Narrador.
Melissa estaba envuelta en una tristeza inmensa, durante el tiempo que aún quedaba de vacaciones no salió ni una vez, la ventana de su cuarto perfectamente cerrada, al igual que las cortinas...
Vivía su duelo, no hubo una noche en la que Melissa no llorará.
Mientras que Iker tenía que ir a trabajar, había noches en las que no dormía nada, se la pasaba llorando y en los días de luna llena lo único que hacía era ver la luz de la Luna con la esperanza de que Melissa también estuviera viendo la luna.
Por azares de la vida ellos coincidían, cuando Melissa lloraba Iker lo hacía, cuando Iker veía la luna Melissa lo hacía.
Iker no era el mismo chico alegre y juguetón se volvió un chico melancólico que caminaba por el prado sin rumbo alguno.
Mientras que Melissa volvió a ser la misma chica seria, pero ya no sonreía...
Su mirada era de de dolor, aunque por dentro se escondía una chica indefensa con el corazón roto.
Sin embargo ella estaba decidida a superar su dolor, con el paso de los días su ánimo se fue levantando pero eran tantas noches en vela ahora ya sin llantos pero llenas de melancolía esas noches que dolían pero también la hacían más fuerte.
Era ya el último día de vacaciones finalmente Hiba a regresar a clases, los dos sabían que de seguro hiban a ser la burla de todos, pero estaban preparados, Melissa para enfrentar a Iker e Iker para conseguir el perdón de Melissa.
¿En verdad, habrá una buena justificación para lo que hizo Iker?
¿Iker en verdad ama a Melissa?
¿Melissa perdonará a Iker?
Al formular esas preguntas se formaba un silencio lleno de dudas...
El sol estaba escondiéndose, Melissa decidió salir de su casa después de tanto tiempo, por algunas cosas que necesitaba así que medio se peino, su rostro un poco demacrado, y un atuendo sencillo, bajo las escaleras de su cuarto.
--Ahora vuelvo madre voy a comprar algunas cosas en el supermercado que necesito¿Necesitas algo?
--Si hija.
Isabel escribió en un papel las cosas que necesitaba y se la dió a su pequeña, Melissa asintió.
--Hija, ¿Estás lista para salir?
Melissa sonríe de lado.
--Estare bien Madre.
Cerro la puerta.
Se colocó los audífonos y empezó a caminar upoco cabizbaja.
En todas las vacaciones no había hablado con sus amigas, para ella era difícil que la vieran débil entonces tomo distancia.
Estaría bien, o al menos eso quería pensar.
El doctor le había dicho que eran faltas de vitaminas su organismo estaba débil, pero ella lo soportaba y tomaba sus medicamentos.
Iker se encontraba en su cuarto escuchando música, que le recordaba a su niña bonita.
Después de aquella madrugada no regreso a su nidito de amor, de vez en cuando Hiba a limpiarla y a dejar chocolates, por si algún día Melissa visitaba aquel lugar, pero por ahora eso no había pasado.
Unos toques en la puerta de la habitación de Iker hicieron que el saliera de sus pensamientos.
Abrio la puerta y encontró a Edith con una sonrisa.
--¿Que pasa chaparra?
Edith entra a la habitación y se sienta en la cama.
--Recorde a Melissa, ¿Te acuerdas de las fresas con crema que hace?
Iker recordó con tristeza.
--Si.
--¿Y si le dices que me enseñe a prepararlas? Es que se me antojaron.
--Yo creo que ella debe estar ocupada.
Edith pone una cara de tristeza.
--Pero las podemos preparar ¿Si quieres?
Los ánimos de Edith se alzan al escuchar la voz de su hermano.
--¡Si!
--Bueno... creo que hire por lo que necesitamos y cuando regrese las hacemos ¿Vale?
--Si!, ¡eres el mejor hermano de el mundo!
Edith abraza a su hermano y el le devuelve el abrazo.
Iker sale de su casa para conseguir los ingredientes para las fresas con crema.
Melissa llega al supermercado, toma una canastilla y empieza a tomar lo que necesita.
En la lista que le dió su mamá dice un bote de crema.
Maldita sea
Piensa Melissa al ver que los botes de crema están en lo más alto del estante, hace una esfuerzo pero no lo logra.
Iker logra ver a su niña bonita a lo lejos después de tanto tiempo vuelve a detallar su rostro perfecto.
Se acerca sigilosamente y toma un bote de crema.
Melissa se enoja ya que una mano extraña tomo el bote que ella trataba de alcanzar, pero después de ver quién era el dueño de esa mano ya no se le hizo tan extraña.
Los dos se quedaron paralizados cuando sus miradas de encontraron y se vieron envueltos en una trance junto con un torbellino de emociones...
Melissa debía aceptar que extrañaba ver esos ojos perfectos pero igual fue como si le hubieran aventado un balde de agua fría, Iker se quedó imnotisado viendo los ojos de la dueña de su roto corazón.
--Aqui tienes...--Iker le ofreció el bote de crema.
Melissa lo tomo medio dudando.
--Emmm...g-gracias.
El corazón de Melissa estaba muy acelerado y con deseos de abrazar a la jirafa con ojos perfectos.
Pero se contuvo al igual que Iker.
--No fue nada.
Iker dijo como un murmullo.
Melissa salió corriendo de allí pero para su mala suerte ya había empezado a llover y la casa de su madre estaba lejísimos de dónde ella de encontraba.
¿Y ahora qué?
Pensaron Iker y Melissa no tenían a dónde ir a menos que...
Se encontraron en la salida, fue un momento de tensión, Iker se maldijo internamente por no haber llevado su coche.
Los dos se estaban mojando y obviamente Melissa no se quería resfriar un día antes de regresar a clases.
--Oye... este...me gustaría llevarte a tu casa en mi coche...pero no traje mi coche.
Melissa se paralizó al ver que las palabras que salieron de la boca de Iker hiban dirigidas a ellas.
Volteo a verlo.
--N-no te preocupes yo puedo ir caminando.
--Pero tu casa está muy lejos.
--Igual la tuya.