Gabinia se pone la capucha de seda, corre al establo, su esposo va detrás de ella, aún está oscuro, el duelo sería a las cinco de la mañana.
La mujer sube al caballo ya preparado por el mozo, Franco toma la mano de su esposa.
—Todo saldrá bien —ella no habla, no durmió en toda la noche, paso llorando, sabía que el Duque de Pemberton era experto en las armas y también había escuchado que muchos duelos ganados por él, no eran del todo legal, hacia trampa, pero hasta el día de hoy no había sido comprobado.
Franco sube a su caballo, ambos salen rápidamente, ella sentía que su corazón explotaría de tanto latir.
Lo ideal era que ella se dirigiera a la colina, pero no quería testigos, así que se dirigió a la mansión del Duque.
Ella baja del caballo, al igual que su esposo.
—Franco, por favor que no te vea el Duque, puede no dejar que hable con él.
Él asiente, toma las riendas de los dos caballos y se dirige a un árbol, los amarra y él se queda recostado en él, no la iba a dejar sola, saca de su bolsillo el reloj de oro, regalo de uno de sus clientes, ya eran pasadas las cuatro de la mañana, ambos esperaban ver salir al hombre.
*****
El Duque de Pemberton sonríe ante el espejo, estaba listo, la caja de madera donde reposaba su arma y los cartuchos ya estaban listos, este día iba a ganar, siempre lo hacía.
La puerta de su habitación se abre estrepitosamente su esposa entra, el cabello largo le llegaba a la cintura, su bata de seda parecía que flotaba cuando ella caminaba, llevaba una vela en su mano.
—¿Cómo es eso que vas a un duelo? —el Duque rueda los ojos.
—El bueno para nada de tu hijo, es para lo único que sirve... para los chismes —toma la caja de madera.
—¡Me prohibiste que me metiera con la esposa del Conde de Grave, por ser el Conde uno de los favoritos del rey y la reina ¿Qué ofensa pudo cometer ese hombre contra ti?
El Duque entrecierra los ojos, por supuesto que no le dirá que tiene un hijo por fuera, su esposa era una víbora venenosa y no le entregaría a su hijo.
—Deja de meterte en asuntos de hombres, busca tu habitación —se coloca su sombrero de copa —Mis dos padrinos deben estar ya en el lugar, dile al bueno para nada de tu hijo, que lo quiero en la casa de campo desde hoy, de lo contrario no recibirá dinero en este mes.
—¡No puedes hacerle eso! ¡Te recuerdo que es mi dinero! —con furia la sujeta de la mandíbula, ella está sorprendida, jamás él la ha maltratado.
—Tú maldita fortuna ya no existe, te recuerdo que tu inútil hijo y tú la han despilfarrado, todo el dinero que hay hoy es por mi esfuerzo y trabajo de todos estos años, atrévete a desobedecerme y tú también serás desterrada al campo.
La mujer está atónita ante las palabras de su esposo, no entendía que había pasado o que había hecho que él cambiará, ella se deja caer en la cama de él, mientras el sale de la habitación, sin mirar atrás.
*****
Gabinia contiene el aliento al ver al Duque salir de la casa, el hombre se detiene al ver a la mujer que se ha quitado la capucha de seda, su largo cabello estaba atado en una gruesa trenza que caía en uno de sus hombros, ella rápidamente camina hacia él.
—Debemos hablar —el hombre la mira con ansias y arrepentimiento del pasado, hoy ella sería su esposa, y por supuesto tendrían una vida feliz con su hijo Claude, no amaba al hijo que había nacido en su matrimonio, era alguien que solo vivía para la diversión, era un bueno para nada, vividor y sobre todo jamás salió de las enaguas de la madre, ella no lo dejó hacerse responsable.
—Supongo vienes a pedir clemencia por la vida de tu sobrino, pero esto lo hago, por nuestro hijo, el maldito Conde de Grave, se arrepentirá por todo el mal que le ha hecho a nuestro hijo, no deberías estar aquí, pidiendo por ese cobarde, supongo él te envió —suelta una carcajada —El Conde de Grave, resultó un maldito cobarde —sin pensarlo Gabinia le dio una bofetada al Duque de Pemberton, a la distancia Franco se incorpora y está listo para defender a su esposa.
—Claude no es tu hijo, jamás te lo iba a decir, pero es mejor que sepas quién es tu verdadero hijo.
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—Niéguese —el padre de Noelle se había cruzado de brazos —Sabe bien que me iré a la India, esta noche, mi hija está embarazada, le dará un hijo, no vaya a ese duelo ridículo, su esposa e hijo lo necesitan.
Noelle miraba a su padre, las lágrimas no dejaban de salir, tenía miedo de quedarse viuda.
—Es mi honor el que han insultado, debo ir, por favor si algo pasa, no se vaya, Noelle lo va a necesitar.
—Conde de Grave, realmente no piense en la sociedad, piense en su familia, ahora que la vi de cerca le puedo asegurar que no vale la pena.
—Por ellos lo hago, mi hijo no vendrá manchado a este mundo, nadie dirá que su padre es un cobarde.
—Matt —Noelle aprieta su cuerpo a su esposo, no dejaba de llorar, él le había pasado haciendo el amor toda la noche, era una despedida, le dolía el alma, amaba a su esposo, lo iba a perder por la estupidez de Claude.
—Dígale la verdad al Duque, que él sepa, que su verdadero hijo es usted —atajo el padre de Noelle.
Editado: 15.09.2024