Apenas llegó del paseo, Anna le pidió a una criada que le subiera agua para tomar un baño. Subió rápido a su habitación para comenzar a prepararse para la fiesta.
Una vez que estuvo listo el baño, se metió dentro de la tina y comenzó a lavarse y a lavar su cabello. Cuando el agua se terminó por enfriar, salió y se envolvió en toallas.
Se sentó frente al tocador y una de las criadas comenzó a secarle el cabello húmedo con aroma a rosas con una de las toallas y a cepillárselo. Se lo sujetó en un peinado alto con horquillas dejando sueltos algunos mechones dorados.
Luego, la ayudó a colocarse el vestido creado por la modista el cual combinaba con sus ojos y hacia que su piel luciera marfileña, y por último, se colocó un collar y pendientes de cuentas haciendo juego.
Una vez que estuvo vestida y peinada, la criada la dejó sola a Anna mirando su reflejo en el espejo, al ver que estaba algo pálida debido a los nervios que sentía, se pellizcó las mejillas para tomar un poco de color.
Desde su cuatro se oía el bullicio de los invitados que habían comenzado a llegar desde hacía solo un par de horas, cuando unos pasos retumbaron al otro lado de la puerta.
Dos golpes llamaron a la puerta y Anna se giró para quedar de frente.
-Adelante. -Anunció Anna algo nerviosa entrelazando sus manos por delante.
Su padre entró en la habitación y le plantó un beso en la mejilla.
-¿Ya estas lista? -preguntó Arthur, con una nota de emoción en su voz y sonriéndole - Ya es hora de bajar, han llegado casi todos los invitados.
-Vamos pues, no aguanto más la ansiedad. -Respondió Anna con una sonrisa amplia.
El padre la abrazó para reconfortarla, le ofreció su brazo y ambos se encaminaron escaleras abajo hacia el salón.
Mientras bajaba las escalinatas, Anna veía como cada mirada estaba posada en ella. Sentía una mezcla de nervios y alegría rondar por su estomago. Cuando bajó el último peldaño, la orquesta comenzó a tocar.
Luego de saludar a los invitados que se acercaban para felicitarla, el primero que se acercó para bailar una pieza con ella fue Jonatan Mc Calister, era único hijo y heredero del título a conde de Snowdawn. se conocían desde pequeños ya que sus padres habían sido compañeros y amigos en Eton.
Entre tanto, en la otra punta de la ciudad, Robin Henderson, se subió a su carruaje con destino a la residencia de los Brighton en Apperbrook street .
En el momento que el carruaje se detuvo ante la puerta, abrió la portezuela y descendió , desde la calle se sentía el murmullo de la música y el bullicio de las conversaciones. Al entrar al salón, comenzó a deambular por la estancia hasta posar la vista en un grupo de caballeros y decidió ir hacia allí.
Al llegar al grupo advirtió que se encontraba Maurice Berret, uno de sus mejores amigos, este al verlo se apartó del grupo y comenzaron a hablar.
-Hasta que al fin has decidido salir de tu guarida y honrarnos con tu presencia. -Saludó animosamente Maurice- Hacía rato que no te venía en los salones de la alta sociedad, temía que te hayas vuelto un viejo gruñón. -Carcajeó.
-No tuve otra alternativa, además, ya llevaba mucho tiempo evitando las reuniones sociales. -Se defendió Robin- Linda fiesta la que han armado. Vino todo Londres por lo que veo. -Se burló.
-No sé si todo, pero si gran parte. -Mientras Maurice hacía este comentario, barrió con la vista el atestado lugar- Era uno de los acontecimientos más esperados de la temporada, la presentación en sociedad de la señorita Brighton, después de todo su padre es el inversionista más importante en toda Inglaterra.
-Ya lo creo, ¿A ti cómo te está yendo? -quiso saber.
-Bien, no me puedo quejar, por suerte tengo bastantes casos a cargo en el estudio. -Dijo animosamente Maurice.
Del otro lado del salón, mientras Anna y Jonatan bailaban, logró divisar a su amiga bailando con un joven de cabello colorado, estaba impaciente por hablar con ella, pero solo se acercó una vez que el vals terminó.
-Mira, allí está Chloe. -Le señaló Anna a Jonatan- Deberíamos ir a saludarla.
-Mmmm no sé Ann, se la ve muy ocupada. -Respondió él receloso- No quiero importunarla.
-Tonterías, deja los miedos a un lado y vamos a saludarla. -Le dijo Anna.
Ella sabía de los sentimientos de Jonatan hacia Chloe, cada vez que estaban los tres juntos él se mantenía callado, como si temiera decir algo que le pudiera molestar.
Sin otra alternativa, Jonatan le ofreció su brazo y ambos se encaminaron hacia la pareja a través de la multitud.
Una vez que llegaron, comenzaron las presentaciones.
-Jonatan, te presento a Roman Fitzjeral. -Presentó Anna.
Jonatan hizo un asentimiento de cabeza a modo de saludo.
-Roman, te presento a Jonatan Mc Calister, futuro conde de Snowdawn. -Roman y Chloe hicieron una reverencia.
Conversaron de esto y aquello, del clima y los invitados, hasta que Anna y Chloe decidieron dar un paseo alrededor del salón. Emprendieron la caminata agarradas del brazo.