Matt baja la cabeza, su elegante sombrero oculta sus ojos, el hombre estaba sentado en una mesa siendo atendido como un rey, su mirada recorría el lugar, estaban en el club, la gente se le acercaba para saludarlo con mucha devoción.
El Duque de Pemberton estaba aburrido, saca su reloj de bolsillo, detestaba que interrumpieran su hora de almuerzo, pero como veinte hombres sin exagerar habían llegado a saludarlo, estaba de mal humor.
—Al fin me ha invitado a un lugar donde está la gente de alcurnia —Matt no prestó atención a las palabras del padre de Noelle, su mirada estaba fija en el hombre que era su padre, no habían cruzado muchas palabras en la vida, realmente no era de su agrado, era un petulante igual que su esposa, increíblemente ese hombre era su padre biológico, sintió repulsión al saber que en sus venas corría la sangre del Duque de Pemberton.
—¿Pasa algo? —el padre de Noelle lleva comida a su boca, la noche anterior había escuchado la conversación de la supuesta tía de Matt que ahora resultaba que era su madre, se había molestado mucho al saber que realmente no había unido a su hija con un hombre realmente de clase, era un bastardo, subió a sus aposentos, no pego el ojo en toda la noche pensando en que iba hacer, la mañana llegó, se levantó y con la ayuda de su ayudante se lavo y se vistió, al bajar las escaleras se detuvo a mitad de estas, su hija estaba en brazos de su esposo, su rostro se veía iluminado, ella sonreía, se sujetó del barandal de la escalera, su hija le recordó a su esposa, a la mujer dulce que a pesar de él ser alguien tosco sin saber palabras de amor, de cariño o de ternura, pero la mujer lo miraba así como su hija estaba viendo a Matt, su corazón late apresurado, había olvidado la dulce mirada de su amada esposa, pudo no decirle con palabras que la amaba, pero lo hizo con hechos, la llenaba de flores, de regalos, ella lo hacía sonreír después de un día cansado.
Su hija... Noelle, ella estaba enamorada, se daba cuenta en ese momento, para que ella lo mirará así, significaba que el hombre la trataba bien, suspiró profundamente, todo lo que pensó en toda la noche, lo desechaba, su hija era feliz con Matt el hombre, no importaba si él era un bastardo, ante él sólo estaba un hombre que había conquistado el corazón de Noelle.
—No, nada —Matt lleva un poco de agua a sus labios.
—¿Sabe? —él hombre mayor limpia su boca con cuidado —Le daré el restante del dinero de la dote de Noelle.
—¿Dote? —Matt estaba pendiente del Duque de Pemberton.
—Así es, el dinero que le dí inicialmente era de la dote de mi hija —Matt mira al padre de Noelle.
—No fue lo que me dijo al inicio —el hombre se encoge de hombros.
—Prefiero manejarlo como la dote que aportó mi hija al matrimonio, no he sido el padre que Noelle merece, realmente no sé como dar cariño —sonríe amargamente —Mi esposa murió, me dedique a trabajar como burro —su mirada se perdió en el pasado —De esa manera olvidaba que ella ya no estaba, no escucharía más su dulce voz preguntando como estuvo mi día, no fue la mejor manera de buscarle esposo a mi hija —su mirada se detiene en Matt —Pero me doy cuenta que elegí bien, mi hija es feliz y es lo que importa.
Matt miraba extrañado a su suegro, siempre se las ingeniaba para hacerlos sentir mal, nunca lo había escuchado hablar de su pasado o bien de Noelle.
El hombre mayor levanta su copa de agua y hace señal de brindis.
—Sea feliz con mi hija, Conde de Grave.
Matt asiente, sus ojos se dirigieron al Duque, quien se estaba poniendo de pie, el hombre estaba molestó, el mesero llegó casi corriendo, tratando de contestarlo, pero el hombre no le dedicó ni una mirada al mesero, salió del lugar molesto.
—El rico humillando al pobre —comenta el padre de Noelle.
Matt se pone de pie y se acerca al mesero, el hombre mayor levantó la mirada, estaba preocupado, su cabello ya pintaba unas canas, su ceño estaba fruncido.
—Milord ¿en que le puedo ayudar?
—Hablaré con su jefe, no es su culpa que el Duque se retirará —el hombre estaba recogiendo los platos, las manos le temblaban.
—¿Qué pasa aquí? —el jefe del mesero se acerca molesto, mira los platos sin tocar —¿Qué hiciste para hacer enojar al Duque? —empuja al mesero, hubiera caído, pero Matt lo sujeta.
—No debe tratarlo así —el jefe hasta ese momento se percata que estaba el Conde.
—Lo lamentó Milord —hace un movimiento con la cabeza pidiendo disculpas —Este bueno para nada, será lanzado a la calle en este día, no es útil.
—El Duque de Pemberton se fue molestó porque llegó su hijo —señala al joven que estaba sentado en otra mesa, bebiendo y riendo con sus amigos —No es culpa del señor, sería una injusticia que lo despida cuando él no es el culpable de la mala relación de un padre con su hijo —el jefe saca un pañuelo y lo pasa por su frente.
En Londres no era un secreto de la mala relación del Duque de Pemberton con su inútil hijo.
—Por supuesto que no será despedido, Milord —los ojos del mesero se iluminaron.
—Me alegra escucharlo, por favor pido que en cada visita que haga al club, él me atienda —levanta su sombrero y se despide de los dos hombres, el padre de Noelle se había puesto de pie, ambos salen del club.
—Debo reconocer que es usted un buen hombre Matt, nadie en ese lugar se hubiera preocupado por que el mesero perdiera su trabajo.
Matt no dijo nada, sus pensamientos eran un caos, detestaba saber que esa basura de hombre era su verdadero padre, desde que creció admiró al hombre que lo crió, lo cuido, le enseñó.
—El Duque de Pemberton es muy diferente a usted —Matt mira de reojo a su suegro —Me marcharé Matt, me iré por un año, mi esposa deseaba conocer la India, nunca pude llevarla, viajaré cumpliendo su sueño, mañana nos reunimos con mi abogado y mi contador.
—¿Qué pasará con Noelle?
El hombre sonríe.
—Mi hija está en buenas manos, de hecho nunca estuvo tan bien conmigo como con usted.
Editado: 15.09.2024