Amor eterno

~Capítulo49~

Anna se despertó sobresaltada, se paso las manos por la cara y notó que tenía un sudor frío en la frente y en todo el cuerpo.

-Tranquila, ha sido solo un sueño. -Robín se despertó cuando Anna se despertó asustada- Vuelve acostarte aún es de madrugada.

-Lo siento Rob. -Contestó Anna con la voz angustiada volviendo a acostarce- No fue mi intención despertarte.

-Shhh, cariño ya paso, no dejaré que nada malo te suceda. -Le prometió Robín buscando de nuevo sus labios.

Hicieron el amor toda la noche hasta que ambos cayeron dormidos, pero esta vez sin pesadillas.

Robín despertó una hora antes del alba. Se incorporó sobre un codo y comenzó a acariciarle la mejilla con la punta de su nariz. Anna reaccionó casi de inmediato a la caricia. Abrió lentamente los ojos y le dedico una sonrisa plagada de amor.

-Creo que me puedo llegar a acostumbrar a esto. -Le dijo desperezándose.

-Yo opino lo mismo, pero cariño debes levantarte y vestirte si no quieres que tus padres me maten.

-Estoy de acuerdo con eso. -Contestó Anna saltando de la cama y vistiéndose a toda prisa.

Cuando llegó a su casa, luego de que el carruaje de Robín la dejara allí, entró por la parte de atrás, aún no se había levantado nadie, subió lentamente las escaleras y una vez dentro cerró la puerta sin hacer ruido, se cambió de ropa y se acostó, cerro los ojos rogando no tener una pesadilla.

Aquel día, Robín se dirigió a la prisión luego de ir al parlamento. Necesitaba respuestas y las obtendría de una manera u otra.

-Buendos días, Soy Robín Hendreson, marqués de Winchester ¿El señor Berret? -le dijo Robín seriamente al policía que estaba de guardia en la entrada.

-Ya lo mando a llamar. Hey Harold, ve a buscar al nuevo. -Grito el guardia- Dile que tiene visitas.

Después de un momento, lo hicieron pasar a un cuarto con una mesa y dos sillas.

Maurice lo esperaba ya que había entrado por otra puerta.

-Henderson, que quieres aquí. -Le preguntó de mala manera.

-Quiero saber por que mataste a Clair y ayer intentaste que Anna me pidiera dinero. -Dijo Robín intentando mantener la calma. El recordar que por poco casi le hace daño a Anna hacia que le hierva la sangre del enojo.

-A Clair la maté por que la amaba, pensé que no era así, pero realmente la amaba. Luego de que me contaste de que te había revelado lo nuestro y que tu intención era volver con ella no soportaba la idea de que me abandonara. -Dijo agachando la cabeza.

-Fue todo mentira. -Dijo Robín.

-¿Qué? ¿Cómo qué fue todo mentira? -preguntó Maurice sin entender.

-Ella jamás me dijo nada de lo de ustedes. El que me lo afirmó fuiste tú. Intenté que ella me lo dijera, pero no lo hizo. -Le respondió Robín- Tenía mis sospechas sobre ustedes dos desde que te conté lo de Clair y puse en marcha el plan y el día que te cité en mi casa y me dijiste que tu eras el amante de ella me quedo claro que yo tenia rozón en cuanto a mis dudas.

-¿Me estás diciendo que Clair no te dijo nada de nada de nuestro amorío? -preguntó Maurice sin dar credito a lo que escuchaba.

-Te digo la verdad, ella no me dijo nada. -Le contestó Robín.

-Oh, Clair ¿Qué he hecho? -dijo Maurice pasándose las manos por la cara y hablando como si la mujer estuviese ahí presente con ellos- debí creerte cuando me dijiste que no le habías dicho nada de lo nuestro. -El hombre comenzó a llorar desconsoladamente.

-Ahora quiero que me aclares, ¿Por qué le exigiste a Anna que me pidiera dinero? ¿Por que la metiste a ella en medio de todo esto que no tiene nada que ver?

-Por qué odiaba verte feliz mientras yo no lo era con la persona que amaba, Clair era fría, interesada y manipuladora. Y por último quería el dinero para pagar las deudas que tengo con el banco y los prestamistas. La única manera que encontré fue obligando a aquella estúpida niña a que te lo pidiera amenazándola con matarlos a ambos si no lo conseguía.

Robín escuchó la declaración de Maurice sintiendo que la ira se apoderaba de él. Necesitaba salir de ahí inmediatamente.

Abrió la puerta de un tirón y salió apresuradamente a la calle. Necesitaba calmarse, necesitaba de su hechicera de ojos azules.
Pasó por su casa a bañarse y cambiarse de ropa ya que salió impregnado del olor rancio de la cárcel y salió a toda marcha hacia la casa de Anna.

Cuando llegó toco timbre y espero a que lo atendieran. Un minuto después Philip, el mayordomo, abrió la puerta dejándolo pasar y anunciándole que Anna se encontraba en el saloncito.

Robín se dirigió a toda marcha y abrió la puerta después de golpear y esperar que le dieran permiso de entrar. Sin decir una palabra, caminó a grandes zancadas y al llegar a la muchacha la tomo por las manos y la levanto de donde se encontraba sentada leyendo.

Agachó la cabeza y le plantó un beso exigente.

Anna lo vio entrar a toda a marcha, no le dio tiempo a que dijera nada, solo podía verlo, cuando le dio el exigente beso lo único que pudo hacer fue devolvérselo. Mientras lo besaba se dio cuenta de que temblaba de pies a cabeza

Cuando se separaron ambos quedaron con las respiraciones agitadas.

-P... Perdón no... No fue mi intención entrar así. -Dijo Robín apresuradamente.

-No te preocupes, ¿Pero qué pasó? Dime. -Dijo Anna sin saber lo que había pasado tan solo un momento atrás.

-Es que necesitaba respuestas y fui a buscarlas a la cárcel. Le pregunte a Maurice por que fue que mató a Clair y lo de ayer. Y término confesándomelo todo. Creyó que realmente Clair me había contado todo lo de su romance con él y que por eso la había matado. Y en cuanto a ti que te presiono para que me pidieras dinero para saldar su deuda, y el sólo escuchar que podría dañarte hizo que me diera cuenta de que me importas más de lo que yo imaginaba. No quiero pasar un solo día más sin que estés a mi lado Te amo y no voy a dejar que nadie ni ahora ni nunca te haga daño.

Anna se acercó y le dio un tierno beso. Quería demostrarle cuanto le amaba, que no había un solo día en que no pensara en él y en las ganas de que llegara el día para finalmente ser su esposa.




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