Londres,Inglaterra 1823.
Anna Brighton se despertó temprano esa mañana.
En los últimos días no había tenido un buen descanso, debido a lo ansiosa que se encontraba por todos los preparativos de la fiesta, y la noche anterior no había sido la excepción, había dado vueltas en su cama hasta altas horas de la madrugada repasando los últimos detalles hasta que por fin la venció el sueño.
Al despertar, mientras aún permanecía en la cama, recordó que esa noche sería el día en que fuera presentada en sociedad y no pudo evitar sonreír. se restregó los ojos para despejar los restos de sueño y se levantó animadamente.
Desde su cuarto, había escuchado los pasos de los sirvientes ir y venir de un lado a otro acarreando cristalerías y candelabros hacia el gran salón, mientras sacaba del ropero un vestido color azul lavanda, con escote recto y flores bordadas en color rosa. Al terminar de sujetar sus rizos con la última horquilla, bajó al comedor a tomar su desayuno.
Al llegar al comedor, se encontró con sus padres y su hermana mayor ya desayunando, los saludó uno a uno y se dirigió al aparador ubicado a un costado a servirse un poco de yogur con cereal.
Mientras desayunaba y charlaba con su madre sobre los últimos detalles y los compromisos que tenían cada una ese día, sonó el timbre de entrada.
Se oyeron lo pasos de Philip el mayordomo en el vestíbulo y la voz de un hombre tras abrirse la puerta.
-Buen día Señor, ¿Se encuentra Lady Brighton? -preguntó el desconocido y le tendió una tarjeta- Debo entregar este paquete, es de parte de Madame Bertha.
-Espere aquí un momento. -Respondió Philip una vez que agarró la tarjeta que le tendía el mensajero.
Mientras Anna y su madre seguían conversando ingresó el mayordomo haciendo su anuncio.
-Lady Constance, afuera hay un caballero con un paquete, viene de parte de Madame Bertha. -Informó Philip mientras le tendía el brazo para alcanzarle la tarjeta.
-Hágalo pasar al saloncito, me reuniré con él en unos minutos.
El mayordomo hizo una reverencia bien recta a pesar de ser un hombre entrado en edad, dio media vuelta, y se dirigió hacia la puerta e hizo ingresar al mensajero al saloncito dispuesto para recibir a los invitados.
Al cabo de un minuto después que el mensajero se marchara, Constance y Anna se encontraban admirando el trabajo de la modista.
-Es bellísimo, no puedo esperar para lucirlo esta noche. -Exclamó Anna con brillos de entusiasmo en los ojos.
-Que buen gusto tiene Madame Bertha, este vestido es único. -Dijo satisfecha su madre mientras ponía el vestido devuelta en la caja y lo envolvía de nuevo con los papeles de seda- Ve arriba y cuélgalo antes de que se arrugue. -Dijo.
Anna tomó el paquete apretándolo contra su pecho, como si se le fuera la vida en ello y subió las escaleras rápidamente.
Una vez que cerró la puerta de su dormitorio detrás de si, colgó el vestido en el ropero y se quedó admirándolo durante un momento. Era de un color Azul zafiro, amplio en la parte de la falda, con cuentas bordadas en el corpiño el cual tenía forma de corazón y mangas cortas.
Cuando término de ver cada detalle, salio de su habitación para ir hasta el jardín a tomar un poco de aire y ver como florecían las rosas.
Después del almuerzo, subió a su habitación a tomar su sombrilla para ir con su madre al Hyde Park a reunirse con su amiga y confidente Chloe Bincent y su madre.
Apenas llegaron, se encontraron con que el lugar estaba lleno de carruajes, al parecer, toda la alta sociedad se había puesto de acuerdo para ir al parque para aprovechar del soleado día de verano.
Descendieron de su carruaje y mientras abrían sus paraguas se reunieron las cuatro mujeres.
Anna y Chloe comenzaron su recorrido, seguidas por sus madres que ya habían comenzado a conversar.
-¿Cómo te preparas para esta noche? -quiso saber su mejor amiga-, supongo que ya tienes todo listo.
-Si, ya está todo preparado, -contesto Anna muy animada- hoy a la mañana llego un mensajero con mi vestido, no te das una idea lo lindo que es, estoy ansiosa por qué llegue la noche, poder ponérmelo y hacer mi entrada. -Lo dijo con brillos de ilusión en sus ojos, mientras hacia ademanes como haciendo una reverencia.
-Ay, Ann, -rio Chloe- siempre seras una soñadora, no tienes remedió.
-Quiero poder bailar hasta el cansancio. -Respondió Anna mientras ella y su amiga rompían en carcajadas.
Las dos continuaron su paseo mientras reían y saludaban con una reverencia a las demás damas y caballeros que por allí pasaban.
Una vez terminaran su paseo por el parque y se despidieran de Chloe y su madre, regresaron al carruaje rumbo a su casa.