Los días iban pasando lentamente, la casa para mí era como una cárcel que me ahogaba.
Con la única que conversaba era con mi nana, en la parte en donde estaba mis habitaciones era lejos de la de mi esposo a quién sólo había visto el día de la boda.
—Mira el lado positivo, no tienes a alguien que te esté molestando día y noche —mi nana llevó su mano a su boca para ahogar su risa.
—Tienes razón nana —respondí, pero en el fondo me sentía triste, quería saber la razón del porqué de esta boda. Él no me quería era más que claro, pero ¿Porque se casó conmigo? —Ve a descansar nana, lo necesitas —ella sonríe en señal de agradecimiento, se levanta y sale de la habitación.
Pegué mi frente a la ventana y fue ahí cuándo la vi, una niña pequeña de algunos siete años, ella estaba con su institutriz, una mujer que sujetaba su mano sin dejarla correr. Me incorporó y abro la ventana, la niña tenía un rostro triste, como yo estaba.
Me giró y salgo apresurada hacia el jardín, la casa estaba siendo limpiada a conciencia, casi tropecé con varios empleados.
Al llegar al jardín la voz dura de la mujer se escucha.
—¡No Emma, ensuciaras tu vestido! —Emma baja su rostro, alcanzó a ver qué hace un mohín, está a punto de llorar.
La mujer me mira y sólo enarca una ceja.
—Buenas tardes —saludo, ella me mira de una manera que no me gusta.
—¿Qué desea? —su tono de voz ha sonado como si yo fuera una niña pequeña.
—Pasear por los jardines de mi casa —ella desvía la mirada hacia los jardines descuidados y sonríe.
—Están a su disposición —sujeta a Emma y empieza a caminar.
—Lo haré con Emma —ella abre la boca para protestar —Cuide su trabajo, le recuerdo por si lo ha olvidado que soy la Condesa de Grave.
Sus labios se formaron en una línea, pero soltó a Emma. Odiaba hacer sentir menos a las personas, pero me daba cuenta que para ella yo no era nadie si no hacía valer mi derecho.
—Puede entrar y solicitar ropa limpia para Emma y que suban su cena a mi habitación, en media hora estaremos en mis aposentos.
—Como usted ordene mi lady —se gira y la veo marcharse muy, pero muy furiosa.
Al quedarnos solas, me inclinó Emma no levantaba la mirada.
—Hola Emma —ella me mira y puedo apreciar que era una niña muy bonita, sus facciones eran delicadas. Toda una señorita de sociedad —Mi nombre es Noelle, puedes decirme tía Noelle — muerdo mi labio, no sabía el parentesco con mi esposo, quizás era su hija.
—Me agradas —sonríe mostrando una linda sonrisa —Nadie le habla así a la señora Cante, ni siquiera mi hermano.
—¿Tu hermano? —miré alrededor buscando a otro niño en el jardín.
—Si, Matt, el Conde — la miró nuevamente, no se parecía a Matt, ella era rubia de ojos azules.
—¿Quieres jugar? Me sentare en la banca mientras lo haces, no te alejes mucho por favor.
Ella da palmaditas y vuelve a sonreír.
Media hora después
Al llegar a la habitación de Emma, la niñera abre los ojos como plato al ver que la niña regresaba con el peinado destruido, la falda de su vestido sucio y arrugado. Sus manos llenas de tierra.
—Lady Emma ¿Qué le ha pasado?
—Se ha divertido —respondo, ella asiente y corre a buscar una palangana para llenarla de agua y sumergir aquel trapo para limpiarla —Prepárala y llévala a mi habitación, Emma cenara conmigo.
—Si señora —hace una reverencia a la que todavía no me había acostumbrado —buscaré un vestido acorde para cenar con usted.
Para todos ellos y mi padre, mi título era de gran peso.
La veo dirigirse al vestidor mientras doy un beso en la cabeza de la niña.
—Nos vemos en un rato, iré a cambiarme.
Siento que ella abraza la falda de mi vestido, la escucho lloriquear, me inclinó y detengo una lágrima que estaba recorriendo su mejilla.
Me inclinó para verla.
—¿Qué pasa? ¿Ella te lastima? —Emma niega.
—No me abandones, papá eso dijo que nos veíamos en un rato y se fue al cielo sin mí.
—No pasará, iré a cambiarme para la cena, ahí estaré en mi habitación esperándote.
—¿Lo prometes? —mi corazón se encoge, la abrazo fuerte y besó su cabeza.
—Lo prometo Emma, ponte más linda de lo que eres.
Ella sonríe y asiente, suelto el aire y me doy cuenta que en esta casa, sólo nos teníamos la una a la otra.
Matt
—¿Cuándo regresas? —ella se incorpora en la cama, mientras pasa su mano por su cuerpo desnudo.
—No lo sé —sigo poniéndome las botas.
—Matt —se arrodilla en la cama y gateando viene hacia mí.
Me pongo de pie y ella se sienta para observarme.
—No dejas que te toque después que estamos juntos.
—No me gusta —pongo mi saco —descansa Mabel.
Salgo de su habitación sin mirar atrás, me había retrasado en una reunión con las personas que iban a reparar la casa y luego Mabel había enviado una nota que le urgía verme.
La hora de cenar de Emma ya había pasado, ella no debió haber probado bocado, corro a mi carruaje. Debía convencerla que comiera un poco.
Al llegar a la casa, todo estaba ya oscuro, el lacayo que me abrió la puerta estaba adormilado, ya eran pocas velas las que estaban encendidas en la sala. Suspiró porque no me gustaba molestar a la gente de la cocina cuando se retiraban a dormir, pero hoy sería la excepción, Emma debía comer.
—Milord —me giró, Hipólito andaba dando la ronda por la casa para verificar que todo estaba bien cerrado —Buenas noches.
—Buenas noches Hipólito, voy a pedir la cena para Lady Emma.
Él me observa un momento en silencio.
—Lady Emma ya cenó, hasta repitió —lo veo sorprendido.
—Gracias —subo los escalones rápidamente y me dirijo hacia sus habitaciones, abro la puerta y aún la niñera estaba ahí.
Emma estaba dormida en su gran cama.
—Milord. —se inclina para la reverencia.
—¿A qué horas se durmió? —costaba que mi hermana se durmiera, la perdida de papá la había afectado mucho, pero para mi sorpresa ya dormía.
Editado: 15.09.2024