Amor Imposible

Una Tregua

Y ya no hizo falta nada más, con esas simples palabras me bastó para decidir quedarme, no iba a huir. Y aunque hubiese querido hacerlo, con él rodeandome el cuerpo de esa forma a la vez que me daba tiernas caricias no hubiese sido lo suficientemente fuerte como para alejarme.

Quizás no podamos tener una relación normal de padre e hijo y en verdad no me sorprende, debido a que él y yo no somos padre e hijo, pero continuariamos esforzándonos. Al fin y al cabo él lo es todo para mí y vale la pena permanecer a su lado. Aunque no tenga lo que tanto anhelo de él, su amor.

Luego me fuí a mi habitación esperando a que estuviera la cena, aprovechando para darme una reconfortante ducha. Al final, no volvimos a tocar el tema. El resto del día fue tranquilo, como si nada hubiese pasado. Por el momento haríamos este tipo de tregua  para ver cómo va todo entre nosotros y así darnos la oportunidad de llevarnos mejor.

Esa actitud suya de tratar de entenderme y demás, la verdad me reconfortó y mucho. 
— Gracias por haber venido a verme Maxi — le dije una vez que estuvimos sentados en el sillón de la sala, había traído un par de vasos con gaseosas y algo para comer.

Eran las seis de la tarde y habían pasado unos días en los que no estuve asistiendo a la escuela con la única excusa de un refriado, pero lo cierto es que no había estado con muchos ánimos de ver a nadie. Y como Nahuel suele vivir en su mundo, en ningún momento se dió cuenta de que yo me había quedado en casa.

Él se va muy temprano a trabajar y nunca corrobora mi asistencia a clases, supone que soy lo suficientemente grande como para asumir mis responsabilidades, o más bien, creo que es más fácil mirar hacia otro lado y fingir que todo está bien. 

En fin, se ve que hoy a Maxi se le ocurrió visitarme para saber cómo me encontraba y a mí tras verlo se me ocurrió una idea. Sé que sería algo cruel pero qué más dá, ya está él aquí.

— Si, bueno pensé que alguien debía hacerlo.y vine a tráete las tareas y demás — contestó con su acostumbrada sonrisa en su rostro — Y para asegurarme que no estás con alguna enfermedad terminal o algo así. — Bromeó dándole un pequeño sorbo a su vaso para luego tomar su mochila y sacar un par de cuadernos.

Dios le tengo alergia a los deberes. Creo que ahora sí me siento mal de verdad ante la sola idea de tener que hacer deberes.

— Mejor tomemonos un descanso antes de seguir con el tema escolar, eso puede esperar perfectamente — le quite rápidamente los cuadernos de las manos y los apoye sobre la mesa ratonera frente del sillón.

Luego me acomodé semi de costado con una rodilla flexionada y el brazo apoyado sobre el borde del respaldo en una postura sumamente relajada. Maxi  me miró con asombro sin dejar de sonreír.

— Veo que quieres hablar de algo, vamos dilo ¿Qué te sucede? Porque es claro que enfermo no estás.

Y entonces mantuve mi mirada en él unos instantes, era increíble cómo se daba cuenta tan fácilmente de las cosas. Por algo era mi mejor amigo, me había descubierto casi al instante.

— Pues...verás...tenías razón la otra noche...hay alguien...
— Ajam...con que era eso, todo esto es por un chico ¿Entonces te gusta alguien que te hace sufrir? ¿Era eso, cierto?

— Si...bueno...mira...tú solo déjame hablar ¿Ok? — asintió con la cabeza — Aún no entiendo muy bien eso de ser dominante —  hice comillas en el aire — Y me gustaría saber cómo es eso y se perfectamente que estás soltero como yo y no tendrás problemas con nadie si bueno...tú y yo...practicamos y de paso... aprendo.

Se perfectamente que esto no sonaba nada bien y parecía que solo quería usarlo, pero necesitaba darle celos a Nahuel. Comprendo que parezca tonto, inmaduro y casi sin sentido pero la desesperación me estaba haciendo tomar éste tipo de decisiones.

Recuerdo haberme tratado de convencer de no amar más a mi padrastro, pero no me rendiré sin pelear. Si con esto no logró generar nada en él, supongo que comenzaré a dejarlo. Pero el otro día había visto en sus ojos esa luz, esa chispa de cariño especial el cual va más allá que un simple amor padrastro e hijastro. No lo soñe, sé que fue así.

— ¿Boris? ¿En serio lo dices? Digo ¿Estás seguro de no tener una enfermedad grave? — preguntó en todo de broma — No es que me moleste hacer esto contigo, al contrario. Sabes que te amo y me encantaría que... — ahí vamos otra vez con el amor, sabía en el fondo de mí que era un error plantearselo precisamente a él — Para ser sinceros Boris, los dos sabemos que no naciste ni para dominar a un conejito, perdón por la sinceridad pero es así.

— ¡Ah cállate ya! — le lance a la cara un pequeño cojín que había detrás de mí y él simplemente se rió — Esto es serio.
— Oh claro que sí — dijo riendose alegremente al punto de contagiarme también

— Bueno me ayudarás ¿O no? Sino se lo preguntaré a alguien más quizás sea... — sabía que estaba siendo asquerosamente manipulador, ya que conocía su punto débil pero en fin, en el amor y en la guerra todo vale ¿Cierto?
— Bien, me convenciste. Te ayudaré.

Lo sabía, esa estrategia no podía dejar de funcionar con él. "Perdón Maxi" Pensé nuevamente, luego suplique que la idea respecto a mi padre también tenga éxito.

— Gracias —  me avalance a él abrazandolo con fuerza a la vez que le daba un beso en la mejilla, hecho que lo sonrojó — Prometo que te lo compensaré
— Si, claro — sonrió misteriosamente como era su costumbre. Mirándolo aún me preguntaba cómo no me enamoré de él. Qué fácil habria sido todo.




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