. Anna y Robín tomaron asiento a ambos lados de la mesa y Lady Marshall a la cabecera. El almuerzo consistía en pollo y patatas asadas, pan recién horneado y pudin de salmón. Almorzaron mientras charlaban animadamente sobre sus futuros planes.
Cuando hubieron finalizado los tres se retiraron al jardín. Hacía un lindo día para quedarse encerrados en un salón. Se dirigieron hasta el centro del jardín y tomaron asiento en los sillones de jardín.
-¿Cuándo planean casarse? -quiso saber Fiona.
-A finales de febrero. Es que la hermana de Anna se va un mes a Italia de luna de miel y vamos a esperar a que vuelva por qué Anna la eligió como dama de honor. -Le contó Robín.
-Me parece perfecto. -Contestó la anciana- ¿Y planean una fiesta grande o algo más intimo?
-A mí me gusta algo más intimo. -Respondió Anna esperando a que la anciana dijera algo, pero fue Robín quien habló.
-A mí también, no me gusta ostentar lo que tengo y a Anna tampoco.
-Me parece genial. -Concedió Fiona.
-Creo que es lo mejor. -Comento Robín.
Más tarde, luego de pasar la tarde en la casa de su madrina, Robín volvió a dejar en su casa a Anna. Debía seguir con sus obligaciones. Después de acompañarla hasta la puerta, Robín se despidió de ella con mala gana, le hubiese gustado estar más tiempo con ella, pero los deberes lo llamaban. Le dio un beso en la mejilla y esperó a que entrara, pegó media vuelta y se encaminó al carruaje rumbo a su casa.
-Hola, ma. -Dijo Anna saludando alegre a su madre.
-Hola, hija. -Respondió su madre- ¿Cómo te ha ido?
-Bien, Lady Marshall ha sido muy amable conmigo. -Le contó su hija- me dio la bienvenida como si Robín fuese su propio hijo. La verdad es una suerte que la tenga. Se nota que la aprecia mucho.
Anna continuó recordando el almuerzo.
Al cabo de un rato, Anna y su madre se encontraban caminando con Lady Barret y su hija por el parque.
-Me enteré de que lord Henderson te propuso matrimonio. -Dijo Chloe con alegría.
-Si, es verdad, me propuso matrimonio oficialmente. Es más, me dio un cintillo.
-¿A ver? Déjame verlo. -Pidió su amiga emocionada.
Anna levantó la mano y se lo enseñó.
-¡Ann es hermoso!, debió de haberle costado una fortuna. -Le dijo Chloe sin poder creerlo.
-De hecho, no, era de su madre, me lo dio ayer a la noche. -Le contó Anna.
-Debe de amarte mucho ese hombre Ann para darte algo tan preciado.
-Fue lo que Lady Marshall dijo. -Le confesó su amiga.
-Viste, todos te lo decíamos y tú como eres terca no lo querías aceptar, pobre. -Se lo hizo notar.
-Si, lo sé. Sé que debí decirle que si desde el primer momento, pero tenía mis motivos. Ahora que sé que me ama, no hay nada que se interponga entre él y yo. -Término Anna.
-La verdad que me pone muy feliz por ti Ann. Eres como una hermana para mí. -Le dijo Chloe emocionada.
-En febrero nos casamos. -Le comunicó Anna.
-Oh, perfecto Ann. Ya por suerte va encaminándose las cosas.
- Si, de apoco vamos planeando juntos.
-¡Felicitaciones Anna! -dijo la madre de su amiga.
-Gracias Señora Bincent. -Le agradeció Anna.
-Me pone contenta por ti. -Beatríz le dedicó una sonrisa
-¿Ya tienen pensado cuando será la boda?
-La fecha aún no, pero sí que será en febrero. -Le contestó.
-¿Y tú Chloe? ¿Qué me dices de ti? ¿cuándo se casaran? -le preguntó Anna a su amiga.
-Nosotros vamos más despacio, nos tomamos nuestro tiempo.
Chloe estaba bastante relajada, si bien ambos se amaban se tomaban su tiempo para disfrutar del noviazgo.
-Ay, Chloe, ¿cuánto más lo harás sufrir al pobre Jona? -dijo Anna largando una risita.
-¿Disculpa? -dijo su amiga riendo- mira quien habla.
-Tienes razón, tienes razón. -Dice Anna sin poder contener la risa.
Prosiguieron su recorrido riendo y haciendo planes para sus respectivos futuros.
Aquella noche, Anna y Robín se encontraban girando en la pista junto a otras parejas en el salón de Lady Hilbert, mientras se movían al compás de la música Robín no podía despegar la vista de la joven, cada momento que pasaba junto a ella hacía que se enamorara cada vez más. Instintivamente, Robín la atrajo más hacía él haciendo que los muslos de Anna se rozaran con los suyos. Al sentir el roce, Anna lo miró rápidamente, sintió como sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso. Al ver a esos ojos celestre Robín sintió todo el amor que sentía por él.
-¿Ocurre algo señor Hendreson? -preguntó Anna fingiendo formalidad.
-No, señorita Brighton. -Contestó Robín devolviéndole la broma- Es solo que me encanta observarla.
Anna lo miró tímidamente y sus sonrojo se intensificó.
-¿Y qué ves? -preguntó la joven realmente intrigada.
-Veo... Todo el amor que hay en ti. -Respondió Robín.
-¿Eso solo ves? -preguntó ella una vez más.
-Veo lo gentil y tierna que eres, y sobre todo lo madura que eres para tu edad. No todas las jóvenes de 19 años son tan maduras como tú. -Terminó Robín dedicándole una sonrisa que desbordaba amor.
-Debo admitir que me has impresionado. -Dijo Anna bajando la vista y volviéndola a posar en los ojos de él.
-Es que te amo y es fácil ver en ellos que tú también me amas. -Le confesó el joven.
-Te amo, es cierto, y lo hago con toda mi alma. Tanto es lo que te amo que a veces temo perderte. -Le dijo Anna agachando la cabeza una vez más.
-¿Por qué piensas eso? -preguntó Robín extrañado.
-Es que tú has estado con mujeres mucho más experimentadas, en cambio yo no. Temo que te aburras de mí después de un tiempo y me dejes. -Le dijo Anna avergonzándose del todo.
-Anna, cariño, eso jamás pasará. Te amo con todo lo que soy. -Le dijo Robín alzándole la barbilla para que lo mirara a los ojos- Eres lo que siempre quise y ahora que te tengo a mi lado no voy a dejarte ir. Ni en mis más locos sueños voy a perderte.