Amor fuera de foco

Jack

— ¿No piensas despedirte siquiera? —pregunta Marabella.

—Estoy esperando a Jeremías.

— ¿Qué esperas? La dicha espera —contesta Iván.

—Por curiosidad. ¿Puedo saber adónde van? —los miro con desinterés.

— ¿Acaso no ves nuestras maletas? Te lo dijimos ayer, al menos debiste intentar un poco de interés al escuchar —dice—. Vamos a Caracas porque tu padre tiene problemas con las inversiones.

—Sí. Bla, bla, bla...

La relación con Marabella y mi padrastro nunca es buena, apenas si recuerdo cómo era mi verdadero papá. Hasta puedo decir que el amor de Marabella es tan ficticio como una película fantástica de Steven Spielberg. Todo sucede en un abrir y cerrar de ojos: estar con ella y su amante no es vivir la vida. Me alegro tomar un ligero receso en sus vidas, así que no hay ninguna clase de arrepentimiento...

Perdí el hilo con tanta cháchara. Cuando suena el timbre percato que ella se interrumpe abrupta. Me alegro tanto que no tardo en saltar del sillón e ir a la puerta para tener una escapatoria mejor. Mamá me acompaña hasta la puerta imposibilitando que logre alguna treta o algo para detenerla. Me siento como una gallina pero, más me vale decir lo fastidiado que estoy de esta relación sin sentido.

—Hola señora...

—No me llames señora —responde tajante, cuando me asomo se trata de la inconfundible voz de Terry.

—Lo siento, Marabella...

—Al fin te apareces —digo al salir dela casa y cerrar la puerta.

Tomo su mano para alejarnos. Bajamos hasta la avenida 19 de Abril mientras hablamos de ayer y lo mucho que ella quiere repetir cada situación, acontecimiento, evento, suceso, incidente o cómo le dé la gana de llamarlo.

La oigo de esta manera y no me convence para naďa, porque cada día me siento como un mariquita, por el simple hecho de ir a ciertos lugares con ella (Terry, mi ex novia); el sexo es lo único resultante detrás de este complicado lío.

Me arrastra a todos lados, hasta el punto de creer estar lo bastante molestado y hastiado para que me esconda en Gabriel o algunos lugares del cual no sabe que existen. Simular ser el tonto cuando estoy a su lado es lo más turbador, justo cuando me trato de la persona más cool del mundo.

— ¿No niegas que la pasaste genial? Haces el amor como un profesional y no me canso de eso —ríe pícara—. Puede volverse a repetir y puedo enseñarte algunas maniobras...

—En otra ocasión —me rasco la nuca.

—Jack...

— ¿Hasta cuándo seguiremos en lo mismo? Estoy harto de ti.

— ¡Nadie me habla de esta manera!

— ¿Y? Eso dices siempre —expreso inapetente.

—Pero no niegas que te gusta tener sexo conmigo, siempre me buscas cuando quieres terminar por revolcarte conmigo —alza la voz, mientras aprieta las manos.

—Aprende aceptar un no como respuesta —contesto al dar la espalda. Pienso en regresar a casa—. Tengo qué hacer más cosas varoniles, siento que me convertiré en un total mariposo.

—Eres un idiota al creerlo, Jack —dice cuando me señala—. ¡Nadie me rechaza!, y menos tú. Por ahora me dices que no, pero mañana vendrás a mí y me pedirás de rodillas que te dé otra oportunidad. Sin mí no eres nada, eso lo bebes recordar.

—Me avisas cuando estés a punto de descargar toda tu furia —digo al hacer una mueca.

—Eres un imbécil al dejarme así como así —contesta molesta—. Hice planes para esta noche.

—Adiós, Terry —digo fastidiado al abrir la puerta.

Está molesta de sobremanera,  sé que no va a dejar las cosas por así. Ya la conozco. Sé cómo es, así como su personalidad vengativa. Percato que camina a mí con una actitud muy distinta a la que tuvo cuando estuvo en la puerta de mi casa, así que me preparo para todas clases de insultos.

Viro los ojos, me hago la idea que armará una escena tras el semejante rechazo a su invitación de esta noche. Hago una mueca antes de ir a mi casa, sin importar que la deje plantada en la avenida, así que camino de regreso sin prestar atención a mi alrededor, a excepción de las personas que encuentro en el sector. Respiro varias veces Vuelvo a casa y miro a los discretos vecinos metiendo sus narices en dónde no los llaman.

Cuando entro a la casa y cierro a puerta, mamá está en la sala y me mira con malos ojos, mientras cruza los brazos. Pide una razonable explicación del por qué me comporto tan a la patada, así que sólo le digo que mi ex novia no es todo lo que un chico desea; lo que deseo ahora es hacer cosas de chicos.

— ¿No puedes ser más dedicado a ella? Dime la verdad, ¿Qué sientes por ella? Es tu novia de años.

—No sé —levanto los hombros.

—Explícalo con pelos y señales.

— ¿Enserio lo pides, sin más? Bueno, te diré tan esperada explicación —aclaro la garganta mientras cambio mi tono de voz—. Hoy no deseo ver a mi ex novia bajo ningún motivo, menos, escuchar su chillona voz que resuena hasta en mi mente.

— ¿Y? Continúa.

—Cuando un chico y una chica se conocen creen que hay amor a la vista, pero... ¡Qué va! Eso de mantener vivo el amor cada día es una cosa muy impertinente, nadie quiere cuidar al amor para siempre...

— ¿Por qué lo dices? —me interrumpe.

—Lee mis labios: no la quiero —arrastro las palabras.

—Cariño, el taxi ya llegó —dice Iván, se asoma a la sala y nos mira en guardia—. Nos espera y no pienso pagar de más.

—Mero insensato llegas a ser —dice Marabella—. Cuídate.

Me despido de ella y recuerdo que ese viaje no es el primero ni el último, pues viajan casi todo el tiempo. Prácticamente, vivo solo en esta casa y me acostumbro a eso porque todo lo que pasa en mi vida importa un comino. Voy a mi cuarto para ir a la cama, de pronto mi mente juega sucio al hacerme recordar a la pelirroja... ¡Qué tontería!, ni siquiera llego a ser su amigo. Apenas si la miro por los pasillos del liceo, siempre lee un condenado libro.

Nadie, ni yo mismo sé de ella. Me gustaría entenderlo algún día cuando esté dispuesto a indagar sobre ella, debido que su vida privada se mantiene en privado. Lo único que me entero de ella es que ama leer cualquier cosa desde enciclopedias hasta libros infantiles y eso para mí es más que raro. Entrecierro los ojos, tomo la pelota de béisbol autografiada por Andrés Galarraga, la lanzo contra la pared. La pelota casi cae en mi cara cuando el sonido del timbre me sobresalta. De malhumor dejo la pelota en su lugar, luego me levanto de la cama.




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