Amor Imposible

Doloroso

Lo miré confundido a los ojos y de pronto me ví totalmente avasallado por su mirada de enfado y decepción ¿Qué le había sucedido? ¿Por qué había cambiado su actitud de forma tan repentina? ¿Por qué ahora sus ojos demuestran...odio? Ese sentimiento suyo hacia mí que tanto me lastima.

Fue entonces que me quitó de arriba suyo y me acomodó a su lado mientras se sentaba en la cama, pasándose nerviosamente una y otra vez la mano por la cara y el cabello.

— Nahuel — mi voz sonó tan frágil que incluso yo mismo me sorprendí, quería entender qué estaba pasando con él. Hace minutos estábamos dándonos cariño y ahora parecía querer alejarse de mí como si le generará repulsión o algo así.

— No puedo creerlo Boris — soltó traspasandome con la mirada — ¿Hasta donde pensabas llegar con esto? ¿Acaso no tienes límites?

Y sí, pude sentir el hastío en sus palabras, mi padrastro estaba asqueado por toda la situación. Pero claro, supongo que es una reacción normal. Y al parecer todo fue una farsa, una prueba para ver qué reacción tendría yo y evidentemente no había salido como él esperaba.

— Yo...no sé...solo...solo estábamos... — sentí vergüenza de mí mismo. No comprendí cómo fue que terminé en éste punto pero ahora me sentí una completa basura.

— Pensé que tomarías la decisión correcta, que te darías cuenta solo que no podemos hacer esto, pero al parecer no queda ni un rastro de consciencia en tí — dijo con severidad levantándose de la cama para caminar de un lado a otro — ¿De verdad creíste que pasaría algo entre nosotros? ¡Cómo siquiera puede cruzarse por tu mente algo así!

— Lo...lo siento...pensé que esta vez tú...
— ¿Pensaste que aceptaría acostarme contigo? ¡Sabes que eso no sucederá! ¡Nunca! — se me adelantó miéntras yo me sentaba al borde de la cama y me disponía únicamente a apretar con impotencia mis puños, tratando de que las lágrimas no me traicionaran.

— Ahora me quedó muy claro — él enarcó una ceja y se cruzó de brazos ante mi respuesta. Creo que esperaba más pelea de mi parte, pero lo cierto es que estoy cansado de luchar por algo que es inútil — No hace falta que gastes más palabras en mí... — Sentencié con tristeza pero con mucha determinación. Luego lo miré como nunca antes lo había mirado. Dureza y firmeza a su vez — Para mí tú estás completamente muerto — susurré, hecho que se notó lo turbó — ¡Ya puedes ser feliz como tanto querías! ¡Olvídate de mí! 
— Boris

No dejé que dijese nada, simplemente me levanté y salí corriendo de su habitación. Huí. Cómo siempre lo hice. Porque ¿De qué vale quedarse a pelear por algo que no tiene futuro ni sentido?

Una vez en mi recamara cerré la puerta de un fuerte golpe y puse el seguro, por nada del mundo dejaría que viniera a consolarme, si es que quería hacerlo, o a continuar reprendiendome lo cual era lo más seguro dado el caso.

Ni siquera me cambié de ropa, tan solo me lance a la cama quitando del medio aquel videojuego que me había regalado dejando que cayera al suelo y me abrace a la almohada como acostumbraba a hacer cada vez que discutia con él.

— Te odio ¡Te odio! ¡TE ODIO! — ahogué mis gritos en mi almohada llorando en el proceso.

¿Cómo fue que terminé así? Vaya manera de darle fin a mi cumpleaños. Claro, era demasiado hermoso para ser real. Cómo siempre fuí un idiota por creer que él aceptaría sentir ese tipo de cosas por mí. Debo tener un claro don para la humillación.

Aun así, es obvio que todo lo que le dije anteriormente y lo mucho que grité internamente que lo odiaba, no era cierto ya que solo fueron palabras respondiendo a un estado de desequilibrio emocional.

Aunque comprénderlo no va a cambiar el hecho de lo mucho que debió dolerle escucharme decir aquello. Pero qué más dá, él se lo ganó. Y de pronto noté, gracias a las luces del pasillo, unas sombras por debajo de la puerta sabía que era Nahuel deseando entrar y hablar conmigo, pero bajo ningún punto de vista lo dejaría hacerlo.

Mi padrastro es un completo idiota, no merece ni un poco de mi atención. Y sin embargo aquí estoy mortificandome por él. Deseando abrir esa maldita puerta y creo que jamás aprenderé la lección.

Ya habían pasado un par de días desde que casi tengo sexo con Nahuel, desde ese día no nos dirigimos la palabra y ni siquiera nos mirabamos, nos ignoramos por completo. Tampoco teníamos mucho que decir, todo estaba muy claro.

Miré la hora del reloj colgado en la pared del otro lado, ya había pasado más de media hora desde que mi padrastro había ingresado al consultorio de mi terapeuta. Él había llegado a la hora en que yo salía de la sección y le pidió un momento a mi psicólogo para hablar con él, ante lo cual éste aceptó gustoso.

No había que ser muy inteligente para saber del tema que hablarían, no era ningún misterio. Lo malo es que me hace sentir aún más miserable ¡Cuanto más debía rebajarme para quedarse contento! Estupido Nahuel.

Jugaba con mis pies moviendolos de un lado a otro, mientras me sujetaba del borde de la silla en la que me encontraba sentado, ignorando a los demás pacientes y familiares, tan solo anhelando que mi padrastro saliera de una vez por todas por esa puerta para regresar a casa.

Sé que podría volverme solo si quisiera, pero como estaba lloviendo a cántaros y soplaba un viento que parecía pertenecer a un tornado, preferí preservar mi salud y rendirme a esperarlo. No debía faltarle mucho o eso quería creer.

Cinco minutos más y la puerta finalmente se abrió ¡Gracias a Dios! No aguantaba un segundo más estar aquí. Tomé mi mochila para luego levantarme rápidamente y ví que mi psicólogo se despedía amablemente de mi padrastro, luego me saludó a mí desde lo lejos con un gesto de la mano, ante lo cual yo simplemente respondí con una mueca con la boca, así, totalmente desinteresado.

Puedo imaginar todo lo que hablo de mí, no.voy a ser tan hipócrita en saludarle efusivamente cuando ni siquiera cree que yo deba estar aquí.




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