Noelle
—Será un delicioso paseo, es tiempo que la ciudad londinense conozca a la Condesa de Grave.
—¿De qué hablas? Ya me conocieron Matt —siento que una de sus manos rodea mi cintura, mientras me ayuda a sentarme.
Mi mirada se ha clavado en el hermoso ejemplar de caballos que tiran el elegante carruaje abierto.
—No, sólo unas cuantas personas que asistieron a la casa, en cambio en esta tarde te conocerán —mi mirada se desvía hacia la falda de mi vestido, era un modelo muy bonito, elegante. Un regalo de Lady Gabinia.
Emma sonríe y sus ojos brillaban de la emoción.
—Mamá, nunca me llevó en el carruaje a dar un paseo, Noelle es genial.
—Lo disfrutaremos mi querida Emma —suspiró mientras mi mirada se pasea por el rostro de Matt, era muy apuesto mi esposo, pero lo que me estaba cautivando era su sonrisa, ya que desde que lo conocí sólo un rostro agrio era el que había visto pero este cambio era genial.
***
—¿Qué es lo que pretendes Claude? —él suspiró de aburrimiento y no levantó la mirada de su libro, sospechaba que no estaba leyendo sólo trataba de evitarme.
—No sé de qué hablas madre —murmuró después de un largo silencio
—¡Lo sabes bien! —mi voz sonó exaltada, pero él simplemente me ignoró.
—Voy a dormir un momento —lo veo levantarse y por un momento vi tristeza en su mirada.
—Lo siento hijo mío —él se detuvo, pero no me miró —te arrastré a Londres ... yo, fui tan cobarde, no quería estar sola.
—No te preocupes madre —él suspira y avanza hacia mí, una vez está cerca, coloca sus dedos debajo de mi barbilla y levanta mi rostro —te adoro y lo sabes, si estoy aquí es porque no iba a permitir que pasarás esto sola.
—Claude —cierro los ojos y dejó que su pulgar acaricié mi mejilla —perdóname
—No tengo nada que perdonar madre —él sonrió con tristeza —el destino es cruel
—Lo sé mi amor, pero no ... —coloca uno de sus dedos en mis labios para que no siga hablando
—Ella es diferente, es una deliciosa brisa fresca en una tarde soleada
—Y está casada ... —lo veo a sus hermosos ojos
—Día a día lo recuerdo así que no te preocupes en repetirlo —Claude se ha apartado de mí, hay un destello de furia en su mirada —a veces trato de ponerme en tu lugar, pero siento que tú no me apoyas, siempre tiene que existir alguien antes que yo.
—Claude —trató de acercarme, pero se aparta, me quedo ahí de pie en medio de su habitación, mientras él camina hacia el gran ventanal, su espalda ancha puede notarse tensa.
—Necesito estar solo madre —cierro los ojos, mi hijo sonaba herido
—Claude —murmuró —te amo, lo sabes. Por favor no lo dudes
Su silencio dolía, pero iba a respetar su espacio, caminó agotada hacia la puerta, al girar la perilla me detengo al escuchar su voz.
—Mañana todo será distinto —me giró y lo observó.
—Créeme que te amo, pero no puedo cerrar los ojos y permitir que enamores a Noelle, ella es la esposa de Matt
—Matt —él aplaude y suelta un silbido —el Conde de Grave y sobre todo tu persona favorita
—No hagas esto, adoraba a mi hermano y Matt es idéntico a él —mi voz se ha quebrado
—Ve a dormir
—Claude, no puedes estar resentido sólo porque por primera vez no estoy de tu lado
—Descansa madre, este día saldré a un baile, quizás cupido decide visitarme, no lo sé —se encoge de hombros.
—Regresa a Francia, todo es diferente y ... —calló al ver la furia reflejada en su rostro.
—¿Me echas como a un niño castigado? —Claude niega con la cabeza —Estoy aquí por ti madre porque no te dejaré sola.
—Te lo agradezco hijo mío, pero ...
—Pero no soy tu sangre —pegó mi espalda a la dura madera de la puerta, mientras veo su dolor en su rostro.
—¡Eres mi hijo! —él hace una mueca y su mirada se pasea por la habitación.
—¿Lo soy? —camina lentamente hacia mí, sus ojos se han vuelto oscuros, sus labios en una fina línea —¿Puedes asegurar que salí de tu vientre? —asiento mientras él sigue caminando hacia mi
—No entiendo que pasa contigo Claude
—¿Soy el hijo del Duque? —bajo la mirada, pero Claude levanta mi barbilla —¡Dime madre!
—El bebé murió Claude —desvió la mirada hacia un punto de su elegante chaqueta —me escuchaste decírselo a tu padre.
—¿Realmente murió? —Claude me sujetó la barbilla para que lo mirará a los ojos —¿o soy yo ese bebé?
—Tú eres mi hijo y el de Robert —una solitaria lágrima recorre mi mejilla —el bebé murió cuando nació.
—¡No murió! —él alzó la voz —¡tú y yo sabemos quién es ese bebé!
—Claude... —mi hijo me ha soltado mientras camina hacia la ventana.
—No digas nada madre, ve a descansar
—No puedes suponer
—Tu día malo tiene nombre, ese día que te hace derrumbarte y llorar
—El bebé murió Claude, padre entró esa noche que di a luz a mi hijo para decirme que una vez estuviera bien debía marcharme de Londres por que no soportaba verme —gruesas lágrimas recorren mis mejillas —le dije que me iría lejos con mi hijo y no me volverían a ver, pero me dijeron que nació muerto, sentí que mi mundo se vino abajo, amaba al niño...yo salí de Londres, me fui al campo y conocí a tu padre, él había sido contratado por una tía para que pintará a su pequeña hija y conoces el resto de la historia. Mi día malo sabes que es por la culpa, pienso que si nunca hubiera caído en las mentiras del Duque yo no hubiera hecho sufrir a mis padres...
Claude desvía la mirada
—No creo tu historia madre, tu sufres por el bebé, si estuviera muerto, en ti habría resignación, pero no la hay ¿y sabes por qué? Por qué en ti vive la culpa de que abandonaste a tu hijo —se deja caer en la silla más cercana —Estoy casi seguro que el hijo del Duque es el Conde de Grave.
Editado: 15.09.2024