— ¿De verdad estás bien Boris? ¿En serio lo dices? — escuché a Sigfrid que me preguntaba en un tono de voz lo suficientemente alto como para destacar por sobre la del resto de los alumnos, mientras se acomodaba mejor sobre su asiento. Ahora nos encontrábamos en el receso del mediodía disfrutando del almuerzo en la cafetería de la escuela, mientras aguardabamos la llegada de la siguiente materia.
Y para ser sincero, jamás sentí tantas ganas de estar en clase como en este momento. Es que todos me miraban inquisitivamente como si intentasen leer mi mente, sabiendo que algo me sucedía y morían por conocer la razón. Pero no, yo no pensaba contarles nada.
No solo porque no podía hacerlo sino porque no quería tampoco. Lo de ésta mañana me había dejado con el mundo dado vuelta, con las esperanzas tiradas abajo y el corazón hecho trizas. Y por mucho que intentara no sentirme afectado no lo lograba, no me salía fingir optimismo. No cuando lo único que quería hacer era alejarme de todos y huir a cualquier lugar donde pudiera estar a solas para permitirme llorar.
No importa cuanto le diera vueltas al asunto, siempre llegaba al mismo resultado: definitivamente mi padrastro tenía novia. O al menos estaba conociéndose con alguien, quien a su vez parecía ser una compañera de su trabajo.
Pero ¿Por qué no me lo dijo entonces? ¿Por qué decidió ocultarme algo así? ¿Sería porque quizás aún no era nada serio lo que ambos tenían?
No sé, pero si continuaba pensando en ello iba a enloquecer de la angustia y los celos. Me dolía el pecho cada vez que imaginaba a Nahuel con alguien más.
No solo porque lo quería únicamente para mí, que me dedicará sus miradas y su atención a mí, sino porque sabía que lo que formara con aquella mujer tendría más futuro y aceptación social que estando a mi lado. Lo de ellos era "normal" mientras que estando conmigo sólo generaba escándalo y sería catalogado como algo depravadamente indebido ¿Y por qué él elegiría complicarse la existencia así? No tenía sentido alguno.
— ¿Qué?
— Que si te sientes bien — repitió algo impaciente.
— Ah...si...estoy bien — respondí distraídamente sin darle mucha importancia. Pero podía notar las miradas del resto de mis amigos puestas en mí.
— Mmm ¿Seguro que no te raptaron los aliens? Tal vez te lavaron el cerebro y por eso te has comportado tan extraño hoy — añadió él levantando una ceja — Es que no es propio de tí prestar tanta atencion en clase y mucho menos participar en ellas con tanto entusiasmo. Sin contar que incluso has estado tomando notas en tu cuaderno.
En ese punto tenía toda la razón. Cualquiera se daría cuenta que no estaba siendo yo mismo, que mi comportamiento difería bastante del habitual, pero aún así no tenía por qué ponerse tan insistente por ello. También era obvio que no quería decirles nada.
¿Qué parte de mi "si estoy bien" no comprendían? Había actuado como un buen alumno con el único propósito de quitar de mi cabeza todo lo relacionado a Nahuel y a esa supuesta novia suya. Ni más ni menos por eso.
Pero claro, no podía contárselos.
— No digas tonterías Sigfrid — repliqué sin poder evitar mi mal humor, arrepintiendome de ello casi al segundo siguiente — Mejor dedícate a comer.
— Tampoco te pongas así, tan solo era una teoría — se encogió de hombros, disponiéndose ahora a quitarle el envoltorio al sándwich que se había comprado hace minutos atrás — Como ahora están todos con eso de querer invadir el Área 51 quizás tú habías ido allí, que se yo.
No quería contestarle de mala manera, pero sus comentarios no estaban ayudando. Bueno quizás en otro momento me hubiese reído de eso, pero como hoy me siento para la mierda no puedo siquiera forzar una sonrisa. Y detesto estar siendo así con ellos, no estoy acostumbrado a ser así de antipático con mis amigos pero cuando uno está de malas, está de malas y punto.
Todo por culpa de mi padrastro y de esa odiosa mujer. Si, ya me caía mal porque se metió con el hombre equivocado ¡Quién le dijo que podía fijarse en él!
Rayos, debería dejar de ser tan posesivo. Después de todo no es como si Nahuel y yo hubiésemos sido pareja oficialmente, anoche tan solo nos confesamos y ya, sin mencionar que nos acostamos.
Obviamente aún no tuvimos la oportunidad de conversar al respecto.
— Déjalo, no lo molestes — Maxi se entrometió en la conversación — Si no quiere hablar está bien — desenredo sus auriculares y los conectó en su celular aunque sin colocarselos todavía. Menos mal que al menos uno de mis amigos es coherente.
— No está bien porque solo nos preocupamos por él — dijo entonces Sara con el ceño ligeramente fruncido, y le dió un sorbo a su vaso de agua sin mirarme. Parecía enojada por mi actitud y no era para menos, les estuve respondiendo con monosílabos o de forma tajante toda la mañana, incluso en los recreos.
Sin contar el hecho que relató Sigfrid de mi actitud en las clases, donde parecía que prestaba más atención a las materias que a mis amigos y como todos saben eso no era normal en mí.
— Exacto — dijo nuevamente Sigfrid ¿Acaso no iba a callarse nunca? — Miren si está pensando en suicidarse y nosotros no hacemos nada para evitarlo ¡Después quien nos quitará la culpa! — exclamó dramático.
Suspiré derrotado y me dejé caer sobre mis antebrazos apoyados en la mesa, ocultando mi rostro en ellos. Nada que hacer, cuando a Sigfrid se le ocurría delirar así, era todo un caso.
— Él solo está enamorado — soltó de nuevo Maxi con voz aterciopelada.
Automáticamente alcé el rostro para verlo mientras tensaba mi entrecejo poniéndome en alerta. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué estaba delatando mis sentimientos así como si nada? No es como si todo el mundo estuviera al tanto de todo.
—¿A sí? ¿De quién? — dijo Sigfrid sorprendido e interesado repentinamente.
— Así que era eso — comentó Sara e hizo una mueca a la vez que entornaba su mirada tras fijarla en mí