Max
Después de un día lleno de sorpresas, llego a casa. Todavía es buena hora porque es más temprano de lo que comúnmente llego y es que en la tarde recibí un mensaje de Ad diciéndome que iba a prepararme una cena especial por mi cumpleaños. Es extraño que sea que este día sea como uno cualquiera, y esa ha sido mi elección porque lo consideraba una fecha nada relevante por todo lo vivido.
Jamás nadie se había preocupado tanto por mí hasta que ella llegó. Es el segundo año consecutivo que recibo un regalo y en el fondo eso me pone feliz. Un poco de alegría no le viene mal a nadie y pienso disfrutar de esos pequeños momentos, dejar de lado por un instante las metas de mi absurda vida, concentrarme en esto, el aquí y ahora.
—Buenas noches. —Todo se encuentra a oscuras y nadie responde a mi saludo; eso es extraño.
Enciende la luz para encontrarme con una desolada casa, camino hasta la cocina esperando verla a ella cocinando, y ese particular olor que desprende cuando preparada esas deliciosas recetas que aprende viendo videos en el celular. Las primeras veces el experimento no salía muy bien, pero a medida que fue pasando el tiempo, cada receta iba mejorando y poniéndole su toque; no obstante, no hay nada de eso, solo silencio y más silencio.
Voy hasta su habitación, solo para corrobora que, en efecto, hay algo que no va bien aquí. Las cosas no están cuadrando porque se supone que ella debería de estar aquí, esperándome con una cena especial, aunque eso ya es lo de menos. Enseguida saco el celular de la bolsa de mi pantalón y la llamo. El teléfono suena hasta que responde el buzón. Después de tres intentos me doy cuenta de que algo anda mal, ella siempre responde enseguida. Opto por enviarle un mensaje, espero correr con más suerte.
“Ad, ¿dónde estás? Si no respondes en poco tiempo llamaré a emergencias. Me preocupa no saber de ti”
Le doy a enviar y al darme cuenta de que le ha llegado el mensaje, me siento en la cama a la espera de que respondan. Muevo el teléfono, nervioso y desesperado, conociendo su situación tengo miedo de que algo le pueda pasar. El hombre con el que está luchando, no es cualquiera y es capaz de todo con tal de seguir viviendo en su mundo perfecto. Pienso demasiadas cosas, hasta que al fin después de unos minutos, suena la notificación con la ansiada respuesta.
“Estoy bien, llego más tarde y te cuento. Discúlpame por no poder celebrar tu cumpleaños”.
La respuesta me deja más tranquilo, ya solo queda esperar a que llegue. Mientras me voy a dar un baño y ponerme cómodo para trabajar un poco, aunque, trabajar es un decir. A mi me gusta mucho leer y cada noche se empapo de las nuevas modificaciones hechas a las leyes.
A punto de quedarme dormido, de pronto, el recuerdo de una mujer hermosa se hace presente. Sin duda, la jefa es la mujer más hermosa que mis ojos han visto y mi aseveración va más allá del simple físico, es algo más que no logra explicar. Perdido entre mis pensamientos, ni siquiera me doy cuenta del momento exacto en que su imagen comienza a transformarse en algo más, algo que provoca que mis manos se eleven, como si quisiera tocarla.
Me doy cuenta de la tontería que estoy haciendo y que mis pensamientos se están alocando. Para calmarme un poco, me levanto de la cama y envuelto en una frazada, voy de regreso a la sala. De pronto me ha dado más frio de lo normal. Camino por toda la casa esperando entrar en algo de calor y mientras lo hago, muchos recuerdos se hacen presentes, todas ellas tienen que ver con mi infancia.
Mirar a mi alrededor viendo lo que he logrado, me pone feliz. Después de muchos años, al fin estoy donde siempre quise; en su hogar, dulce hogar, aunque este se encuentre vacío.
Termino tumbado en el sofá, esperando a que mi esposa llega, solo que eso no ocurre y en algún punto me quedo dormido.
Despierto inquieto, sin saber bien en donde me encuentro, hasta que me veo y veo a mi alrededor. Estoy en casa, ha amanecido y ella no ha vuelto. Reviso mi teléfono y no hay más novedad, así que le dejo un mensaje antes de alistarme para ir al trabajo.
Llego a buena hora y durante todo el día me concentro en mi trabajo, sin pensar demasiado. Ella ha visto mis mensajes, pero no responde a ninguno lo que enciende mucho más mis alarmas. Me preocupo porque se ha convertido en alguien especial en mi vida, esa mujer se ha sabido ganar mi respeto porque trabaja sin descanso para lograr su objetivo.
El día termina sin respuesta de su parte. Esta vez decido salir a mi hora, para llegar a casa, esperando encontrarla. Mientras manejo, escucho la notificación que me indica que se trata de ella. Me detengo para poder leer lo que me ha enviado. Me indica que quiere hablar conmigo y me cita en un restaurant. Eso es algo extraño, pero acepto así que manejo hacia allá para encontrarme con ella.
Al llegar, me siento en una de las mesas más alejadas, aquí no llega demasiado el ruido, lo que ayuda cuando quieres charlar con alguien. Miro el reloj y con casi las diez; no hay señales de que llegue. Decido ordenar mi cena y tomar un par de tequilas que ayudan a calmarme un poco. Termino la cena y no hay respuesta de ella.
Voy al baño y cuando vuelvo, decido que es momento de regresar a casa, solo que no me esperaba encontrarme con alguien. De entre todas las personas que existen en el mundo, precisamente me he topado con mi jefa, la mujer que se ha alojado en mi cabeza como una calcomanía. De pronto me veo recordando lo vivido anoche y me cuenta reaccionar.