Amor Imposible

Angustia

Estaba mucho más tranquilo al hablar con Gastón y saber que la acusación a Sara daría inicio. Solo quería mantenerla alejada de mi vida y de la de Maxi. No podía creer cómo las personas que tanto había amado ahora sean mis peores enemigos. Me dolía maldita sea, me dolía bastante aquello.

En especial lo de mi padrastro por quien lloré tantos años, a quien amé a más no poder y con quien anhelaba pasar el resto de mi vida. Cuando él me besaba y me decía lo mucho que me amaba en verdad era felíz porque le creía.

Sin embargo tenía que alejar esos pensamientos de mi o acabarían matándome. Maxi me abrazó con fuerza sabiendo cómo me sentía. Dios cuánto lo amaba, solo esperaba no equivocarme como ocurrió con las dos personas anterios a las que tanto amé.

Al salir del estudio de Gastón encendí mi celular una vez estuve en el auto. Éste empezó a vibrar al recibir los múltiples mensajes de mi padrastro que preferí ignorar. Fuimos a casa con mi amado. Allí nos duchamos juntos ya que seguiamos excitados. Fue la mejor ducha que tuve en días. Mi amado se iba calmándo recién para mayor placer mío.

Al salir nos vestimos y cuando nos dispusimos a prepararnos algo el timbre sonó. Maxi atendió. Era el correo que me traía una nota de parte de la justicia. Sara me había acusado de violencia de género y mañana debía presentarme ante el juez para comparecer. No lo podía creer. En la nota decía que yo podría ir a prisión por un año como máximo

Todo, absolutamente todo empezaba a darme vueltas. Estaría encerrado otra vez. ¿Hasta cuándo tendré que seguir padeciendo por el grave delito de amar? Ella tenía la ayuda de su padre, por eso pudo llegar a tan lejos. Me quede en blanco, empecé a temblar de solo pensar en aquel nuevo encierro. Estaría lejos de todo, me separarían otra vez de quien tanto amaba. Las lágrimas humedecían mi rostro y empecé a temblar.

Maxi llamó a Gastón para contarle todo. Le envió la nota por fax. El abogado, padre de Shinki, nos dijo que no nos preocupemos ya que nada de eso pasaría. Gastón iría mañana en mi representación para hacer la contradenuncia que acababa de hacer, pidiendo al juez la inmediata detención de Sara ya que la acusaba de secuestro. Era un delito mucho más grave.

Maxi y yo nos calmamos al oír a Gastón decirnos eso. Pero al colgar, tras la calma vino la furia en mí. Indignado le pedí a mi novio que me acompañe. Fuí a ver a mi padrastro. Al llegar ni me molesté en tocar, directamente entré y los encontré a los tres disponiendose a cenar. Al verme junto a Maxi se sorprendieron, pero Sara reaccionó diciendome:

— ¿Qué haces aquí Boris? No puedes entrar así....
—¡Ahorratelo maldita zorra! ¡Ésta es y siempre será mi casa! ¡Te dije que te alejaras de Maxi y de mí pero no lo quisiste entetender!

— ¡Irás a la cárcel por violento! Soy una mujer indefensa.
— Y tu irás a la cárcel por secuestro maldita.
—Boris basta ya. — Intervino mi padrastro, lo miré dolido

— ¿Así que estás dispuesto a hacerme encerrar nomás? Debiste dejarme en el psiquiátrico alejado de ésta maldita realidad Nahuel. 
—¿De qué hablas Boris?

—De la denuncia que Sara hizo contra mí, de eso hablo. Es tan hipócrita que no solo secuestro a mi novio sino encima me denunció a mí. ¡Avalada por tu pareja, su padre!

Al parecer mi padrastro no sabía nada al respecto por la forma en que reaccionó al oírme. Miró a Sergio y luego a Sara quienes nada dijeron.

— ¿De qué estás hablando Boris? — preguntó finalmente mirándome confundido. 
— Apoyas a las personas equivocadas Nahuel.

— ¡Tú intentaste matarme al sujetarme del cuello! ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Bajar la cabeza?

— ¡Hipócrita y mentirosa! ¡Secuestraste a Maxi para encerrarlo en un edificio en ruinas, con peligro de derrumbe! ¡Y cuando te lo pregunté lo aceptaste!

— Boris por eso te estuve llamando, quería saber qué había pasado. Pero no quisiste hablar conmigo. 
— Como si tu fueras a creerme Nahuel. Estás junto a ellos.

—Boris, eres mi familia ¿cómo podría estar en tu contra en algo así? Ni siquiera me diste la oportunidad. Solo me condenaste prejuzgandome. Sin embargo nunca te dañaría.

Luego miró a Sergio y a Sara con furia. Ella elevó el mentón envalentonada, como siempre, pero Sergio se puso nervioso.

— Sara, retira la denuncia contra mi Boris — dijo Nahuel 
— No lo haré Nahuel, quiero que pague.

— ¡Maldita! ¡No lograrás separarme de Maxi! — dije furioso.
— Ya lo veremos Boris, acabarás en la cárcel

Aquí fue Maxi quien intervino.
— Y tú serás condenada por secuestro y estroción. No podrás salirte con la tuya Sara.

Arrojé la citatoria a mi padrastro más que dolido.
— Mira lo que me hizo esa perra y tú solo la protejes. No se qué demonios ví en tí.

Luego me fuí junto con mi novio sin escuchar nada más. Solo quería estar con Maxi, ya que le había podido decir todo lo que sentía a mi padrastro y a Sara.
—¡Boris!¡Espera!

Nos subimos a mi auto y nos fuimos. Sentía que me quitaba un peso de encima. Maxi me acariciaba la entrepierna con excitante suavidad.

 




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