Melissa.
Las gotitas de agua caen en el vidrio de mi ventana vaya que lindo día...
Soy Melissa Gonzáles Salgado hija de la gran empresaria María Isabel Salgado Rocha, aunque ahora vivimos en una gran residencia y siempre usamos la ropa más cara y de moda, no siempre fue así cuando yo nací éramos muy pobres pero nunca perdimos la esperanza.
Cuando yo tenía 8 años mi padre murió casi no tengo recuerdos de el pero siempre lo voy a querer, fue así como Marta la mejor amiga de mi mamá y ella lograron tener su propia empresa y línea de ropa, mi mamá lleva la contaduría de la empresa mientras que su mejor amiga se encarga de lo demás.
Estudiare el último año en el instituto que por supuesto es de paga y solo por eso nos tachan como riquillos despiadados.
Los chicos que estudian en los institutos del gobierno los tachan de pobretones. No entiendo a que se deba eso pienso que todos somos humanos por lo tanto iguales, no deberían existir las clases sociales, quisiera tener amigos que sean diferentes a mi campo social pero no suelo ser muy sociable. En mi tonta existencia solo tengo como 6 amigos y creo que soy feliz con ello.
Mañana inicia el nuevo año escolar y pienso socializar un poquito más.
No es que solo le hable a seis personas por pena digo ya soy una persona madura, tengo 18 años, pero aún así simplemente no me interesa socializar pero le prometí a mi mamá que lo haría...
Malditas promesas, nunca eh podido romper una y mi mamá lo sabe por eso hace que lo prometa.
Acá en la casa siempre está mi Nana Rosa que siempre me prepara café de olla por que el soluble me causa vómito, ella viene todos los días y siempre se va a las 7, pero hoy que es domingo se va a las 4.
No sé que haría si alguna vez ella me faltara.
Acabo de ordenar mi mochila para mañana y miro de reojo mi tasa de café vacía y decido bajar por más, bajo las escaleras silenciosamente, mi madre ya tuvo que aver llegado por qué también trabaja en domingo sus días de descanso son lunes y miércoles.
Cruzo la sala y llegó a la cocina...
—Hola madre—Digo mientras tomo el posillo de café y sirvo en mi tasa.
–Hola hija– dice de espaldas, creo que está cocinando.
Un vestido rosa cubre su cuerpo, su cabello largo y negro baja en una trenza grande y como siempre al igual que yo está descalza.
Empiezo a beber mi café que por cierto es delicioso.
–Melissa–Voltea a verme y yo la veo a los ojos--Te eh dicho que ya no tomes tanto café. Cielo, desayunas muy poco comes mucho y cenas muy poco, eso no es orden.–Ruedo los ojos.
–Mamá el café es mi vida además como los suficiente para no morir.–Digo haciendo un puchero.
–Comer entre comidas también es malo–Dice y se voltea y por fin puedo ver qué tanto estaba cocinando. HOT CAKES, OMG creo que estoy babeando.
Me acerca el plato y justo cuando lo voy a tomar me lo quita me quedo con una cara llena de sorpresa e indignación.
–Promete que vas a mejorar tu alimentación.
Extiendo mi dedo meñique mientras la miro directamente a sus ojos miel.–Prometo tratar de no comer entre comidas y comer sanamente–Digo sin dejar de mirarla.
Ella solo sonríe y me da el plato, después se sienta a un lado mío, no se por que tenemos un mega comedor si siempre queremos comer en la cocina.
Devoro mi platillo con rapidez y cuando ya casi termino mamá toma la palabra.
–Y... ¿Ya estás lista para mañana?–Pregunta y no demoro en contestar.
–Sip–Digo mirándola.
–¿Ya olvidaste a Javier?–dice mirándome fijamente.
Ese nombre hizo que mis ojos se abrieran como platos.
Javier y yo estuvimos a nada de tener una bonita relación solo había un detalle el pertenecía a disque "liga de populares" y yo no era tan popular si lo era pero no tanto como ellos además de que su "mejor amiga" y líder de los "populares" era y es una víbora que no me traga ni yo a ella.
Hasta que en uno de nuestros descansos se le ocurrió ofenderme y decirme que Javier y yo jamás hibamos a tener, algo que de verdad le costó ya que le verti mi soda helada y le di un puñetazo que le abrió el labio.
No es por presumir pero practique box desde los 10 a los 17 y no eh perdido condición, así que terminó tirada en el piso y lo que vino después fue peor por qué Javier me dejó de hablar acabando con lo que yo llamé alguna vez corazón.
Me aclare la garganta
–No lo sé madre, pero ya no me importa–y era verdad él solo era un recuerdo uno muy malo.
Ella solo sonrió sabiendo que decía la verdad y en ese momento sono mi alarma con la melodiosa voz de Billie Eilish y supe que era hora de dormir, me levanté de la silla y recogí mi plato.
¿Quien tiene una alarma para dormir?
YO!
–Buenas Noches mami, descansa.
–Igual tu pequeña.
Llegué a mi cuarto me puse la pijama, me trence el pelo y me acomode en mi cama quedando profundamente dormida.